viernes, 29 de abril de 2011

La derrama económica: en busca de mayor equidad

Por Héctor Farina Ojeda

Hablar de derrama económica implica hablar de generación de riqueza y de la distribución de esa riqueza. Se dice que hay derrama económica cuando los ingresos de cierta actividad se distribuyen en varios sectores y alcanzan a las personas de diferentes oficios, niveles socioeconómicos y condiciones laborales. Un ejemplo es el turismo: los turistas llegan y van gastando su dinero en diferentes productos y servicios: desde el medio de transporte, ya sea terrestre o aéreo, el hotel, el taxi, la comida y todo lo que consume un turista en una visita.

Si pensamos en la actividad económica en función de la derrama veremos su importancia. Sólo durante el periodo de Semana Santa, en Puerto Vallarta hubo una derrama de 50 millones de dólares. Este ingreso alcanza a muchos sectores y muchas personas que dependen de la actividad turística: repuntaron las ventas de los vendedores ambulantes, del mercado de artesanías, de los bares y restaurantes, y la actividad hotelera en general.

En un contexto más amplio, si consideramos las cuatro principales fuentes de ingreso que tiene México -el petróleo, las remesas, el turismo y las exportaciones de las maquiladoras-, tenemos que el turismo quizá represente la forma más equitativa de distribución de la riqueza, pues la derrama económica llega a muchas personas y familias. Las remesas también son distributivas pero su naturaleza es distinta, pues no es una actividad en sí, sino el resultado del trabajo de las personas en diferentes sectores, que tuvieron que irse a otro país en busca del trabajo que no encontraron en el suyo. En cambio, los ingresos del petróleo y las maquiladoras se concentran en pocas manos.

Tenemos que pensar la derrama económica en nuestro contexto de necesidades y potencialidades: con más de 50 millones de personas en situación de pobreza, con 2.5 millones de desempleados, y con una gran desigualdad social, hay que fomentar la generación de más ingresos y trabajar en una mejor distribución. Y en el caso del turismo, el año pasado generó ingresos a México por 11.800 millones de dólares.

Para lograr una mayor derrama económica no basta con impulsar grandes obras ni lograr ingresos, se debe trabajar en los cimientos de la sociedad, con la gente, para darles un oficio, preparación y las condiciones necesarias para que puedan generar y aprovechar mejor la riqueza que llega a sus manos. Y este trabajo con la gente puede llevarnos al desarrollo de una cultura emprendedora y de la microempresa, de forma tal que la derrama no sea solo un beneficio momentáneo ni concentrado en pocas manos sino que sea la fuente que alimente todo un sistema de generación de empleo y riqueza.

Evidentemente, hay fuentes de ingreso importantes, pero el reto radica en una explotación más justa, distributiva y con proyección en el tiempo.

(*) Periodista y profesor universitario

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.

jueves, 21 de abril de 2011

El bono demográfico: retos, oportunidades y riesgos

Por Héctor Farina Ojeda (*)

Tener un porcentaje grande de población joven, en edad de trabajar y producir, constituye una gran oportunidad para el desarrollo de cualquier sociedad. Es lo que se conoce como el “bono demográfico”, que implica que la mayor parte de la población está en condiciones de trabajar y generar riqueza, mientras que el porcentaje de personas que no está en edad laboral es minoritario.

En este sentido, México es uno de los países favorecidos por el bono demográfico y podría aprovecharlo para impulsar con fuerza el desarrollo: cuenta con 112 millones de habitantes, de los cuales unos 53 millones (47%) tienen menos de 24 años; en tanto, dentro de este grupo hay 20.9 millones de jóvenes que tienen entre 15 y 24 años de edad.

Esto nos habla de que hay toda una generación de gente joven que está en su mejor momento para generar riqueza, hacer crecer la economía y lograr con ello una situación favorable para disminuir los índices de pobreza, desigualdad y exclusión. Contamos con la mano de obra, con la fuerza de trabajo y hay mucho por construir. Pero, la pregunta que salta en este contexto es bajo qué condiciones se desarrollan actualmente los jóvenes. ¿Qué tipo de generación se está construyendo con miras al futuro?

Lo dijo claramente el rector de la UNAM, José Narro Robles: no se está utilizando favorablemente el bono demográfico, lo que implica que en 20 años podría transformarse en un pagaré. En otras palabras, los jóvenes de hoy no están recibiendo la mejor educación, no tienen las oportunidades que requieren en materia de empleo y no están desarrollando su potencial en el mercado, por lo que en dos décadas podríamos tener una generación de adultos sin la preparación adecuada, sin una condición económica estable y sobre todo se tendrá una generación que no supo o no pudo aprovechar su mejor momento.

El panorama de los jóvenes no es ciertamente el más alentador: el desempleo juvenil prácticamente se duplicó en la última década, pasando de 5.3 a 10.3%; 6 de cada 10 jóvenes no estudian la preparatoria ni la universidad; hay 15 millones de jóvenes de entre 12 y 29 años en situación de pobreza; hay más de 7 millones de “ninis”, que ni estudian ni trabajan, mientras que hay un aumento alarmante del analfabetismo funcional: 7 de cada 10 jóvenes de secundaria no cumplen con los objetivos fijados en los planes de estudio, según datos del Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE).

Estos datos ubican a México en un serio conflicto: mientras tiene una gran cantidad de jóvenes que podrían detonar con fuerza el desarrollo de su economía, no está generando las mejores condiciones para que esa generación tenga la preparación adecuada para hacerle frente a los desafíos del mercado laboral. En otras palabras, se cuenta con la fuerza de trabajo pero no con el conocimiento y el profesionalismo necesarios para tener mayor productividad y una economía competitiva. Por eso dice Narro que el bono demográfico podría convertirse en un pagaré: si no se aprovecha ahora, habrá que pagarlo dentro de años y el costo será perjudicial para todos.

El reto que se tiene es claro: invertir más en la juventud, mejorar los niveles de educación y hacer que la preparación sea un elemento fundamental para que cuando los jóvenes lleguen al mercado laboral, lo hagan como profesionales calificados y puedan generar riqueza, con creatividad e inteligencia. De lo contrario, se mantendrán los elevados índices de desempleo juvenil, persistirá la falta de competitividad y de oportunidades, pues no se tendrá con qué hacer que la economía mejore. Y los jóvenes no podrán acceder a trabajos bien remunerados, sino que estarán a merced de “lo que se ofrezca”.

El riesgo frente al bono demográfico es que se desaproveche la coyuntura y que dentro de un par de décadas tengamos una generación de personas poco preparadas, sin competitividad y sin una noción clara de cómo solucionar los grandes problemas que aquejan a la sociedad. Esto afectaría a toda la economía y evidentemente no contribuiría a corregir la situación de pobreza, precariedad y falta de oportunidades que afectan a gran parte de la población.

Es el momento de invertir en la juventud, para que mañana sean los jóvenes los responsables de construir un país más desarrollado y menos injusto, y que no terminen siendo un problema que tengamos que cargar.

(*) Periodista y profesor universitario

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.

domingo, 10 de abril de 2011

México, un mercado de oportunidades


Por Héctor Farina Ojeda (*)

Una de las necesidades imperiosas para la economía paraguaya es lograr niveles altos de competitividad para mejorar el acceso que tienen los productos a los mercados internacionales. Pero además de una mirada interna hacia la calidad de lo que producimos, necesitamos una mirada hacia el exterior que apunte a aprovechar mejor aquellos mercados en donde tenemos oportunidades. Y uno de los mercados que podríamos aprovechar mejor es el de México.

Con 112 millones de habitantes, con un abanico de consumo que abarca un amplio número de productos y servicios, México representa un potencial enorme tanto para las exportaciones, como para la atracción de inversiones y el desarrollo de proyectos mancomunados. Tras la crisis económica global, que afectó fuertemente a México entre 2008 y 2009, este país tuvo un crecimiento de 5.5% el año pasado y mantiene la proyección de mejoría de su economía para 2011 y 2012. Y algo muy importante: los mexicanos saben que tienen una dependencia excesiva de Estados Unidos, a donde se destina más del 80% de las exportaciones, por lo que requieren buscar nuevos socios para minimizar el elevado riesgo que se tiene al depender de un solo mercado.

Por eso, recientemente México firmó un Tratado de Libre Comercio con Perú con miras a incrementar el intercambio comercial bilateral –que el año pasado fue de “apenas” 1.413 millones de dólares-, además de apuntar hacia el gran mercado asiático, sobre todo a China.

En este contexto, debemos pensar cómo aprovechar la coyuntura y mejorar nuestro comercio con el país azteca. El año pasado el intercambio comercial fue por un monto de 180 millones de dólares, lo que representó un incremento de 75% frente a 2009, pero todavía las exportaciones paraguayas son escasas frente a todo el potencial de consumo que tiene el mercado mexicano.

Tenemos en frente un mercado de oportunidades que no debemos desaprovechar, ya que no sólo sería una fuente de generación de ingresos y empleos, sino que permitiría minimizar la dependencia paraguaya de un Mercosur que en 20 años de funcionamiento ha generado más trabas e injusticias que beneficios para los paraguayos. México puede adquirir toda la oferta exportadora nacional, desde los productos agrícolas hasta los industrializados –como las confecciones- y los bienes intangibles que dependen del conocimiento.

Para mejorar la economía, Paraguay necesita dos cosas fundamentales: mejorar su competitividad –primero- y aprovechar mejor las oportunidades en los mercados internacionales. Y en este sentido, México se muestra como un socio atractivo que podría convertirse en un aliado que contribuya a detonar el potencial que existe en numerosos sectores de la economía nacional.

(*) Periodista y profesor universitario.
Desde Guadalajara, Jalisco, México


Publicado en el suplemento especializado en economía y negocios "Estrategia", del Diario La Nación, de Paraguay,

domingo, 3 de abril de 2011

La palabra, elemento formador de sociedades

Por Héctor Farina Ojeda (*)

La palabra representa, sin lugar a dudas, un factor fundamental en la construcción de las sociedades. Es partir de la capacidad que tenemos de comunicarnos, de expresar ideas y de entablar discusiones, cuando podemos establecer las formas de relacionamiento que nos llevan a un orden social. Y es la palabra la herramienta fundamental que se traduce en formas de vida que nos identifican como pueblo, cultura o país: nuestro lenguaje, nuestra forma de expresarnos, de informarnos y de hacer una comunicación con el otro, son la base de cualquier proyecto que queramos emprender en forma individual o colectiva.

En los tiempos actuales, en un mundo tan comunicado, la palabra trasciende a nuestra forma de vida y determina muchas de las condiciones en las que vivimos. Esto está representado en la famosa fórmula del filósofo y educador norteamericano John Dewey, quien decía que: comunicación + comunidad = democracia. Es decir, para que exista democracia, con igualdad de oportunidades, necesariamente se necesita de una comunidad informada y comunicada, que tenga la posibilidad de acceder a las informaciones que son importantes para tomar cualquier decisión vinculada a la vida de las personas.

Ante la necesidad imperiosa de comunicarnos más y mejor, de recuperar la palabra como elemento formador de nuestra vida, la aparición de un medio de comunicación de las voces de una comunidad siempre será un hecho notable: la diversidad de opiniones, la expresión libre, la difusión y combinación de ideas, son demasiado importantes como para que estén limitadas a ciertos sectores. Todos debemos hacer de la palabra una herramienta para mejorar nuestro entorno y para proyectarnos hacia una comunidad con más oportunidades para todos. Y para eso, tenemos que expresarnos más, comunicarnos más y dejar que sean las voces las que hablen y no solo el silencio.

(*) Periodista y profesor universitario.

sábado, 2 de abril de 2011

El perfil de los lectores de periódicos en línea, Héctor Farina

Entrevista al Mtro. Héctor Farina Ojeda, Coordinador de la Carrera de Periodismo del Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara sobre el "Perfil de lectores de periódicos en línea".

Especial para el Centro de Formación en Periodismo Digital, de la Universidad de Guadalajara, México.