
La hermosa y nostálgica ciudad de Asunción, bordeada por el Río Paraguay, parece una postal eterna que vive en los recuerdos de los paraguayos que tuvieron que irse.
Pensar en el Paraguay desde lejos, tratar de mejorarlo y generar condiciones para volver, son desafíos válidos que deben sumarse a los esfuerzos de los que pelean desde adentro. El tema de los "exiliados" lo he tratado en varios artículos este año, como en Un país en fuga, Los de afuera, El desempleo voraz y El problema del reconocimiento (ver archivo), entre otros.
Vale la pena leer las obras de Augusto Roa Bastos y de Gabriel Casaccia, dos escritores que supieron pintar la realidad paraguaya desde la crueldad del exilio. Además de las tres novelas sobre el monoteísmo del poder de Roa, Hijo de hombre (1959), Yo, el Supremo (1974) y El fiscal (1993), recomiendo La Babosa (1952) , La llaga (1963) y Los exiliados (1966), de Casaccia.
Los paraguayos tenemos mucho que hacer por nuestra patria chica -el Paraguay- desde cualquier lugar de la patria grande en el que nos encontremos. Vale la pena luchar y superarse. La pregunta es: ¿Qué estamos haciendo para mejorar?
Héctor Farina
1 comentario:
Tú haces un chingo. Feliz navidad!!
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