jueves, 12 de agosto de 2010

México y el problema de la competitividad

Por Héctor Farina Ojeda

La fuerte crisis que afecta a Mexicana, la compañía aérea que hoy busca alternativas para seguir en el mercado, es un llamado de alerta para toda la economía del país porque apunta a un aspecto fundamental: la competitividad. “Mexicana no logró sobrevivir a la competencia interna por la falta de aplicación de mejores estrategias. Mexicana no logró ser competitiva”. Esto fue lo que dijo Juan Molinar Horcasitas, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).

La aerolínea hoy tiene una deuda de 15 mil millones de pesos, en tanto la empresa vale 11 mil millones de pesos. Y más allá de las responsabilidades por la mala situación y del futuro de esta emblemática compañía, lo cierto es que la falta de competitividad es un problema estructural grave que afecta a numerosos sectores de la economía mexicana y que debe ser atendido con soluciones de fondo para lograr un crecimiento sostenido en el país.

Cuando se habla de competitividad tenemos que entender que se trata de producir más con el menor costo posible y con la calidad suficiente para ganar las preferencias del consumidor. No se trata sólo de producir mucho, o de tener un buen producto, sino de reunir todas las condiciones para poder competir con lo que producen otras empresas.

En el caso de México, la competitividad es un tema que necesita más atención de parte de todos: mientras estamos en un proceso de recuperación de la economía, el país cayó al puesto 60 en el Indice de Competitividad Global que evalúa las economías de 133 países. México está muy lejos de los más competitivos, como Suiza, Estados Unidos y Singapur, que ocupan los tres primeros lugares, así como de Chile, el país latinoamericano mejor parado que se ubica en el puesto 30.

La competitividad es un tema que atraviesa diversos aspectos de la economía y no sólo el de las empresas: tiene que ver con la burocracia y la eficiencia de los servicios públicos, con la inseguridad, con los sistemas de comunicación y transporte, con la infraestructura, con el gerenciamiento, la planificación, con la capacitación laboral y sobre todo con la educación de las personas.

Por eso es fundamental pensar en cuáles son nuestras ventajas competitivas y en qué somos buenos para producir con calidad, con buenos precios, y en cantidades suficientes. Y no sólo se trata sólo de un tema de las empresas o los empresarios, ni mucho menos de productos concretos: la competitividad involucra a todos los ciudadanos y tiene una directa relación con el conocimiento. No debemos olvidar que las dos terceras partes de la riqueza que hoy se genera en el mundo provienen del sector de servicios, que implica directamente la venta de conocimientos, y que países como Singapur han acabado con la pobreza gracias a que su riqueza fundamental es la educación de su gente.

Para que el crecimiento económico se mantenga y no dependa sólo de factores coyunturales y externos, hace falta que se trabaje en mejorar la competitividad: con políticas orientadas a facilitar la creación de empresas, reduciendo la burocracia, mejorando la seguridad tanto física como jurídica, y sobre todo invirtiendo más en el capital humano. Y esto último, lo podemos hacer cada uno de nosotros, haciendo un esfuerzo por capacitarnos para competir en un mundo globalizado y para no quedar rezagados, porque esto significa menos oportunidades y más pobreza.

Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.

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