sábado, 28 de abril de 2007

Los derechos de los consumidores

Por Héctor Farina (*)

Si bien la mayoría de los derechos de los consumidores están establecidos en las leyes y normativas, su aplicación real dista mucho de la realidad, debido a numerosos factores. Pero centraremos nuestra atención en la información y en la actitud de los consumidores y usuarios.

El mayor problema que enfrentan los consumidores para defenderse de los abusos del mercado es su desconocimiento de las normativas que lo protegen. La ley 1334/98, de defensa del consumidor y el usuario, sigue siendo poco conocida en su contenido -tomando como referente al ciudadano común- pese a las campañas emprendidas desde las instancias públicas. Esto se nota en el desconcierto del consumidor ante irregularidades, en su falta de reclamo, de protesta, en su pensamiento equivocado de que si le venden algo de mala calidad es sólo porque pagó menos…

Los consumidores tienen derecho a recibir información con relación a los productos que adquieren, sus componentes, efectos, calidad, contraindicaciones y riesgos, entre otros aspectos. Igualmente tienen derecho a negarse a adquirir algo que consideran que no llena sus expectativas, a devolver el producto y exigir la reposición de su dinero o el cambio del producto.

También en su faceta de usuario deben hacer valer sus derechos, por ejemplo, exigiendo una eficiente prestación de servicios como agua, electricidad, teléfono, transporte público, etc. Pero para saber cómo exigir, qué reclamar y cómo hacer que se cumplan las normativas que los amparan, los consumidores requieren conocer a fondo sus derechos.

Las leyes, normativas, decretos y regulaciones no servirán de mucho si no logramos crear consumidores conscientes e informados, que tengan noción de sus responsabilidades y derechos, que sepan fomentar el respeto por la gente. Y un consumidor consciente implica más que sólo estar informado: todo debe derivar en una actitud crítica y firme, de denuncia y reclamo, de pleno respeto a sus derechos.

Debemos apostar por la instrucción para formar ciudadanos críticos, que defiendan sus derechos y que no se dejen engañar ni sobornar. Si los mismos ciudadanos siguen quedándose callados o lanzando al cielo quejas estériles, sin dudas que seguiremos mereciendo desgracias como un transporte público pésimo y criminal, la chatarra que venden como alimentos, las sobrefacturaciones, los productos inservibles y toda clase de falsificaciones y basura que nos invaden a diario.

Empecemos por conocer nuestros derechos y aprender a reclamar y exigir. Si no lo hacemos nosotros mismos, no habrá leyes, por más buenas que sean, que cambien nuestra situación.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

sábado, 21 de abril de 2007

Hermetismo y desinformación en temas públicos

Por Héctor Farina (*)

El manejo hermético y oscuro de los temas públicos, así como la desinformación desde las esferas del Gobierno, constituyen uno de los problemas graves que enfrentan los ciudadanos paraguayos. Sin informaciones claras, con declaraciones contradictorias y “cantinflescas”, jugando a las escondidas, desmintiendo con mentiras o alardeando de supuestos, las autoridades se burlan de uno de los derechos sagrados del ciudadano: el derecho a la información veraz.

Como caso representativo, podemos tomar el tema de los combustibles en el Paraguay. Este sector, manejado en gran parte por el Gobierno por medio de Petróleos Paraguayos (Petropar), que concentra la importación y distribución de diesel (combustible que representa el 85% del consumo total del país), es un ejemplo del manejo poco claro y antitransparente de los temas de interés general.

Desde siempre el negocio de los combustibles realizado por esta petrolera fue uno de los temas más herméticos y de más difícil acceso para los periodistas, y por ende, para la ciudadanía. Se ocultan datos, se esconden informes, se niega información, se miente, se tergiversa y se engaña a la prensa y a la gente, en tanto continúan los negociados, las pérdidas estatales (no las personales de los jerarcas de turno), y los “proyectos” que no se concretan o terminan siendo inútiles, como el caso de las esferas de gas que costaron 8 millones de dólares y no se utilizan, mientras la gente paga cada día un mayor precio por el gas importado por el sector privado.

Ahora aparece en la palestra el tema de una megainversión de unos 600 millones de dólares para potenciar la vieja refinería de Petropar con fondos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). El proyecto, para el cual ya existe un acuerdo firmado entre el gobierno paraguayo y el venezolano, a primera vista parece importante y beneficioso, pero el mal manejo de la información hace que surjan dudas y que todo apunte hacia un nuevo negociado, en el que se beneficiarían sólo algunos privilegiados, en tanto los ciudadanos deben atenerse a lo que resulte de la aventura.

Se desconoce la factibilidad del proyecto, no se sabe si una inversión de semejante monto se justifica para producir 35.000 barriles por día, ya que los entendidos dicen que cómo mínimo se requiere producir de 75.000 a 100.000 barriles por día para mantener la rentabilidad, no se tiene certeza de por qué importar cierto tipo de crudo de un solo mercado, ni de qué condiciones técnicas tendrá la nueva refinería, ni si podrá procesar otro tipo de productos. No hay respuestas claras sobre si quedaremos atados a un sólo proveedor, si los ciudadanos tendrán beneficios, ni sobre las condiciones bajo las cuales se hará la inversión venezolana.

El mismo ministro de Industria y Comercio, José María Ibáñez, se muestra ignorante o cómplice del ocultamiento de información al “desconocer” los detalles del acuerdo para la inversión. En tanto el presidente de Petropar, Alejandro Takahashi, habla de que la inversión servirá para estar preparados “si encontramos petróleo en el Chaco”. Esto representa una burla para los ciudadanos, que merecen conocer a ciencia cierta los detalles y las justificaciones de una operación de semejante impacto en la economía.

Si las autoridades saben los detalles, si tienen pruebas de los beneficios de la nueva refinería, si saben certeramente que hay petróleo en el Chaco, ¿por qué esconden información, mienten, confunden y dan respuestas disparatadas?

Los ciudadanos honestos no podemos tolerar este manejo grosero y corrupto de la información: tenemos que exigir respuestas concretas e información certera sobre lo que hacen las autoridades con el dinero y el futuro de la gente.

(*) Periodista

sábado, 14 de abril de 2007

De cielos abiertos y otras falsedades

Por Héctor Farina (*)

La idea de convertir al Paraguay en una plataforma o "hub" regional de pasajeros y cargas, de manera a ser el centro del transporte aéreo de Sudamérica, había sonado muy bien a finales de 2003, cuando con bombos y platillos se presentó el proyecto en el Ministerio de Industria y Comercio (MIC), entonces comandado por Ernst Bergen como ministro y Jorge von Horoch, como viceministro de Industria.

El proyecto, "impulsado" por la Vicepresidencia de la República a cargo de Luis Castiglioni, y coordinado por el MIC, había sido elaborado en base a estudios que señalaban que el Paraguay podía sacar un enorme provecho de su prodigiosa ubicación geográfica, de su cercanía a las principales ciudades sudamericanas, del creciente tráfico aéreo, de los relativos "bajos costos" que ofrece el país y de otras ventajas como la condición climática que hace operable el aeropuerto durante todo el año.

En poco tiempo, se sucedieron las reuniones con empresarios, autoridades y todo ser vinculado de alguna forma a la idea de convertir a Asunción en un centro de tránsito obligado en el Cono Sur. El Gobierno prometió que buscaría reducir los costos operativos de las aerolíneas, favorecer el tránsito de pasajeros y poner en condiciones el aeropuerto. En ese contexto, se firmaron convenios de "cielos abiertos" con Estados Unidos, Chile y Panamá, con el fin de incentivar a las aerolíneas extranjeras a operar en Paraguay, y de esa manera mejorar las posibilidades de tener una mayor cantidad de pasajeros.

El principal problema entonces era el elevado costo que representaba para los pasajeros, pues como apenas unas pocas aerolíneas operaban en Asunción, los precios eran exorbitantes, a fin de compensar la poca venta de pasajes.

Pues curiosamente, luego de los primeros resultados alentadores se empezaron a presentar los que serían hasta hoy los verdaderos logros de esta "bienintencionada" iniciativa: aumentaron las tasas aeroportuarias de 18 a 25 dólares, se sancionó una ley de turismo que obliga a las aerolíneas a pagar como mínimo el 6% de comisión a las agencias de viajes por la venta de pasajes; la única empresa norteamericana que operaba en el país, American Airlines, abandonó el país (a lo mejor porque le abrieron los cielos a EE UU), y luego se sumaron otras aerolíneas que fueron dejando de lado sus operaciones en el futuro "hub"....

El proyecto de cielos abiertos quedó en el olvido luego de que la administración del MIC cambió en mayo de 2005, cuando Bergen y sus colaboradores pasaron al Ministerio de Hacienda y dejaron el MIC en manos de Raúl Vera Bogado.

Pero (qué cosas curiosas pasan), luego de dejar abandonadas las iniciativas, los estudios de costos y de hacer la vista gorda a los nefastos resultados posteriores, aparece una "Mesa de Turismo", que enarboló las mismas ideas que se saben desde hace años, y que, como una de esas raras casualidades, fue una mesa creada justo cuando se aseguraron dos millones de dólares anuales, donados por el Gobierno de Taiwán, para la "Red de Inversiones y Exportaciones" (Rediex). Esta "Red" es la misma que presupuesta 50 mil dólares al año para gastos de "ceremonial y agasajos" (bocaditos) y que además "promociona" las exportaciones gastando los fondos en jardines, barandas, cartelitos y pagando a sus "sacrificados funcionarios" salarios más altos que los ministros y el mismo presidente de la República.

Los resultados están a la vista: mientras, por un lado, aparecen mesas de turistas, redes, proyectos viejos, ideas viejas y los cuentos de siempre; por el otro lado, el Paraguay sigue estando más aislado que nunca, los precios de los pasajes son los más altos de la región, y sigue siendo una odisea llegar a Asunción porque apenas algunas aerolíneas aterrizan en la capital paraguaya.

El Paraguay se quedó más aislado que antes y puede seguir siendo considerado como "una isla rodeada de tierra". Aunque también conviene recordar que más allá de las mentiras de este Gobierno, el problema del aislamiento se inició con la venta de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), con lo que el país perdió su única forma de autonomía aérea y dejó de tener vuelos directos, para ahora depender de todas las escalas y las tarifas que las compañías foráneas quieran imponer.

Actualmente, con el MIC bajo la administración del político José María Ibáñez, sigue el viejo juego de los proyectos y las mesas sectoriales, con eternas promesas, con fondos que siguen siendo gastados mientras la gente no tiene ningún resultado por ello.

Es hora de que los ciudadanos, la clase empresarial y las autoridades honestas que quedan tomen un mayor protagonismo y exijan que los proyectos se concreten, que sirvan para beneficiar a la gente y no sólo para hacer de ellos el botín de unos pocos. Hay que exigir resultados concretos y cuentas claras de los responsables de los proyectos. Si se siguen permitiendo mentiras y eternas promesas, lo único que se logra es la complicidad con los corruptos y los inútiles de siempre.

Y si tenemos mala memoria, los mismos "impulsores" de proyectos que no funcionan, luego se presentan como si fueran los salvadores de la patria... La gente honesta ya no puede seguir tolerando a piratas y corsarios, a ladrones de guantes blancos y a los proyectistas y consultores que viven a costa de vender soluciones que nunca funcionan.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/
http://www.paraguaynews.com.py/

viernes, 13 de abril de 2007

El ciudadano interactivo

Por Héctor Farina (*)

Como decíamos ayer, con el establecimiento de Internet y la prensa en línea el ciudadano ha ganado un espacio, aunque limitado por la brecha digital, para la expresión de sus ideas y para una mayor participación en el escenario del debate de los temas importantes para la sociedad. Hablamos de que ahora los lectores tienen herramientas que le dan mayor protagonismo al facilitar su interacción con los productores de noticias e informaciones.

En este caso, por interactividad entendemos la capacidad que tiene el lector o usuario de “preguntarle” al sistema y sentar así las bases para recuperar la información de la forma deseada. Se trata de que el emisor no envíe un mensaje unidireccional, sin capacidad de respuesta, que el receptor no sólo puede aceptar o no, sino que reciba una contestación efectiva. El receptor tiene así la posibilidad de tomar decisiones, y configurar, dentro de unos límites amplios, su propio mensaje, así como dialogar de una forma u otra con el emisor. Así lo explica el catedrático español Javier Díaz Noci al analizar los cambios que introdujo la prensa en línea.

Con la nueva interacción se deja (o debería dejarse) atrás la actitud pasiva del lector, que antes se limitaba a ser un receptor de las informaciones. Ahora, con herramientas tales como el correo electrónico -que facilita el acceso a los medios-, los blogs, encuestas y sondeos en línea, los foros de discusión y otros espacios destinados a la expresión ciudadana, el lector se ha convertido en un productor de sentido, porque tiene la capacidad de generar informaciones para la construcción social de la realidad que se trasmite por los medios de comunicación.

Los ciudadanos ya no dependen solo de la agenda de temas que proponen los medios o de los informes que la prensa o las autoridades consideran importantes. Ahora pueden generar los informes que consideren necesarios, proponer discusiones y hacer públicos los casos que crean relevantes y que antes eran limitados a criterios periodísticos o mediáticos. Muchas noticias hoy surgen de las cartas a periodistas, de las encuestas en línea y de los temas debatidos en los foros.

Pero esta posibilidad de que todos, de alguna manera, nos convirtamos en productores de sentido requiere de un componente fundamental sin el cual echaremos a perder esta oportunidad: la educación. El mayor problema que se presenta ya no es recibir o producir información, sino estar preparado para hacer frente al caos del flujo de mensajes. Cada quien puede decir lo que quiera, consumir la información que se le antoje e interactuar con cierta libertad. Pero sólo con criterios sólidos saldremos con ganancias del río revuelto de la red de redes.

José Ortega y Gasset, el filósofo español, decía que el problema de la opinión pública radica en que si bien todos tienen la libertad de opinar, muy pocos se toman la molestia de educarse y “saber” antes de hacerlo. Los ciudadanos tienen que hacerse protagonistas, volverse más participativos e interactivos, pero deben asumir la responsabilidad de educarse y generar temas de real importancia para la sociedad. Se debe contribuir a la construcción de una realidad mejor y no al caos y la desinformación. Esa es la tarea.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

viernes, 6 de abril de 2007

El nuevo espacio

Por Héctor Farina (*)

La aparición de Internet y, como consecuencia, del periodismo en línea, generó un nuevo espacio para la comunicación de las personas, para la expresión de ideas y para el acceso a las informaciones de todo tipo. Con el nacimiento de una nueva forma de hacer periodismo se ha avanzado en el proceso de acercamiento a los ciudadanos, aunque todavía esta cercanía es muy relativa, a raíz de lo que se conoce como “brecha digital”, es decir el porcentaje de la población que no tiene acceso a Internet, que en el caso del Paraguay ronda el 95%.

Con el periodismo en línea se tiene la posibilidad de no depender sólo de las versiones impresas de los periódicos tradicionales, sino que se accede a informativos de cualquier parte del mundo, se rompe la barrera del espacio y la distancia, además de que surgen portales de información que no dependen necesariamente de una empresa periodística. Se crearon así nuevas herramientas que van siendo adaptadas a las necesidades de cada sociedad.

George Basalla, en La evolución de la tecnología (1991), explica cómo los seres humanos se van apropiando de las nuevas tecnologías para satisfacer sus necesidades artificiales y no precisamente sus necesidades naturales. Eso mismo pasa en el caso de Internet: no fue creada para los periodistas ni los ciberlectores, pero ha sido adaptada para las necesidades de procesar, distribuir y recibir información. En la nueva era de la información o sociedad red (Castells), todo gira en torno a la información, todos necesitamos más de ella.

Ahora bien, si centramos la vista en el ciudadano o lector en línea, tenemos que este ahora dispone de una gran cantidad de herramientas que hace unos pocos años no tenía, y que ha ganado un mayor protagonismo por medio de una de las características de los periódicos en línea y de los portales en general: la interactividad.

Ya no sólo se hace una lectura pasiva de las informaciones, sino que se tiene la posibilidad de participar por medio del correo electrónico, los blogs, foros de discusión, encuestas, sondeos y otras herramientas interactivas destinadas a la participación ciudadana. El lector se ha vuelvo interactivo y el espacio público está aumentando rápidamente.

Pero aquí nos encontramos con un viejo problema: el uso del espacio público. Si ahora tenemos la posibilidad de mayor participación (relativa) en la difusión de ideas, en el debate y el análisis de los temas importantes de la sociedad, ello no quiere decir que el nuevo espacio represente por sí sólo una mejoría. Se trata de una herramienta que responderá única y exclusivamente a los usos que le demos, a cómo aprovechamos el nuevo potencial que nos ofrece la tecnología y a qué fines perseguimos al usar los nuevos mecanismos de participación.

Si se repiten los mismos vicios de siempre, como la calumnia fácil, la crítica estéril, la desinformación, el ataque sectario o la venta de la voz ciudadana a intereses partidarios o comerciales, no mejoraremos en nada. Al contrario, aumentaremos el caos y la desinformación y terminaremos desaprovechando el nuevo espacio que tenemos para generar ideas y debatir en busca de una sociedad mejor.

Es necesario que aprendamos a utilizar correctamente los mecanismos de participación ciudadana, para tener una opinión pública fuerte y respetable, que haga respetar los derechos de la gente.

(*) Periodista
www.vivaparaguay.com