jueves, 30 de diciembre de 2010

México: un año de recuperación insuficiente

Por Héctor Farina Ojeda

La crisis global desatada en 2008 representó un duro golpe para México: en 2009 su economía decreció 6.5%, lo que afectó fuertemente a toda la población. En tanto 2010 fue un año de recuperación.

El crecimiento económico estimado en 2010 fue de 4.5%. Esta cifra resultó mucho mejor de lo que se esperaba a principios de año, cuando se pensaba que la economía mexicana casi no iba a crecer o que mejoraría como máximo 1 o 2%. Sin embargo, se dio un crecimiento mayor, fundamentalmente gracias al repunte de la economía de Estados Unidos.

Pero, si bien México fue el país más afectado por la crisis en 2009, no fue el que tuvo la mejor recuperación. Su desempeño quedó lejos de economías como la de Paraguay, que creció 14.5%, o las de Uruguay, Brasil, Argentina y República Dominicana, entre otros, que superaron el 7% de crecimiento.
México empezó 2010 con un aumento de impuestos. Los números oficiales dicen que por ese motivo la recaudación fiscal creció 4% y se llegó a casi 2 billones de pesos.

En cuanto a los empleos, el dato indica que se crearon más de 1 millón de puestos, de los cuales se perdieron cerca de 300 mil, con lo que la cifra oficial queda en 730 mil empleos generados en 2010.

Hasta aquí tenemos que ha habido una recuperación del empleo en 2010, comparando con la mala situación de 2008 y 2009, pero esta generación de empleos es claramente insuficiente para hacerle frente a la demanda. Hoy, el país tiene cerca 2.5 millones de personas sin trabajo, lo que representa la misma cifra que se tenía el año pasado.

En este contexto, es claro que la recuperación económica que se tiene no es suficiente para revertir la condición de pobreza ocasionada por la crisis de 2009. Según la Cepal, recién en 2012 se podría llegar a los niveles de pobreza previos a la crisis: 34% de la población, que sigue siendo una cifra muy alta. Mientras hubo una leve reducción de la pobreza en el resto de América Latina, en México hubo un incremento.

Un dato preocupante es la caída en el promedio de los salarios reales en México: 2.6% en 2008 y 5% en 2009, lo que representa 7.6% en los dos últimos años. Todo esto debido a la crisis económica global. En 2010 se estima un leve incremento del salario de 0.94%, pero que no alcanza para mejorar la condición real de los ingresos de los trabajadores.

Igualmente, para completar el cuadro, los precios de los productos de la canasta básica subieron 4.32% hasta noviembre –de acuerdo al informe oficial de inflación-, lo que está por encima del pronóstico que esperaba que la cifra se mantenga en 3%. A esto hay que sumarle los aumentos de diciembre, que generalmente son importantes.

Otro aspecto preocupante es la violencia, sobre todo porque –en lo económico- afecta a una de las cuatro principales fuentes de ingreso de México: el turismo. Igualmente, desincentiva la radicación de inversiones, que en el caso de las inversiones extranjeras siguen debajo de los 20 mil millones de dólares anuales previos a la crisis.

Con este panorama, tenemos que la recuperación de la economía en 2010 es insuficiente para revertir los efectos ocasionados por la crisis económica que se inició en 2008. Hubo mejorías en los grandes números, pero estos no alcanzan a todos los sectores.

Para 2011 se espera que la economía mexicana tenga un crecimiento de 4% y que se generen unos 600 mil empleos. Sin dudas, el gran problema se dará en el campo de los puestos laborales, ya que se requieren 1.2 millones de empleos por año para hacerle frente a la demanda, es decir, el doble de lo que se pronostica.

El desafío de la economía mexicana sigue siendo lograr convertirse en una economía sólida y con un dinamismo propio, que sea competitiva y que pueda generar más oportunidades de las que hoy está generando, porque de lo contrario no se podrán abatir los males del desempleo y la pobreza.

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Bonanzas coyunturales y estrategias de futuro

Por Héctor Farina Ojeda (*)

La cifra récord de Paraguay en este 2010 es clara: 14,5% de crecimiento de la economía. Como nunca antes, se conjuntaron varios factores en serie que hicieron posible que el país tenga un notable incremento de su Producto Interno Bruto (PIB) y que se pusiera a la vanguardia de América Latina y en tercer lugar a nivel mundial en materia de crecimiento económico anual. Pero esta situación de bonanza nos confronta con muchos de nuestros prejuicios y con nuestra peculiar forma de ver el mundo. Nuestro anclaje al pasado y nuestra proyección al futuro exigen una nueva perspectiva.

En primer lugar, tenemos que este repunte en la producción de riqueza es un grito contra el ostracismo: el trabajo constante genera mejorías y rompe el mito popular conformista de que “así nomás luego tiene que ser”. Las frases que simbolizan el atraso y el estancamiento deberían desaparecer del imaginario colectivo, de la mano del trabajo que reivindique la capacidad de hacer que tenemos los paraguayos.

Pero, en un segundo plano, este crecimiento nos obliga a cuestionarnos sobre los fundamentos de este logro. Aquí nos encontramos con que la economía dio el salto gracias a la excelente producción agrícola -apoyada en un clima altamente favorable-, los buenos precios de estos productos en el mercado internacional, el incremento de la ganadería y el acompañamiento de sectores como la industria y la construcción. Pero, en el fondo, es la convergencia de factores la causante del repunte: sin un clima favorable o sin los precios convenientes, lo demás sería difícil de lograr, porque la producción agrícola sería mala o mal pagada.

Ante esto, el planteamiento que corresponde es pensar cómo hacer que el crecimiento económico sea sostenible en el tiempo y que no sólo dependa de variables casuales como el clima. Y más aún: ¿cómo lograr que la mejoría de la economía llegue a la mayoría de la gente y no quede concentrada solo en pocas manos de los sectores beneficiados?

Más allá de una bonanza coyuntural debemos aprender a diseñar estrategias de futuro que nos lleven a construir una mejoría sostenida e inclusiva. La economía de un país no puede estar a merced de factores momentáneos y cambiantes que no garanticen más que un beneficio casual, sino que debe construirse sobre la base de la capacidad de la gente. Por eso, el gran desafío que tenemos los paraguayos es lograr que este año extraordinario sea el trampolín hacia un futuro de mayores certezas. Y para ello se debe pensar en buscar los mecanismos para mantener el crecimiento, al mismo tiempo que se invierte en la proyección de la gente hacia la generación de mayores oportunidades.

En este escenario, estamos en el momento ideal para dejar de lado la dependencia a lo ocasional y externo, y pasar a lo visionario, lo planificado y sostenible. Necesitamos con urgencia un plan económico para aprovechar el momento y que nos lleve a mejorar la competitividad de las empresas, a industrializar la producción para generar más empleos e ingresos, y sobre todo para dar el gran salto de una economía primaria a una economía del conocimiento.

Y para ello hay que invertir más en la gente, en la educación como elemento estratégico para el desarrollo. Así lo hizo Noruega, que a partir de las bondades del petróleo supo aprovechar esa riqueza ocasional para proyectarla en el tiempo mediante la inversión en el mejoramiento de la calidad educativa de su gente. Hoy, este país tiene los mejores indicadores de calidad de vida del mundo y ha erradicado totalmente la pobreza.

Paraguay tiene hoy una oportunidad admirable para planificar un futuro con más empleo y menos exclusión. Pero debe hacerlo sobre la base de invertir más en su gente, en la capacitación de las siguientes generaciones y en el desarrollo de una economía competitiva. Si no invertimos correctamente los recursos en este momento estratégico para el país, las bonanzas de la economía no durarán mucho tiempo y volveremos a caer en el ritmo monótono de la dependencia de aquello que no somos capaces de construir por nosotros mismos.

Basta de excusas. Mejoremos la calidad de la educación, la competitividad y mejoremos el país.

(*) Periodista y profesor universitario.
Desde Guadalajara, Jalisco, México.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El empleo y la caída de los salarios reales

Por Héctor Farina Ojeda

La generación de empleos sigue siendo el gran desafío para México, un país que viene recuperándose de una fuerte crisis económica que afectó a la mayor parte de la población. Pero hay que analizar la situación del empleo a la luz de otras variables fundamentales, como los niveles de salarios y el costo de vida.

En este sentido, el desempleo en México en el mes de noviembre fue de 5.28%, lo que representa una variación mínima con respecto al mismo mes del año pasado, cuando la tasa fue de 5.26% (en el caso del estado de Jalisco, el desempleo es de 5.68 este año, frente a 5.49% del año pasado).

De acuerdo a las cifras oficiales, se crearon cerca de un millón de empleos en 2010, pero esta cantidad es insuficiente para hacerle frente a la necesidad de empleos que tiene México, que es de 1.2 millones por año.

Igualmente, de este millón de empleos creados debemos restarle por lo menos 300 mil puestos que ya se perdieron, porque eran empleos temporales cuyos plazos fenecieron, de acuerdo a los datos de la Secretaría del Trabajo.

Hasta aquí tenemos que ha habido una recuperación del empleo en 2010, comparando con la mala situación de 2008 y 2009, pero esta generación de empleos es claramente insuficiente para hacerle frente a la demanda. Hoy, tenemos –oficialmente- 2.5 millones de personas sin trabajo, lo que representa la misma cifra que se tenía el año pasado.

Pero al problema del empleo, hay que sumarle la situación del salario: en los dos últimos años hubo una caída en el promedio de los salarios reales en México, de 2.6% en 2008 y de 5% en 2009, lo que representa 7.6% en los dos últimos años. Todo esto debido a la crisis económica global. En 2010 se estima un leve incremento del salario de 0.94%, pero que no alcanza para mejorar la condición real de los ingresos de los trabajadores.

La misma caída afectó también a los que menos perciben: los salarios mínimos reales disminuyeron 1.78% entre 2008 y 2009

Un dato fundamental para contextualizar la situación es que el poder de adquisitivo de las familias mexicanas se ha deteriorado en los últimos 30 años, debido al estancamiento económico, de acuerdo al Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).

Otro dato interesante sobre este punto es el proporcionado por un estudio del investigador Héctor Luis del Toro, del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), de la Universidad de Guadalajara, que dice que el poder adquisitivo de los trabajadores en Jalisco cayó 37% en los últimos 4 años, debido a los malos salarios y al aumento de los precios de la canasta básica. Sólo en 2009, la pérdida del poder adquisitivo fue de 14%.

Por otro lado, en cuanto al nivel de precios de la canasta básica, tenemos que la inflación interanual en noviembre llegó a 4.32%, lo que representa un incremento frente al mes anterior, cuando la cifra estaba en 4.02%. Esto se debe al aumento del costo de la electricidad y algunos alimentos. Sin embargo, fuera de esta medición general hay productos que tuvieron una suba mayor, como el caso de la gasolina, que ronda el 10% de aumento.

Entonces, en este escenario tenemos que en lo que va del 2010 ha habido una generación interesante de empleos, pero que todavía no alcanza a cubrir las necesidades, y con el agravante de que los salarios reales no son buenos. Esto hace que la gente pueda conseguir alguna ocupación, pero no genere los ingresos suficientes para hacerle frente a las deudas generadas entre 2008 y 2009, cuando la economía estaba en plena crisis.

Igualmente, el aumento de los precios de los productos de la canasta básica y del costo de vida en general, crea la sensación de que no hay mejoría en la economía, porque pese a percibir un ingreso, cada vez se puede comprar menos con ese ingreso.

Por otro lado, los empleos tradicionales no son suficientes y los salarios no alcanzan. Esto nos impulsa a pensar en dos posibles soluciones: hay que mejorar la competitividad por el lado de las empresas, para que crezcan y puedan pagar mejor, ya que pretender un aumento salarial sin la mejoría de las empresas suena a irreal. Y, en segundo lugar, se debe mejorar la capacitación de la gente y tratar de generar emprendimientos propios para romper el cerco de la dependencia de los puestos mal remunerados.

Una urgencia es hacer crecer la economía para generar más empleos, pero este crecimiento debe venir de la mano de una mejora en la competitividad y de una mayor capacitación de las personas, para que no sólo se mejore en los grandes números, sino que la bonanza y las oportunidades lleguen al trabajador para que pueda ganar más y mejorar su poder adquisitivo.

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.

El aguinaldo en contexto de crisis

Por Héctor Farina Ojeda

El pago del aguinaldo representa un flujo importante de dinero en el mercado, ya que es un recurso adicional que hace que la gente tenga más efectivo en una determinada época del año. Pero, este ingreso tiene condicionantes que varían por lo que hay que ubicarlo en su contexto: el escenario de finales de 2010.

De acuerdo a un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este año los trabajadores destinarán el 42% de sus aguinaldos al pago de deudas, en tanto 28% se destinará a alimentos y el 30% restante en el pago de servicios productos básicos. Esto indica que los trabajadores destinarán 2% más que el año pasado al pago de deudas.

En total, se calcula que cerca de 17 millones 280 mil trabajadores percibirán su aguinaldo, en tanto hay 26 millones de trabajadores que no recibirán este ingreso adicional, debido a que se encuentran trabajando en el sector informal y no cuentan con la prestación.

Este aguinaldo condicionado se debe a que en 2009 se tuvo la peor contracción de la economía en 70 años, con una caída de 6.5% (según cifras oficiales del INEGI), que dejó a muchas personas sin empleo y con muchas deudas, las mismas que hoy, con el aguinaldo, apenas empezarán a ser cubiertas.

Otro dato de contexto que debemos tener en cuenta cuando pensamos en cómo invertir el aguinaldo es el nivel de precios: la inflación en noviembre llegó a 4.32%, lo que implica que ya desde noviembre estamos resintiendo una suba de los precios de los productos de la canasta básica, suba que generalmente se agudiza en el mes de diciembre.

En este contexto de recuperación de la crisis, ciertamente hay una generación de empleos y un crecimiento de la economía, pero ambos todavía son insuficientes para hacerle frente a las necesidades que existen luego de la recesión.

Este año debemos pensar en invertir mejor el aguinaldo, no solo en el pago de deudas sino en buscar la forma de ahorrar al menos una parte para desarrollar un emprendimiento propio. Esto no implica dejar de comprar para fin de año, sino que se trata de darle mayor utilidad a aquello que compramos: ropa, útiles escolares, productos para el trabajo, materiales educativos, entre otros.

Debemos tener en cuenta que en diciembre los precios suben, pero generalmente no se siente tanto porque hay mucho dinero circulante por el pago de los aguinaldos, pero cuando llega el mes de enero y los precios se mantienen elevados, ahí se resienten las economías familiares porque todo cuesta más caro, hay menos dinero circulante y encima aparecen costos como el inicio de clases, el pago de impuestos, la renovación de documentos, entre otros.

Hay que canalizar mejor los recursos, invertir en lo que pueda ser de utilidad y sobre todo con visión de futuro: el 2011 será un año de recuperación, igual que 2010, pero habrá que ingeniarse para crear emprendimientos propios y generar empleos, porque ese será el gran desafío del año que viene.

Los sectores formales no generarán los empleos suficientes, por lo que hay que desarrollar una cultura del emprendimiento y del autoempleo para generar las oportunidades propias que el mercado no está generando.

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.