domingo, 27 de enero de 2008

El fantasma de la recesión internacional

Por Héctor Farina (*)

La amenaza de una recesión en la economía de Estados Unidos, bajo la sombra de la crisis financiera e inmobiliaria, puso en alerta a todos los escenarios de la economía internacional, que empezaron a prepararse para los efectos negativos de una desaceleración en el principal motor económico mundial. Una primera advertencia fue para el sector de la construcción -tanto en EE UU como en Europa- que podría disminuir su actividad y ello repercutiría en menos puestos de empleo para los migrantes latinos y, por ende, habría un menor envío de remesas a los países de origen, con los resultados negativos para las economías respectivas.

Los analistas económicos y las autoridades de diversos gobiernos han salido al paso de las amenazas económicas tratando de aclarar el impacto que podría tener una recesión en cada caso y asumiendo “que hay una mejor preparación” de los países latinoamericanos para enfrentar los coletazos de una eventual recesión norteamericana. Tanto en Brasil como en Argentina se habla de que existen condiciones para enfrentar la recesión, amparados en su buena producción y en los precios elevados de los productos agrícolas, mientras que en México alegan que existen importantes amortiguadores, como un superávit fiscal y un bajo endeudamiento, aunque las autoridades reconocen que la economía podría crecer menos de lo previsto.

En el Paraguay, en tanto, el foco de alarma apunta principalmente a dos factores: las remesas del exterior y los ingresos por la venta de productos agrícolas, cuyos precios podrían reducirse en el mercado internacional. Como bien habíamos señalado, las remesas son como una especie de “bomba de oxígeno” que nos permite respirar por cierto tiempo, pero por sí solas no solucionan los problemas económicos. Y ahora, ante una amenaza de recesión y una posible disminución de las contrataciones en la industria de la construcción, ese oxígeno ya no es tan seguro en vista de que los paraguayos en el exterior se emplean en gran medida en este sector, así como en otros sectores vinculados que también podrían ser afectados.

La pregunta en este caso es ¿cómo se prepara el país para hacer frente a las siempre peligrosas amenazas de la economía internacional? Si bien el Gobierno dice que los efectos de una recesión internacional serían “moderados” en el país, esa moderación es relativa. En el caso de las remesas, al disminuir afectarían a mucha gente, porque se trata de ingresos distribuidos en pequeñas cantidades entre muchas familias. Mientras que al disminuir los ingresos por la venta de productos agrícolas, el impacto no tendría la misma distribución, aunque también golpearía a empleados y pequeños productores luego de afectar –principalmente- a los empresarios de mayor porte que controlan rubros como la soja.

Ante una economía globalizada y compleja se debe tener un norte claro y tomar el timón con firmeza para cuidarnos de las aguas turbulentas. Creo que el país debe apostar por tener una economía competitiva, por crear condiciones para que los productos paraguayos puedan enfrentar coyunturas como una baja cotización del dólar o una recesión en los mercados externos. Y si las remesas son tan importantes, se deberían adoptar medidas que faciliten los envíos desde el exterior, pues hoy en día representan un costo demasiado elevado que enriquece mayormente a los intermediarios, así como se debe cuidar el destino que le damos a dichos envíos.

El desafío es hacer crecer la economía, generando empleos e inversiones que apunten al desarrollo interno y que garanticen el progreso sin la necesidad de vivir dependiendo sólo de factores externos. Hay que apuntar a crear más empleos en el país, como por ejemplo en el sector de la construcción, para que tengamos opciones propias de crecimiento y dinamismo económico, y no tengamos que sentirnos tan amenazados cuando otros países son afectados por la recesión.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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