sábado, 7 de julio de 2012

Austria, turismo, riqueza y oportunidades


Por Héctor Farina Ojeda (*)

Pequeño, mediterráneo y notablemente rico. Austria es un país curioso que ha formado parte de grandes imperios y que también ha sido víctima de ocupaciones externas. Pese a poseer un territorio no muy extenso frente a países grandes como Alemania e Italia, Austria es una de las naciones más ricas del mundo, con un ingreso per cápita superior a los 45 mil dólares, con una economía social de mercado que ha equilibrado la relación entre la riqueza y los beneficios sociales, y con uno de los índices de desarrollo humano más elevados a nivel mundial.

La economía austriaca ha sido marcada por una fuerte dependencia del mercado alemán, pero en los últimos años ha venido diversificando sus mercados de exportaciones y ampliando sus relaciones comerciales, fundamentalmente gracias a su incorporación a la Unión Europea. Con un sector de servicios muy desarrollado, una fuerte industrialización y un posicionamiento comercial estratégico, los austriacos han generado fuentes de ingresos estables que han permeado hacia los diferentes estratos sociales, al igual que el trabajo es accesible a la gente, por lo que generalmente las tasas de desempleo son más bajas que en muchos países europeos. Además, algo importante es que a diferencia de naciones poderosas que generan mucha riqueza pero mantienen a los trabajadores en condiciones precarias, en Austria los trabajadores cuentan con beneficios sociales, prestaciones, buenos salarios y condiciones de trabajo que favorecen el buen desempeño, como el establecimiento de las 40 horas semanales.

Hay varios factores que contribuyen a que la riqueza sea distribuida en forma más equitativa que en muchas naciones. Uno de ellos es el nivel educativo de la gente, que hace que haya un equilibrio a la hora de tener oportunidades de empleo y de crecimiento. De acuerdo a los datos del Ministerio Federal para la Educación, las Artes y la Cultura de Austria, el 78% de la población rebasa el promedio de escolarización obligatoria que establece la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). De esta manera, aseguran que la mayoría de su población estudiará por lo menos durante 11 años y que un porcentaje elevado llegará a las universidades y egresará con un título profesional que le abra las puertas al mercado laboral. Invierten mucho en la educación, se preocupan por la investigación y la innovación, y están pendientes de mejorar su competitividad.

Otro factor importante es el turismo, que representa más del 10% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Lo curioso aquí son las formas del turismo que han sabido promover: desde el turismo de invierno, hasta el de eventos y el rural. Un invierno a gusto, una convención o congreso, o la comodidad de un hotel en el campo: estos son los atractivos que hacen que millones de turistas lleguen a este país dispuestos de repartir su riqueza y beneficiar a diferentes sectores de la sociedad.

Al igual que países como Suiza, Austria demuestra que poseer un territorio pequeño y ser mediterráneo no son impedimentos para lograr progreso, desarrollo y prosperidad para la gente. Y nos da pistas para pensar en nuestra realidad paraguaya con miras a planificar lo que podemos hacer para minimizar los escandalosos niveles de pobreza y exclusión que tenemos. Se debe hacer una oportunidad de lo que poseemos: aprovechar la situación geográfica para posicionarnos con más fuerza en el flujo comercial, promover el turismo a partir de las bondades de la naturaleza y de los eventos que pueden concentrar la atención de los países de la región. No sería mala idea promover el turismo rural en la región chaqueña, a donde los europeos vendrían gustosos a disfrutar de un ambiente natural que desconocen.

Un país pequeño como Paraguay necesita ser muy original, creativo y competitivo si quiere sobrevivir dignamente en medio de economías más grandes que oprimen y limitan. Y no basta con generar fuentes de crecimiento económico, porque el resultado ya lo conocemos: enriquecimiento de pocos y marginación para muchos. Hay que trabajar las bases para que además de hacer riqueza, la distribuyamos mejor. Y eso sólo se logra mejorando el alcance y la calidad de la educación de la gente. Empecemos por ahí.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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