domingo, 9 de septiembre de 2007

El desempleo voraz

Por Héctor Farina (*)

Uno de cada tres paraguayos tiene problemas de empleo, es decir que no tiene trabajo o está subempleado, de manera que la tercera parte de la población no tiene ahora forma de ganarse la vida directamente en el mercado laboral o apenas consigue trabajos precarios, mal pagados, con los que difícilmente se puede sobrevivir de manera digna. Estos datos del propio Gobierno muestran con aguda crudeza la situación de falta de oportunidades que aflige al país: no se crean las suficientes fuentes de empleo y como resultado se tiene una fuga masiva de mano de obra, de cerebros, y de esperanzas -por un lado-, y una sociedad más empobrecida, por el otro.

El tema del empleo es uno de los eternos ejes proselitistas de los candidatos y partidos políticos, que prometen siempre darle oportunidades a una ciudadanía cada día más desesperanzada, pero al final toman al Estado como un botín que sirve para pagar los favores de los que aportaron a las campañas políticas y no se preocupan por crear una verdadera política de empleos y crecimiento económico que beneficie a todos.

Recuerdo la promesa de Ernst Bergen cuando en agosto de 2003 asumió el cargo de ministro de Industria y Comercio en el inicio del gobierno de Duarte Frutos. “Empleos”, esa era la palabra mágica en la que se centraba el plan de trabajo de Bergen al frente de la estratégica cartera de Estado. Pero a lo largo de su administración y de las que siguieron luego, lo que fue creciendo es el número de programas, planes, proyectos, comisiones, mesas sectoriales y nuevas dependencias con jugosos salarios, pero con escasos resultados. Se gastó dinero en hacer planes para todo: exportaciones, inversiones, ruedas de negocios, giras, simplificación de trámites, presentaciones de proyectos en el exterior…Pero ni los costosos viajes ni los millonarios salarios a funcionarios y consultores se transformaron en resultados válidos para la creación de empleos.

Mientras las autoridades sigan gastando el dinero en proyectos que apenas sirven para intentar maquillar la realidad, y mientras no se cree un plan serio de empleos y se ataque los problemas estructurales del país, está claro que seguirán cultivando los mismos esfuerzos estériles, y los resultados no serán los necesitados. No habrá más oportunidades de trabajo sólo porque se crean mesas sectoriales y redes de exportación que funcionan de fachada pero que no logran generar oportunidades más que para unos pocos avivados.

Luego de tantos proyectos y promesas, ¿dónde están las oportunidades? ¿Dónde están los empleos? Las respuestas son contundentes: los paraguayos tienen que irse del país en busca de las oportunidades que no encuentran en su tierra, tienen que probar suerte haciendo changas en condiciones hostiles y situaciones precarias, soportando los males de la distancia, la desintegración de familias y todos los pesares que deben sobrellevar para obtener recursos y procurarse una vida digna.

Todos los paraguayos deben poner punto final a las promesas estériles y exigir hechos concretos: que dejen de destinar los fondos de Itaipú y Yacyretá para campañas políticas y que los inviertan en la construcción de caminos, en la pavimentación de rutas. Que dejen de permitir que Brasil robe la energía eléctrica que le corresponde al Paraguay, que dejen de armar circos con el tema del contrabando y empiecen a fomentar la competitividad de las industrias paraguayas, que dejen de jugar con el dinero y la dignidad de la gente y empiecen a usar los recursos correctamente, promoviendo empleos, mejorando la educación y creando oportunidades para que los paraguayos no tengan que abandonar un país amenazado por el desempleo voraz. Vale la pena seguir peleando.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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