miércoles, 24 de enero de 2007

Bibliotecas obsoletas: un freno a la cultura

Por Héctor C. Farina
Periodista

Como decíamos ayer - parafraseando a Fray Luis de León-, el problema del acceso a la cultura es uno de los condicionantes para el desarrollo de la educación en el Paraguay, pues los libros prácticamente no están al alcance del ciudadano común, debido a los elevados precios, en tanto tampoco se tienen buenas posibilidades de acceso desde las bibliotecas. A esto podríamos sumarle una larga lista de motivos, como la falta de acceso a la tecnología, la poca inversión o el escaso interés en la innovación de parte del Gobierno, pero centraremos nuestra visión en el caso de las bibliotecas.

¿Cómo se puede pretender tener alumnos preparados si no se tienen bibliotecas con conocimientos actualizados? ¿Cómo formar ciudadanos más educados, cuando ni siquiera a los pocos que llegan a las universidades se les ofrece la posibilidad de consultar siquiera textos nuevos? Y ni hablemos de los que no llegan a las "altas casas de estudio": estos están más marginados.

Una simple revisión de los títulos que poseen las bibliotecas públicas a disposición de los estudiantes mostrará, sin lugar a dudas, las enormes carencias que se tienen en cuanto a la falta de materiales y a la falta de actualización.

Me referiré a ejemplos concretos, para una mejor descripción del problema. Hace algunos meses inicié una frenética búsqueda de media docena de libros que necesitaba para unas pruebas de admisión en una importante universidad mexicana. Los textos en cuestión eran bastante conocidos, pero tenían una peculiaridad que espantaba a todos los bibliotecarios: eran "relativamente nuevos", si se le puede llamar así a publicaciones que iban desde 1997 al año 2001, es decir libros impresos hace menos de 10 años...

Es lamentablemente obvio decir que hurgué en todas las bibliotecas de la Universidad Nacional de Asunción y que no encontré ninguno de los textos: los libros eran demasiada novedad para ellos. Tampoco los encontré en bibliotecas particulares, en algunas universidades privadas, en institutos privados ni en otras bibliotecas nacionales.

Visité una docena de bibliotecas -las mejores del país se supone- y no pude encontrar libros de autores famosos como Anthony Giddens, Manuel Castells o Ulrich Beck. Resulta increíble que una obra como "La era de la información", escrita por el español Castells, no figure en los estantes de las casas de educación. Esta obra, que consta de tres tomos, es considerada como una de las más importantes descripciones de la sociedad contemporánea, pues analiza los cambios en la nueva "sociedad red", los efectos de la tecnología en los estados, en la vida cotidiana y las proyecciones futuras. Pero, sin embargo, no estaba disponible en las bibliotecas, salvo en una de ellas: la de la Universidad Católica de Asunción, donde había un único ejemplar que sólo prestaban para consultas internas.

Estos casos que relato son anecdóticos pero marcan con claridad el problema de acceso que tenemos los paraguayos: hay pocas bibliotecas disponibles, que por si fuera poco, son obsoletas, con textos desfasados y que como máximo aporte podrían prestar conocimientos que ya han sido superados. En mi caso, apenas pude conseguir copias de uno de los libros que necesitaba, compré a precios usurarios otros dos (de milagro los encontré) y el resto me lo tuvieron que enviar desde el exterior, en una gentileza de la misma universidad a la que quería ingresar...

Si los ciudadanos paraguayos quieren superarse y adaptarse a los nuevos conocimientos que exige una sociedad globalizada... ¿A dónde acuden? Si no le ofrecemos libros baratos ni bibliotecas buenas, ni acceso a Internet para gran parte de la población, ¿qué camino podemos tomar?

En primer lugar los ciudadanos, estudiantes, trabajadores, profesionales, -todos- deberían exigir con voz firme que las instituciones de enseñanza pongan a disposición una mayor cantidad de textos, que estos sean actualizados y que se tengan condiciones más fáciles para que cualquier persona pueda consultarlos.

Es inadmisible que el Gobierno siga destinando recursos a mantener la burocracia de los corruptos y no a fomentar la educación de la gente. No debemos permitir que las universidades públicas sigan cobrando "derechos de biblioteca" a los alumnos, y que finalmente no ofrezcan oportunidades de superación y actualización. Y resulta irónico que no sólo la oferta de libros sea pobre, sino que hasta se ponen exquisitos al exigir cosas como pagos de aranceles, fotos de tal tamaño (con un fondo festivo) y con el visto bueno de algún funcionario que cobra por sólo rayar un pedazo de papel...

Hay que exigir respuestas concretas que se traduzcan en mejores resultados para la gente: si todos pagamos por la educación (que debería ser gratuita), si pagamos por mantener bibliotecas y por tratar de superarnos, lo menos que nos pueden ofrecer a cambio es la oportunidad de una mejor educación, de acceder a conocimientos actualizados y de una innovación permanente.

Hace 400 años Hernandarias ya sentenciaba que "sin educación, no hay progreso". Entonces, ya es hora de preguntarnos qué es lo que queremos: ofrecer educación a la gente o seguir ofreciendo pretextos.

Si queremos progresar, tendremos que exigir, proyectar, discutir y luchar contra el ostracismo, contra el statu quo o el "así nomás". Tenemos que crear nuestras propias oportunidades y exigir que nadie nos robe la posibilidad de educarnos. De lo contrario, seguiremos manteniendo la situación de la falta de acceso a la cultura y con ello nos condenaremos al atraso, la pobreza y a las precariedades que no nos corresponden.

Publicado en Paraguay News
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