domingo, 2 de diciembre de 2007

En busca de una política industrial

Por Héctor Farina (*)

Los problemas derivados de la falta de desarrollo de las empresas e industrias en el país, sobre todo en lo referente a la generación de empleos, hasta ahora no han sido atendidos correctamente, en tanto se repiten los reclamos y los intentos de cubrir con parches las fallas estructurales que requieren soluciones de fondo. Se suceden los ministros y viceministros de Industria, se lanzan y relanzan proyectos, se crean nuevos organismos, se reparten fondos en mesas, comisiones e iniciativas, pero no se ataca un problema central: la falta de una política industrial.

No hay una planificación clara de qué es lo que se quiere para el sector industrial, de cómo hacer que las industrias prosperen y generen empleos y riqueza. Hay quizás tantas iniciativas y proyectos como reclamos, pero esto se parece a un cambalache en el que se intercambian protestas por parches, promesas por reclamos y limosnas por trabajo, cuando lo que se requiere es una política de desarrollo que marque claramente la línea hacia el crecimiento.

Dentro de este caos, hay casos emblemáticos como los de la industria confeccionista y la industria calzadista. Ambos sectores vienen haciendo los mismos reclamos desde principios de los años 90’ , mientras el Gobierno no atina a reaccionar con tino y deja que el contrabando, la informalidad y la falta de competitividad se lleven miles de puestos de trabajo que los paraguayos necesitan. Tanto confeccionistas como calzadistas fueron literalmente arrasados por la competencia asiática: las prendas de vestir y los calzados ingresan de contrabando y se venden a precios irrisorios con los que la industria nacional no puede competir.

Como respuesta, el Gobierno, que no tiene una política industrial, ensayó sus recetas de manual que nunca funcionaron, como aplicar aranceles a la importación sin lograr que se cumplan, hacer “comisiones” y “operativos” anticontrabando, y alguna que otra redada contra comerciantes minoristas -a fin de captar la atención de los medios-, mientras las industrias seguían cerrando por no poder competir. A pesar de los años, de los gobiernos y los proyectos, la situación no ha cambiado mucho, aunque hay algunos signos alentadores como las crecientes exportaciones de los confeccionistas.

Estos ejemplos deberían ser más que claros para que el Gobierno y los industriales trabajen en la planificación de una política industrial que permita mejorar la competitividad de los productos nacionales y se puedan superar males endémicos como el contrabando y la pérdida de mercados. Lo fundamental es tener una planificación que permita a las industrias crecer y generar empleos, competir y exportar, de manera tal a que se generen empleos y oportunidades para el desarrollo.

Una política industrial debe incentivar el desarrollo y generar las condiciones para ello. Se requieren sistemas de financiamiento concretos, incentivar la inversión en tecnología y la capacitación de los trabajadores, un sistema tributario que favorezca la producción y fomente las exportaciones, rutas en buen estado y facilidades para el transporte, todo esto dentro de una campaña agresiva que fomente la competitividad de la producción paraguaya. Igualmente, se tiene que resolver el problema de las injusticias del Mercosur, pues mientras brasileños y argentinos traban las exportaciones paraguayas, el mercado paraguayo sufre por la invasión de productos extranjeros ilegales.

El gran desafío es articular en forma planificada todas las necesidades y potencialidades del sector industrial, para poder solucionar los problemas de fondo que frenan el desarrollo y no seguir dependiendo de reclamos, llantos, parches y promesas que no sirven más que para prolongar la agonía.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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