domingo, 8 de junio de 2008

Iniciativas contra la inseguridad


Por Héctor Farina (*)

La epidemia de inseguridad que afecta al país, que brota y se expande causando dolor a su paso, necesita de medicamentos eficientes que vayan más allá de una simple curita o de alguna pastilla para evadirnos del sufrimiento una vez que nos llega. La falta de seguridad golpea en las calles, el transporte público y hasta en las casas. Hay temor, hay asaltos, amenazas y peligros. Todos los días hay víctimas de los “peajeros”, “caballos locos”, “pirañitas” y delincuentes de cualquier tipo, mientras las fuerzas de seguridad se ven sobrepasadas o burladas.

La inseguridad existente, sobre todo la que se manifiesta en el área metropolitana de Asunción, tiene un claro tinte de marginalidad. Se trata de asaltos en la vía pública, de robos menores y delitos contra la ciudadanía que tienen un denominador peligrosamente común: el aumento de la violencia con la que actúan los delincuentes. Es una forma de inseguridad que golpea en cualquier parte, afectando a cualquiera, como un enemigo fantasmal que nos acecha. Pero no es una violencia estructural, como la que se tenía con el terrorismo de Estado o como la que soportan países como Colombia y México, sumidos hoy en una batalla contra el crimen organizado.

En el caso del Paraguay se deben establecer claramente medidas para frenar la incipiente inseguridad y garantizar la vida y los derechos de las personas. Pero no debe tratarse sólo de medidas represivas o de parches momentáneos, sino de una política estructural definida y aplicable. Y una solución de fondo pasa inevitablemente por la disminución de la pobreza y la marginalidad, lo que se logrará haciendo crecer la economía, generando puestos de trabajo, creando oportunidades y estableciendo mecanismos para que las posibilidades de progreso estén al alcance de la gente. Se requieren sistemas más inclusivos de educación, de manera tal que más personas tengan acceso a la capacitación y puedan tener una vinculación más estrecha con las oportunidades del mercado laboral. De nada sirve seguir con el discurso populista de decir que si se abren más industrias, habrá menos jóvenes marginales en las calles, porque para que una industria funcione y sea competitiva necesita gente preparada. Y en ese eslabón hasta ahora no hemos avanzado.

Pero además de buscar disminuir la pobreza y la marginalidad, es hora de aplicar algunas normas básicas que nos garanticen una mejor convivencia y ayuden a limitar los riesgos. Por ejemplo, no debe permitirse bajo ningún pretexto que los ómnibus del transporte público circulen con las puertas abiertas, pues esto es como dejar a los pasajeros a merced de los golpes de mano de los ladrones, que luego tienen la vía libre para escapar con el botín. Igualmente, debemos entender que los ómnibus son un medio de transporte y no un centro de compras, por lo que no se debería permitir la venta ambulante en los camiones, sino ubicar a los vendedores en otros lugares, como casillas o kioscos, de manera que quien quiera comprar que lo haga donde corresponde. Esto limitaría la posibilidad de que proliferen con tanta facilidad los ladrones que se hacen pasar por vendedores.

Y en el caso de las fuerzas de seguridad, sin lugar a dudas se impone una reestructuración total que nos garantice tener una policía especializada, organizada y preparada, y no una creada como brazo político represor de un régimen totalitario. Las fuerzas de seguridad deben apuntar a la capacitación profesional, al combate a la corrupción interna y a un cuidadoso proceso de selección de sus miembros, de manera que se conviertan en instituciones creíbles y eficaces, como los Carabineros de Chile. Una policía que se respete debe tener equipos de primer nivel, patrullas en buen estado y helicópteros, así como gente preparada para cumplir con honestidad su misión.

El tema de la inseguridad es una cuestión que debe llamar a todos los ciudadanos a exigir políticas más efectivas del gobierno, que se establezcan sanciones verdaderas a los delincuentes y que no haya ningún tipo de impunidad. Necesitamos calles mejor iluminadas, puestos de control en puntos estratégicos y, sobre todo, sistemas de protección que nos garanticen mayor seguridad para todos. Todavía estamos a tiempo de evitar que la inseguridad cotidiana se convierta en un mal estructural.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

1 comentario:

Sepúlveda dijo...

QUIERO AGRADECERTE, POR REFORZAR MI CREDIBILIDAD COMO CHILENO, AL HABLAR BIEN DE CARABINEROS, Y SE DEL ESFUERZO QUE DEBE HACER LA POLICIA PARA DERROTAR EL NARCOTRAFICO...DE PASO TE INVITO A QUE VEAS NUESTRO BLOG QUE SE LLAMA

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