martes, 28 de octubre de 2008

La precarización y la censura

Por Héctor Farina (*)

La precarización de las condiciones laborales de los periodistas, así como la censura y la autocensura en el ejercicio del periodismo son las preocupaciones resultantes de una encuesta realizada recientemente por el Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP). Los datos indican una pobreza grave en materia de seguridad social, pues el 90% de los trabajadores de prensa no tienen derecho a pensión por jubilación, debido a que no están registrados en el Instituto de Previsión Social (IPS). Igualmente, uno de cada tres trabajadores no tiene un contrato laboral, mientras que del 56% de los que sí lo tienen, sólo la mitad posee uno escrito. A esto se le debe sumar la poca oferta de empleo en el sector, los malos salarios y en general una suma de condiciones precarias.

Otro de los datos alarmantes –aunque realmente no representa ninguna novedad- es el relativo a la censura: el 58% de los encuestados manifiesta haber sido víctima de la censura como una forma de agresión, en tanto otros tipos de agresión son las amenazas (29,2%), el acoso moral (29,1%) y las agresiones físicas (12,5%). En otro aspecto, tenemos que además de la censura por parte de los medios, los periodistas se autocensuran en un 39,1%, de acuerdo a los resultados.

La situación de precariedad laboral nos indica que los periodistas no tienen la seguridad necesaria para ejercer su trabajo con libertad: temerosos de las sanciones, de los despidos y el desempleo, se mueven con pies de plomo, pendientes de operar de acuerdo a los requerimientos de las empresas y no conforme a los principios de la profesión. Los periodistas no pueden hacer investigaciones si no cuentan con el respaldo de sus medios, al mismo tiempo que se vuelven más vulnerables a las presiones externas, como las amenazas, las agresiones verbales o físicas, o la censura impuesta desde las esferas del gobierno.

La organización de los medios de comunicación, así como la naturaleza corporativa de las empresas periodísticas imponen también un cierto tipo de censura que lleva a los periodistas a dejar de lado ciertos temas dentro de sus rutinas de producción de noticias. Si los mismos medios levantan murallas para que los anunciantes, los empresarios amigos y los bandos políticos afines se conviertan en intocables, los periodistas quedan amputados en su libertad de expresión y deben elegir entre aceptar las condiciones de la empresa, renunciar o en todo caso buscar otros canales para poder informar sin limitaciones. Todo esto nos lleva a una práctica común pero poco comentada y hasta olvidada: la autocensura. Cuando los periodistas saben que ciertos temas no serán publicados porque la redacción o porque la empresa así lo disponen, simplemente los dejan de lado y no los consideran importantes dentro de su rutina de producción noticiosa. Y entonces hasta se olvidan de la censura impuesta, porque difunden sólo los temas que saben que tienen vía libre.

Las condiciones de precariedad laboral, la falta de profesionalización de la prensa, los consuetudinarios mecanismos de censura y, sobre todo, los últimos escándalos de corrupción que salpicaron a empresas y profesionales “domesticados” con el dinero de Itaipú, deben llamarnos a una profunda reflexión que nos lleve a definir qué tipo de prensa queremos y cómo la vamos a construir. Necesitamos una mayor profesionalización de los trabajadores de la prensa y un justo reconocimiento de parte de las empresas, de manera que tengamos periodistas más preparados y condiciones firmes para ejercer la libertad de expresión y lograr calidad informativa. Debemos entender que los medios de comunicación deben ser libres para informar y que deben dar la misma libertad a sus trabajadores. El trabajo de la prensa no puede estar controlado por la publicidad o por las presiones políticas, debe ser independiente y para ello se debe establecer una clara división entre la publicidad y la información.

Para tener una prensa que ofrezca calidad informativa, necesitamos periodistas con mayor preparación y empresas más responsables, que comprendan el valor de invertir más en sus trabajadores. Sólo si asumimos el compromiso de ser responsables en el manejo de los medios y de la información, le devolveremos a la gente el derecho de recibir informaciones veraces y ecuánimes.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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