viernes, 2 de febrero de 2007

El desempleo y la precariedad laboral

Por Héctor Farina (*)

El sociólogo alemán Ulrich Beck, en su obra “Un nuevo mundo feliz. La precariedad de trabajo en la era de la globalización” (2002), afirma que la consecuencia involuntaria de la utopía neoliberal del libre mercado es la "brasileñización" de Occidente, debido al parecido proceso que se está llevando a cabo en los países desarrollados, como el caso de Alemania, con relación a las condiciones laborales del Brasil, donde prácticamente la mitad de las personas laboralmente activas no tienen un empleo pleno, sino que viven de las ocupaciones informales.

El análisis indica que existe una pérdida progresiva del pleno empleo y que se está dando paso a una mayor informalidad, es decir trabajos más precarios, sin salarios seguros, sin cobertura social. Se trata del predominio de las ocupaciones fugaces y de los trabajos informales, ya que se está perdiendo el trabajo seguro que caracteriza al estado de bienestar. Esta situación lleva a una economía de riesgo, donde los principales males se perciben en los sectores sociales.

La preocupación de Beck, si bien se centra en los países desarrollados, también se puede contextualizar en los países subdesarrollados, como Paraguay. Pero aquí el problema es mucho más acuciante, angustioso y urgente, porque no se trata sólo de la pérdida del pleno empleo y de la precariedad, sino de un desempleo agresivo, de una población empobrecida, con graves carencias en materia de salud y educación y, sobre todo, con escasa creación de oportunidades.

En el Paraguay ya hasta se ha perdido la credibilidad en los indicadores de desempleo, pues las cifras oficiales y extraoficiales no consiguen reflejar la realidad de una ciudadanía desesperanzada, que no encuentra trabajo o que realiza cualquier “changa” para al menos seguir sobreviviendo en la misma precariedad. Ya no ven oportunidades más que en el exterior y por eso huyen, aún a sabiendas de que en muchos casos se encontrarán con la misma precariedad angustiante, aunque en un lugar diferente.

¿Cómo le hacemos frente a una situación marcada por el desempleo, la falta de oportunidades y la escasa preparación de la gente para buscar mejores alternativas? ¿Cómo superamos una realidad marcada por una economía mayormente informal, por la inseguridad y por la “exportación” de paraguayos como mano de obra poco calificada?

Es evidente que más allá de las promesas, el Gobierno no ha conseguido crear las condiciones necesarias para la generación de empleos, en tanto el sector privado todavía se muestra timorato y se mantiene más pendiente de la especulación que de una verdadera apuesta al país, salvo algunos sectores que constituyen la excepción. Las versiones salvadoras del Estado, como aquello de que “la macroeconomía está muy bien” y que hay crecimiento económico, ya no convencen a nadie, porque la realidad indica que la microeconomía no mejora y ello se nota en el bolsillo del ciudadano común.

Debemos buscar alternativas para evitar que el país siga expulsando a los ciudadanos hacia mercados foráneos. Hay que crear oportunidades por nosotros mismos y exigir a las autoridades que dejen la prebenda y el amiguismo, y que cumplan con darle a la gente lo que se merece: trabajo, educación y salud.

Si no nos plantamos nosotros a defender nuestro país, nuestro trabajo, nuestra educación y nuestra dignidad como paraguayos, es evidente que nadie lo hará y entonces seremos cómplices de la precariedad en la que vivimos. Si no reaccionan los ciudadanos, de nada servirá que cambien las autoridades, que se anuncien programas de empleo o que se cumplan requisitos democráticos como las elecciones… La realidad nos irá golpeando hasta que aprendamos a defendernos y a tomar actitudes firmes que nos garanticen un presente mejor.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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