lunes, 16 de marzo de 2009

La juventud, el empleo y la capacitación

Por Héctor Farina (*)

El 62% de la población del Paraguay tiene menos de 30 años de edad. Esto nos indica claramente que se trata de un país de gente joven, con miles de sueños y necesidades, pero el contraste marcado por el olvido y la falta de visión hace que los jóvenes se enreden en una crisis cíclica de desempleo y desorientación antes que seguir un camino de oportunidades y desarrollo. La juventud paraguaya sigue formándose en un sistema educativo deficiente que no brinda las enseñanzas suficientes para sobrevivir en un mundo competitivo y para abrirse paso en el mercado laboral. Y, como corolario, a esto se suma la falta de una política de empleo juvenil, con lo que los jóvenes quedan a merced de su escasa preparación y de un mercado restringido en donde las oportunidades son limitadas.

El desempleo es uno de los graves problemas que no han sido atendidos como se debe por una larga lista de gobernantes que se llenaron la boca de promesas y discursos, pero al final se fueron sin dejar más legado que una escasez de oportunidades cada vez más asfixiante. Y eso se debe en gran parte a que no hemos sabido definir dos aspectos fundamentales para el país: cómo formar una ciudadanía capacitada y cómo hacer crecer la economía. Como no hay una estrategia definida, la economía no crece en forma sostenida y se mantiene oscilante, a expensas de la coyuntura de economías ajenas. Y como no hay una educación de calidad en donde se formen los recursos humanos, los jóvenes que ingresan a la arena laboral terminan siendo subempleados, explotados o condenados a funciones menores, pues no poseen los conocimientos necesarios para aspirar a más, ni el mercado ofrece las condiciones para que puedan desarrollarse libremente.

En este punto es donde quizás tenemos uno de los laberintos más crueles para la juventud paraguaya: abrirse camino en medio de ingentes necesidades económicas, tratando de estudiar al mismo tiempo que se soporta algún trabajo ingrato, o teniendo definitivamente que optar por trabajar antes que por estudiar una carrera universitaria. Los paraguayos deberíamos escandalizarnos cada vez que escuchamos que un joven abandonó los estudios para dedicarse a hacer un poco de dinero en un trabajo mal pagado, que no sólo equivale a una exigua retribución económica sino que implica una limitación permanente para todo intento de progreso futuro. Sucumbir a la crueldad de un mercado en el que no son considerados como se debe, al tiempo de renunciar a la educación, a esa posibilidad de ser profesionales competitivos, hace que hoy nuestros jóvenes sean escépticos y tengan una visión pesimista sobre el futuro del país, pues su mismo futuro ya ha sido limitado.

El problema del empleo juvenil y el de la falta de capacitación deben ser atacados en forma radical, sin promesas vacías y sin recurrir a los eternos parches que no solucionan nada. Debemos pensar en hacer crecer la economía, en crear más fuentes de empleo y en establecer mecanismos que faciliten el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Y esto debe ir acompañado de una política educativa que priorice la formación de la juventud con miras a las necesidades del mercado de trabajo. Para ello se requiere que tanto las autoridades del Gobierno, los empresarios y los representantes de las universidades se pongan de acuerdo y logren establecer un sistema que contemple las necesidades de capacitación y las necesidades de empleo. No se puede mantener el divorcio entre la formación y el mercado laboral, porque el resultado se traduce en jóvenes sin preparación, explotados y frustrados por no tener oportunidades.

Debemos exigir e impulsar una iniciativa para que la juventud paraguaya sea más valorada, para que tenga más acceso a la educación, para que haya becas de estudio y oportunidades de progresar. Si pensáramos en aprovechar mejor nuestra energía eléctrica podríamos incentivar la generación de empleos en proyectos industriales, en empresas electrointensivas o en el funcionamiento de trenes eléctricos, y al mismo tiempo podríamos formar a los ingenieros y otros profesionales que se requieran. Tenemos que pensar en la juventud como una solución para el Paraguay, de manera que no tengamos que seguir viviendo la dolorosa paradoja de que mientras los jóvenes deambulan por las calles sin encontrar trabajo, las industrias que necesitan mano de obra no pueden contratarlos porque no tienen preparación.

(*) Periodista. Master en Ciencias Sociales
Publicado en Viva Paraguay

1 comentario:

Karla Vergara dijo...

Aquí cómo me hago fan? :|