domingo, 6 de enero de 2008

Una muestra de desfachatez

Por Héctor Farina (*)

Las declaraciones del presidente de la República, en las que ofrece jugosos cargos públicos en entidades binacionales a cambio de que se reconozca la “victoria” de “su candidata”, tienen suficiente mérito para ingresar a la galería de la desfachatez, la grosería y la desvergüenza total en materia de política. No sólo son una confirmación insultante de la corrupción rampante y campante, sino una muestra de hasta dónde hemos caído en nuestra dignidad, nuestra capacidad de asombro y nuestro deber de reaccionar.

Ante un auditorio permisivo como el de la Junta de Gobierno y en presencia de periodistas, Duarte Frutos paseó su retórica como si estuviera en una competencia de cuentos de mal gusto, ofreciendo desde puestos en las entidades binacionales (que no le pertenecen) hasta ufanarse de citar frases de libros para justificar algo injustificable y encima enrostrar a los periodistas su falta de lectura. No le bastó con citar a Weber y a Lenin, sino que hasta los acomodó en su discurso para hacer creer a los incautos que estos dos personajes justifican el hecho de que él ofrezca puestos como soborno a sus coyunturales adversarios, de manera tal que estos le paguen “el favor” reconociendo la victoria de Blanca Ovelar en las internas partidarias, sin importar lo que digan las urnas, la justicia o los ciudadanos que votaron.

Invocar en este contexto a Weber (supongo que se refería al alemán Max Weber, 1846-1920) y ¡todavía sumarle a Lenin!, es como tirar una pelota tata (de fuego) sin forma ni gracia, pero que no obstante cumplirá con asustar a los demás: “La lucha por el poder, decía Weber, es una circunferencia ciencia y política (¿?). La lucha política y la lucha por el poder es la lucha por los espacios en la administración pública, que es el lugar, el locus decía él, desde donde se pueden materializar las ideas, las doctrinas o los principios. Fuera del Estado decía Lenin, todo es ilusión para la política”. Esto dijo Duarte Frutos orondamente sin esperar réplicas, aunque teniendo a Alderete a su diestra y custodiado por su séquito de ilustrados, también pudo haber presumido su lectura del último libro filosófico que escribió Tarzán mientras tomaba café con Da Vinci en la vieja biblioteca de Alejandría…

Además de la incoherencia de la cita, de su desubicación y de su triste sintaxis, basta decir que comparar la lucha por los espacios en la administración pública -en un afán lícito de llegar al poder o ejercerlo- con la corrupción de ofrecer cargos en entes que no son suyos para que sus adversarios “legitimen” una situación que no está en sus manos legitimar, es una muestra de desfachatez en el ejercicio del poder y de falta de respeto hacia el ciudadano honesto. Duarte Frutos demostró que no le interesa qué puestos tenga que regalar, qué recursos ajenos tenga que subastar o entregar como “premio” a sus correligionarios con tal de que él siga atado a las esferas del poder. No importan la honradez ni la decencia, ni el ciudadano ni el país, para él todo pasa por una transa que asegure su situación a costa de los demás.

Sin embargo, en una cosa estoy de acuerdo con Duarte Frutos: los periodistas tienen que leer más. Y esto es para que tengan conocimientos sólidos y no se dejen apantallar por la verborragia de un funcionario al que le basta recitar algunos versos para salir airoso de los intentos de cuestionamiento de la prensa. Si no se tiene la capacidad de diferenciar a un político de un disparatero, a una propuesta seria de un intento de soborno, o a un ejercicio lícito del poder de una corrupción grosera, definitivamente no se tendrán los elementos necesarios para construir una ciudadanía digna. Entonces, será normal que la desfachatez siga tan oronda, sin que la prensa o la ciudadanía se escandalicen ni intenten sancionar la desvergüenza.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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