sábado, 3 de marzo de 2012

Canadá: estabilidad, capacitación y proyección


Por Héctor Farina Ojeda (*)

Posee una de las economías más industrializadas del mundo y ha sabido posicionarse en los primeros lugares en cuanto a calidad de vida y desarrollo humano. Canadá es un país que cuenta con una gran riqueza en materia de recursos naturales, principalmente petróleo y minerales, pero a eso le añade un factor fundamental: un elevado nivel de capacitación profesional.

La estabilidad del país se nota en un sistema financiero sólido y prudente. Y además en un crecimiento estratégico hacia los sectores de la economía del futuro: la producción de la tecnología y los servicios. El 71% de toda la riqueza que se genera en Canadá corresponde al sector de servicios, el mismo que depende del conocimiento y el profesionalismo de los recursos humanos canadienses. Es un país competitivo, que planifica y crece económicamente en forma sostenida.

La gran riqueza petrolera es una enorme ventaja -y dicen que en 2050 hará de Canadá uno de los mayores productores de petróleo, sólo por detrás de los países del mundo árabe- pero no es el único soporte de la economía. Al contrario, los canadienses dependen cada vez menos de sus materias primas y cada vez más del conocimiento. Por eso han diversificado sus ingresos, han desarrollado industrias de tecnología avanzada y han trabajado en los cimientos de cualquier emprendimiento económico: la educación de la gente.

Hoy la economía canadiense crece sobre la base de la innovación y la tecnología. Genera muchos empleos y paga buenos salarios, porque se trata de mano de obra calificada y muy competitiva, como la que hoy requiere el mundo globalizado. El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita es de cerca de 40 mil dólares, muy por encima de países de América Latina que poseen igual o mayor cantidad de riquezas naturales.

Al igual que México, Canadá tiene un relacionamiento comercial muy intenso con Estados Unidos: más del 80% de la exportaciones tiene como destino el mercado norteamericano. Pero los resultados en suelo canadiense son distintos, pues mientras México tiene elevados niveles de pobreza, no ha mejorado su competitividad y soporta un grave problema de empleo, Canadá goza de calidad de vida, progreso y empleos bien remunerados.

Algo que sin dudas marca diferencias con las economías subdesarrolladas latinoamericanas es el aprovechamiento estratégico de la riqueza: mientras algunos países continúan siendo exportadores de materia prima y dependen de la producción primaria, Canadá ha dado el salto hacia la economía del conocimiento, ha invertido en la formación de su mano de obra y con ello ha logrado que sus industrias sean competitivas y que la innovación permanente le permita ir siempre un paso adelante. Mientras los canadienses aparecen en los primeros lugares en los estudios de transparencia, en otros países se mantienen el secretismo, la corrupción, la desinformación y otros males que reproducen la pobreza y escamotean las buenas oportunidades.

Para proyectar la economía de nuestros países tenemos que aprender a ser serios y planificadores como los canadienses, así como transparentes y visionarios. El potencial de los recursos que se posee es enorme: la energía eléctrica en Paraguay, el gas en Bolivia o el petróleo en Venezuela son apenas algunos ejemplos de la gran riqueza que no ha sabido utilizarse para erradicar la pobreza o la marginación. Aprendamos a redireccionar nuestra riqueza natural y a generar el sustento para una economía de futuro: la economía del conocimiento. Esa es la transición que nos urge hacer, antes de que las bondades de la naturaleza se acaben.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México.

Publicado en el Suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay,

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