lunes, 5 de marzo de 2012

Bienestar, cohesión y calidad de vida: Dinamarca


Por Hector Farina Ojeda (*)

Famoso por su estado de bienestar moderno y próspero, por sus niveles de confianza y por la alta calidad de vida de sus habitantes, Dinamarca es uno de esos países que llaman la atención por sus logros sociales. Siguiendo el modelo escandinavo de protecciones sociales, garantiza el acceso de la sociedad a los sistemas educativos y de salud como parte del compromiso que tiene el Estado con los ciudadanos que aportan su riqueza para el funcionamiento del país.

Contrariamente a la división territorial en 407 islas, los daneses están unidos en la búsqueda de resultados que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Poseen los niveles de confianza más elevados del mundo, su sistema de transparencia política garantiza claridad en las cuentas públicas, la educación es gratuita y competitiva, al igual que los sistemas de salud, que son eficientes y sin costo para los ciudadanos. Los resultados de una sociedad organizada y planificada se notan cuando los informes internacionales ubican a Dinamarca como uno de los países con menor corrupción a nivel mundial, en tanto sus trabajadores tienen los mejores salarios del planeta.

La economía danesa se basa en la competitividad que resulta de la educación de los ciudadanos y no sólo es sólida sino que apunta a la innovación con miras a sacarle provecho a la globalización. Con un mercado laboral flexible, que promueve la contratación profesional rápida, con mano de obra competitiva y un contexto de estado de bienestar, las tasas de desempleo son muy bajas. A esto debemos sumarle un clima de negocios ideal para la radicación de inversiones, seguridad y mucha confianza para los emprendimientos.

Junto con países como Noruega y Suecia, Dinamarca comparte una política de pagar impuestos en porcentajes elevados, en la seguridad de que ello redundará en beneficio de todos. Un hecho curioso fue el que se produjo hace cinco años, cuando el gobierno danés anunció un recorte de impuestos: los ciudadanos reaccionaron con protestas y huelgas, pues para ellos una reducción de los impuestos equivalía a desatender las inversiones necesarias en educación, salud y en el estado de bienestar. Como hay transparencia y eficiencia en el gasto público, cada porcentaje de impuesto termina siendo un aporte fundamental para el mantenimiento del bienestar de la sociedad.

Sin embargo, pese a gozar de una economía sólida y de una elevada calidad de vida, los daneses son conscientes de que necesitan renovarse y reinventarse para mantener los beneficios obtenidos. Aunque aparecen periódicamente en los mejores lugares del ranking mundial de competitividad, saben que si no mejoran su sistema educativo terminarán perdiendo capacidad para competir en un mundo globalizado, lo que se reflejará en malos indicadores para la economía.

La necesidad de posicionarse en el concierto de la competencia de las naciones llevó a los daneses a crear un Consejo de la Globalización, mediante el cual buscan soluciones anticipadas a muchos aspectos centrales de la vida: mejorar la educación, la investigación científica y la tecnología; lograr un crecimiento económico sostenido, mantener la cohesión social y tender a la igualdad en cuanto a ingresos y oportunidades.

En América Latina tenemos mucho que aprender de los daneses: desde transparentar el gasto público y hacer eficiente la inversión educativa, hasta recuperar la confianza como elemento central del funcionamiento de la economía. Nos falta aprender a adelantarnos a los tiempos y anticipar las necesidades. Y esto solo lo podremos lograr en la medida en que valoremos a los que saben y comencemos a planificar el país que queremos. Menos informalidad, más confianza y más inversión con miras al futuro: con un camino planificado podemos seguir el ejemplo danés y buscar la cosecha de resultados que hoy parecen demasiado lejanos.


(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México
Correo: hecfar05@yahoo.com

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