lunes, 15 de septiembre de 2008

La urgencia de recuperar la educación

Por Héctor Farina (*)

Los pasos iniciales y los anuncios del Gobierno abren una puerta de esperanza hacia un objetivo clave: la urgencia de recuperar la educación como motor del desarrollo. Décadas de atraso y oscurantismo, una población empobrecida que se debate entre las precariedades resultantes de su poca preparación y la corrupción estructural de los gobiernos, el desempleo y las pocas oportunidades, son males a los que hay que poner punto final. Y el camino pasa por convertir a la educación en una causa nacional, en un esfuerzo conjunto que nos lleve a tener ciudadanos más preparados y una sociedad con un nivel de conocimientos suficientes para competir y dejar de lado los males del subdesarrollo.

En este sentido, el presupuesto inicial planteado por el Gobierno indica que para el 2009 habrá un aumento de apenas el 2,4% de lo destinado a la educación, en comparación con el 2008. La cifra se ubica en torno al 4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, aunque todavía falta ver si el presupuesto será aprobado y ejecutado como corresponde, pues la experiencia nos dice que por lo general los fondos nominados nunca terminan siendo íntegramente ejecutados, ni mucho menos destinados a atacar las verdaderas necesidades educativas. Son los resultados de la inversión y la administración de los recursos los que echarán luz sobre lo engañosos o realistas que pueden ser los presupuestos y las iniciativas.

La despolitización del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) anunciada por el presidente de la República constituirá sin lugar a dudas un paso fundamental en el proceso de reorientar los esfuerzos y las inversiones hacia las necesidades educativas de la población. Dejar de lado las prácticas corruptas que durante décadas beneficiaron a los politiqueros, oportunistas y ladrones mientras se desangraba al país y se condenaba a la población a la ignorancia, es una urgencia que no puede ser postergada.

Reorientar los pasos de la educación implica la depuración del MEC, poner fin a los robos, los planilleros, la malversación de los fondos, a las cajas chicas de los jerarcas de turno y al abuso del poder que privilegia a los correligionarios y amigos. Mientras innumerables escuelas no tienen sillas ni mesas, ni mucho menos libros para los alumnos, el despilfarro de fondos en campañas políticas y el ocultamiento de los materiales educativos en depósitos son una bofetada a la dignidad de un pueblo que necesita aprender. Secuestrar el conocimiento de esta manera equivale a robarle el futuro a millones de paraguayos que mañana no tendrán oportunidades, tal como ocurrió con las incontables víctimas de la dictadura que todavía soportan el castigo de no haber aprendido a leer y escribir, de no haber podido estudiar y tener una profesión.

Una señal clara del nuevo gobierno será ponerle fin a la impunidad y la desfachatez en el manejo de los recursos destinados a la educación, de manera que se sancione a todo aquel que abuse del poder, que desvíe fondos o se aproveche de su posición para lucrar en desmedro de la educación. En ese sentido, la transparencia de la administración del MEC será fundamental para que la ciudadanía sepa cómo y en qué se gasta el dinero que debe destinarse a educar a los niños, a tener jóvenes más preparados y con mayores oportunidades de desarrollo.

Invertir el 4% del PIB en la capacitación de los paraguayos no bastará para corregir décadas de atraso y vicios estructurales, por lo que necesariamente los recursos deben ser bien utilizados en ampliar el alcance de la educación, así como en mejorar la calidad de lo que se enseña y se aprende. El Paraguay necesita por lo menos duplicar la inversión en educación para ser competitivo, de manera que no hay margen de error para el año siguiente: cada guaraní invertido debe generar resultados favorables. Se necesita no sólo una computadora por alumno, sino un acceso verdadero de los estudiantes a las nuevas tecnologías como Internet, a los libros y los conocimientos para ser competitivos en un mundo que no tiene piedad de los rezagados.

Poner fin a la corrupción en el MEC es sólo el primer paso que se debe dar. Miles de maestros esperan un justo reconocimiento, salarios dignos y condiciones propicias para enseñar. En tanto los estudiantes requieren que se facilite el acceso a la tecnología, que se promocione la lectura y que se distribuyan libros, que haya un boleto universitario y que se bajen los costos para acceder a la educación. Los paraguayos debemos recuperar la educación y convertirnos en los verdaderos agentes del cambio, mientras las autoridades deben entender que invertir en la gente es la mejor manera de construir una nueva sociedad.

(*) Periodista
www.vivaparaguay.com

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