lunes, 25 de agosto de 2008

Profesionalizar al país

Por Héctor Farina (*)

Una de las iniciativas que debemos emprender los paraguayos con miras al progreso es la profesionalización del país. Es el momento ideal, en el inicio de un nuevo gobierno y con el afán de dejar atrás un pasado de pobreza y corrupción, para rectificar rumbos e iniciar un proceso que nos lleve a ser más preparados, a valorar la educación como requisito sine qua non para el desarrollo, y a dar el reconocimiento merecido al esfuerzo y la dedicación profesional.

La falta de profesionalización en el país es uno de los problemas que venimos arrastrando desde incontables décadas, como resultado de una educación deficiente, cimentada en el atraso y la negligencia, sin perspectivas de formar realmente a ciudadanos capacitados con miras a la competencia. Los sucesivos gobiernos colorados inculcaron el desprecio por el profesionalismo, al mismo tiempo que instalaron un sistema en el que se premiaba el clientelismo, el amiguismo, el compadrazgo y el nepotismo. No hacía falta ser profesional, capacitado ni honesto: bastaba tener un amigo, un correligionario o un pañuelo colorado con olor a hurrero para acomodarse en algún puesto de la función pública y vivir a costa del Estado o, lo que es lo mismo, a costa del dinero de los paraguayos.

Las oficinas públicas siempre se llenaron de amigos, compadres y planilleros, en un claro desprecio a la formación profesional, a la idoneidad y la honestidad. Esto generó un pensamiento fatal en la gente, pues se veía a la corrupción y el amiguismo como el camino más fácil a un empleo, mientras el esfuerzo y la dedicación no necesariamente terminaban con una recompensa justa. Y la herencia que hoy tenemos es un país atrasado, carente de educación, con un Estado sobrecargado de funcionarios acostumbrados a cobrar sin cumplir, con una pobreza que afecta a la mitad de la población y con una urgente necesidad de gente capacitada que nos devuelva al camino del progreso.

Pero además de la carencia educativa y la postergación de la formación profesional, nos encontramos con que los paraguayos capacitados y profesionales no encuentran suficientes oportunidades en el mercado local. De ahí que se produzca una fuga de cerebros, talento y dedicación a otros países en donde no siempre encuentran reconocimiento, pero en donde al menos tienen la ilusión de una oportunidad para mejorar. Es lamentable que por falta de oportunidades tengamos miles de universitarios titulados que terminan paseando perros en Estados Unidos o lavando copas en España, cuando el Paraguay necesita con urgencia el talento y el trabajo de gente preparada para reconstruir el país. La ironía es demasiado cruel: no solo no se trabaja en la formación, sino que se deja escapar a los que a pesar de todo lograron educarse. Se sufre por la enfermedad y se mantiene la condena despreciando la cura.

Para superar la pobreza y el atraso debemos empezar por dejar de lado la costumbre de privilegiar a los amigos y parientes mientras se desprecia al profesional. Y el nuevo Gobierno debería ser el primero en poner el ejemplo, reemplazando a los haraganes por gente capaz y estableciendo un sistema en el cual los únicos criterios válidos para ser funcionario público sean la idoneidad y la honestidad. Eso nos llevará a ser más eficientes y a valorar el trabajo de la gente preparada.

Recuperar la educación como motor del desarrollo y reconocer el profesionalismo de los nuestros, son exigencias impostergables para un país que quiere dejar de ser uno de los más atrasados de América Latina. Se impone la necesidad de que el Gobierno canalice sus esfuerzos para mejorar la educación, generar empleos y establecer un vínculo entre las universidades y el mercado laboral. Se debe trabajar mucho no solo para frenar la desocupación y generar oportunidades para los jóvenes profesionales, sino para recuperar a los que tuvieron que emigrar. Necesitamos una política de educación y empleo que nos ayude a canalizar mejor los esfuerzos para ser competitivos y obtener resultados más beneficiosos para todos.

(*) Periodista
www.vivaparagay.com

No hay comentarios: