domingo, 2 de octubre de 2011

Un país por construir: desafíos y potencialidades

Por Héctor Farina Ojeda (*)

El auge económico del año pasado, en el que se tuvo un crecimiento record de 15,3%, parece no tener coincidencia con los datos que provienen del sector de la construcción. Ante un súbito aumento en la generación de riqueza, podríamos suponer que ello detonaría la inversión en obras, con un consecuente salto favorable en la industria de la construcción. Con un país por construir, en el que hay enormes potencialidades y mucha necesidad de obras y generación de empleo, la línea lógica de crecimiento debería apuntar hacia un fuerte desarrollo de todas las construcciones que se necesitan.

Sin embargo, los problemas recurrentes y paradójicos de la falta de cemento –en el país que cuenta con la mayor cuenca cementera de la región-, la escasez de varillas, la falta de materia prima y la desaceleración de ciertos sectores de la industria, nos muestran el otro lado de la moneda, en el que se notan la falta de visión de la construcción de un país y la incapacidad de una planificación del rumbo económico que nos permita lograr desarrollo y sostenibilidad. Mientras tenemos todo por construir, nuestro proceso de construcción se da a los tumbos, con golpes de coyuntura, con inversiones aisladas y con mucho dinero perdido en parches que no solucionan problemas de fondo.

La mediterraneidad del Paraguay, que representa un sobrecosto del 43% para las exportaciones, debería obligarnos a construir en forma urgente carreteras, puentes, caminos y todo tipo de infraestructura vial para mejorar las comunicaciones y elevar la competitividad del país. No solo estamos ante la necesidad de construir para incentivar la generación de empleos, sino para la proyección de una economía competitiva, que tenga las condiciones que hoy requiere un mundo globalizado. Pero, a pesar de las necesidades y potencialidades, seguimos padeciendo la carencia de cemento y los constantes frenos a la industria de la construcción, que se grafican con la caída de casi 10% que sufrió el sector en el segundo trimestre de este año.

El Paraguay sufre por la carencia de rutas en buen estado, por la inestabilidad de su economía y por la incapacidad de generar empleos que ayuden a contrarrestar los elevados niveles de pobreza. Y, curiosamente, cuenta con los recursos para combatir estos malestares, pero faltan ideas, planificación y capacidad de gestión.

En un país en donde tenemos todo por construir deberíamos empezar por aplicar la inteligencia y la autogestión para la explotación de recursos y para cubrir las demandas. Bastaría con planificar un sistema de carreteras para comunicar a las comunidades nacionales con las principales rutas para el comercio en la región, para detonar la demanda en el sector de la construcción e incentivar su desarrollo. Se pueden encontrar muchos mecanismos de financiación, desde el sistema de concesiones hasta la decisión política de hacer de la construcción de obras una inversión estratégica para el desarrollo, la mejor comunicación, la creación de empleos y el mantenimiento de un dinamismo económico propio que nos proteja de eventuales recesiones.

Tenemos que dejar de depender de préstamos internacionales y de proyectos esporádicos, para hacerlo todo en forma planificada y con visión de largo alcance. Las ciudades y los pueblos que requieren comunicación, deberían promover sistemas de autogestión y autofinanciamiento para construir obras de infraestructura. Un buen convenio entre una ciudad y la industria cementera nacional, para pavimentar las calles con cemento, podría servir para obligar a la INC a que modernice sus obsoletas fábricas, que mejore su competitividad y que se convierta en una empresa eficiente. Si pavimentamos las calles con cemento nacional lograremos varias cosas: generar demanda para la INC, crear empleos, facilitar las comunicaciones y, sobre todo, hacer que los recursos propios se conviertan en generadores de riqueza, la misma riqueza que puede invertirse en el interior del país, para potenciar lo que tenemos.

En un país por construir no podemos estar a merced de la negligencia, la corrupción en empresas estatales o la ineficiencia para planificar. Dejemos de depender del asfalto que no tenemos, para potenciar el cemento que nos sobra. Con buenos proyectos y con una utilización estratégica de nuestros recursos, podemos lograr una década de obras, de crecimiento económico y de mejoramiento de la capacidad de competir. No necesitamos de nadie más que de nosotros mismos.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en el suplemento especializado en economía y negocios "Estrategia", del Diario La Nación, de Paraguay.

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