jueves, 8 de febrero de 2007

La exclusión digital

Por Héctor C. Farina
Periodista

La incorporación de las nuevas tecnologías de la comunicación a la vida cotidiana es uno de los hechos más notables del funcionamiento de la sociedad actual. En ese sentido, podemos decir que en la red Internet tenemos a la herramienta tecnológica más representativa de la nueva sociedad de la información, pues no sólo permite el acceso al flujo mundial de las informaciones, sino que su uso se sigue masificando, al punto de que forma parte fundamental de actividades de sectores como la economía y la educación, entre otros.

Vivimos en una época donde la información se ha convertido en la principal mercancía: de ahí el concepto de “sociedad de la información”, que es una evolución de la sociedad industrial, donde la primacía estaba en la elaboración de productos tangibles. Debido a los avances de las tecnologías de la comunicación nos encontramos en la era de la información, donde todos estamos (o deberíamos estar) conectados. El español Manuel Castells habla del “espacio de los flujos”, donde la interconexión mundial lleva a conformar la “sociedad red”.

Ahora bien, se supone que a partir del acceso a la información se accede al conocimiento, que es una consecuencia directa de informarse. Entonces tenemos que de la sociedad de la información debemos evolucionar a la sociedad del conocimiento…

Retomemos el caso del acceso a la cultura que hemos venido analizando. Ya sabemos que en Paraguay los libros tienen precios elevados, que las bibliotecas son obsoletas y que la educación no llega a gran parte de la población. Pero… ¿qué pasa con Internet, con la supercarretera de la información que nos conecta con el mundo?

En el caso de esta tecnología, también se tiene una fuerte exclusión, pero no sólo afecta al interior de la sociedad paraguaya, segregando a gran parte de la población, sino que nos excluye del acceso a las informaciones mundiales que se supone nos permitirían estar al corriente de los nuevos conocimientos.

Para graficar esta realidad, basta mencionar el informe de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), sobre la economía de la información, que a fines de 2006 ubica a Paraguay con un bajísimo nivel de conectividad a Internet, pues apenas el 3,2% tiene acceso a la red de redes. Es decir, sólo 3 de cada 100 paraguayos acceden a Internet, lo que representa que casi el 97% de la población está excluida. Esta exclusión es la que se conoce como “brecha digital” y que se siente con mucha fuerza en los países menos desarrollados, debido a que no cuentan con los recursos económicos para ponerse al día con las nuevas tecnologías.

En el caso del Paraguay, la falta de recursos se nota en los indicadores de la calidad que vida, que siguen siendo bajos: el 60 % de la población vive en situación de pobreza, y un 32% en extrema pobreza, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Con un contexto como el que tenemos, con la mayor parte de la población sumida en la pobreza, con escasas facilidades de acceso a Internet, con libros demasiado caros, con bibliotecas obsoletas, y sobre todo manteniendo el mismo sistema deficiente para la educación, el empleo y la salud… ¿cómo mejoramos el acceso a la cultura? ¿Qué medidas debemos tomar para salir del atraso y ponernos al corriente de los nuevos conocimientos?

Lo primero sería exigir y promover una política de descentralización del acceso al conocimiento, en el sentido de facilitar a toda la población centros desde donde se puedan usar las nuevas tecnologías, sin que ello implique costos elevados. Las universidades y escuelas deberían tener, sin excepción, salas de computación destinadas a que los alumnos adquieran conocimientos y no a que sean un foco más de lucro a costa de la gente. Las municipalidades, gobernaciones y otras dependencias podrían impulsar telecentros, es decir lugares donde se facilite el aprendizaje y uso de Internet, con fines más educativos que comerciales.

Mientras no se tomen medidas que disminuyan la exclusión, tanto en el acceso a las fuentes de cultura como en las oportunidades en general, no podremos salir del atraso. No podremos formar parte de la “sociedad de la información”, la “sociedad del conocimiento” y ni siquiera podríamos llamarnos “sociedad digna”.

Una sociedad es el fiel reflejo de las actitudes de los ciudadanos que la conforman. No habrá avances, mejorías ni cambios si no tomamos la iniciativa de proponer, discutir, generar y exigir resultados.

Como explicara Francisco de Quevedo en el epílogo de “El Buscón”, no cambia quien sólo muda de lugar y no de costumbres y actos. Dejemos de ser los excluidos para convertirnos en los constructores de un nuevo país.

Publicado en Paraguay News
http://www.paraguaynews.com.py/seccion.php?id=9

No hay comentarios: