viernes, 13 de julio de 2012

La emergencia y la crisis en torno a México


Por Héctor Farina Ojeda (*)

Una de las economías de América Latina que mejor refleja las contradicciones entre la potencia emergente y el rezago es la de México. Mientras las previsiones del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico de este país indican que –de hacer las inversiones correctas en ciencia y tecnología- podría convertirse en la quinta economía mundial en 2050, por otro lado los datos en cuanto a la educación parecen anclarlo en el atraso: con 33 millones de mexicanos con rezago educativo, las limitaciones para el desarrollo y la equidad son demasiado grandes.

La economía mexicana tiene algunas peculiaridades dignas de análisis y comparaciones: tiene una enorme dependencia del mercado de Estados Unidos, a donde se destina más del 80% de las exportaciones; depende igualmente de las remesas de los migrantes que trabajan en el mercado norteamericano, en tanto el turismo se constituye en otra de las principales actividades de generación de riqueza. Si consideramos que las principales fuentes de ingreso son el petróleo, las remesas, el turismo y las exportaciones de las maquiladoras, tenemos que la dependencia del vecino del norte es aún mayor. México es una economía emergente ligada al desarrollo de una economía desarrollada.

País de contrastes, México posee un territorio lleno de recursos naturales que abarcan desde el petróleo hasta tierras fértiles, minerales, bosques y mar. Pero una gran desigualdad se ha adueñado de la población, por lo que las riquezas naturales se olvidan al contemplar los indicadores de pobreza y marginalidad. Mientras un mexicano encabeza la lista de los hombres más ricos del planeta, más de 50 millones de mexicanos viven en condiciones de pobreza. Al tiempo que la economía crece debido al mejoramiento de indicadores como las exportaciones, las inversiones extranjeras directas y el control de lo macroeconómico, también se siente el malestar por los bajos salarios, las condiciones laborales precarias, los empleos insuficientes y la falta de educación de gran parte de la población.

Es curioso que pese a tener la universidad más grande de América Latina – la Universidad Nacional Autónoma de México-, también tenga niveles de exclusión elevados y una baja inversión en ciencia y tecnología: 0.4% del Producto Interno Bruto (PIB). A pesar de tener una población joven, buenas universidades y condiciones ideales para el comercio internacional, la competitividad mexicana sigue estando rezagada, ya que ocupa el lugar 58 según el Índice Global de Competitividad que realiza el Foro Económico Mundial. Es una economía emergente, con un enorme potencial y un mundo por conquistar, pero a la vez es dependiente, con problemas de competitividad y con una necesidad imperiosa de equidad distributiva.

El caso mexicano presenta muchas enseñanzas emblemáticas para los latinoamericanos. Lo primero es saber que el crecimiento económico basado en la dependencia no es suficiente para generar desarrollo, pues la falta de un dinamismo propio hace que la economía se tambalee cada vez que el vecino mayor tiene algún inconveniente. Por otro lado, queda claro que el crecimiento económico sin inversión educativa es igual a desigualdad. Es decir, si no se invierte en la educación de la gente el resultado será el que ya conocemos: cada vez que haya un repunte de la economía, los ingresos se concentrarán en pocas manos, de forma que habrá pocos ricos y muchos pobres.

Los mexicanos, al igual que la mayoría de los latinoamericanos, están acostumbrados a danzar entre la emergencia y la crisis, entre el crecimiento económico y la desigualdad, entre las oportunidades florecientes y las perdidas. Falta atacar los fundamentos de los males, para dejar libres a las oportunidades. Hace falta incrementar y optimizar la inversión en la educación, invertir más en ciencia, tecnología e innovación, así como aprovechar el enorme talento de los jóvenes, para establecer los cimientos de una economía más competitiva, menos dependiente y menos injusta en la distribución de la riqueza. En América Latina, necesitamos lo mismo.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México.

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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