domingo, 2 de marzo de 2008

Los temas importantes

Por Héctor Farina (*)

La proximidad de las elecciones presidenciales en el país hasta ahora no se ha reflejado en un replanteamiento serio de qué es lo que queremos como nación. Las propuestas de los candidatos siguen siendo repetitivas, generales, más próximas al populismo propio del proselitismo que a una planificación seria que permita mejorar la situación de los ciudadanos a los que tratan de convencer en busca de votos. No hay cuestionamientos serios, ni planes en debate, más bien se apunta a la descalificación y el insulto, a las declaraciones vacías de decir que uno es mejor que el otro y a prometer que tendremos un futuro mejor, aunque el pasado conocido nos demuestra que las propuestas de este tipo no sirven más que para sumar votos.

¿Dónde están los temas importantes, las estrategias concretas para mejorar la economía y la educación? ¿Dónde está el debate sobre los planes y los mecanismos para crear empleos, para evitar que los paraguayos se sigan fugando del país en busca de trabajo? ¿Por qué no vemos los planes para renegociar la posición paraguaya dentro del Mercosur, para recuperar y aprovechar los recursos energéticos, para mejorar la competitividad y evitar que las industrias sigan cerrando? ¿Y, fundamentalmente, dónde está la estrategia para tener una educación de calidad que permita al país salir del atraso?

La notable ausencia de los temas importantes en el debate presidencial y ciudadano, en los discursos y los espacios mediáticos, indica que no se ha cambiado la forma de hacer y concebir a la política, que se sigue jugando con la mentira, el populismo y el proselitismo corrupto en busca de adeptos y no de resultados. Como si fuera demasiado fácil obtener votos de la gente con promesas insulsas, saliendo ante las cámaras abrazando ancianas y besando niños, incentivando a la fidelidad por los colores, por un partido o una facción, sin necesitar más argumentos. Pareciera que con una buena pose y un discurso de lindas palabras se tuviera suficiente para tratar de convencer a la gente, sin la necesidad de vincularse con la realidad, de palpar los problemas y plantear soluciones efectivas.

Mientras el país tiene que soportar una epidemia de fiebre amarilla (una enfermedad que debería haber desaparecido hace años), con una psicosis por la falta de vacunas; mientras se sufre porque no se crean puestos de trabajo y la gente tiene que irse a otros países, por no tener una economía competitiva que asegure el crecimiento y por seguir siendo los convidados de piedra en el Mercosur, todavía se tiene que soportar las propuestas estériles de las campañas políticas. El Paraguay soporta el empobrecimiento de la gente, está siendo asfixiado en el Mercosur por los socios mayores, que bloquean sus exportaciones e impiden un comercio justo; sufre en exceso por los elevados precios del combustible que tiene que importar, pero no puede aprovechar la energía eléctrica que le corresponde y que está siendo utilizada para beneficiar al Brasil, así como debe soportar que la falta de planificación deje a la producción nacional a merced del contrabando, de la competencia desleal y de la falta de insumos básicos, como el cemento y las varillas de hierro.

Ante la situación en la que se encuentra el país y con la responsabilidad de elegir a los gobernantes para el próximo lustro, no se puede seguir tolerando las promesas divorciadas de la realidad, ni los planteamientos populistas de los que prometen miles de cosas pero son incapaces de mostrar cómo las cumplirán. Los temas importantes deben ser impuestos por las necesidades de la ciudadanía y no por la agenda proselitista de las campañas políticas. Tenemos que exigir planes concretos para saber cómo mejorarán la educación, cómo solucionarán el problema del desempleo, cómo negociarán y qué plantean para superar las injusticias del Mercosur, así como cuál será la hoja de ruta que seguiremos como país. La gente tiene derecho a exigir, cuestionar y conocer el tratamiento que se le dará a los temas importantes. Es hora de ser más críticos y no dejarnos seducir por promesas vacías y propuestas engañosas.

(*) Periodista
www.vivaparaguay.com

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