domingo, 5 de agosto de 2007

El viejo vicio de lo no previsto

Por Héctor Farina (*)

El tema de la falta de previsión, de anticipación y de planificación parece una cruel ironía en el Paraguay, un país que requiere de una construcción constante y de un crecimiento sostenido, pero que no logra superar todavía los vicios que lo anclan a una vida de repeticiones sin sentido. Mientras una sociedad empobrecida y amenazada por la fiereza de un mundo globalizado urge soluciones para salir de su estado de injusticia social y romper sus limitaciones, se sigue tropezando con las mismas piedras, como si se tratara de un eterno retorno que emprendemos siempre con la inocencia de no saber lo que encontraremos.

Pareciera como si los paraguayos tuviéramos encima la maldición de Sísifo, aquel que fue condenado a subir una roca por la cuesta de una montaña y que cuando llegaba a la cima, la roca se caía cuesta abajo y todo volvía a iniciarse: a subir la roca hasta que nuevamente se caiga…eternamente. Pero en el caso paraguayo, no es una condena impuesta, sino una especie de vicio adoptado como parte del folclore, como uno de esos sellos peculiares en la conducta que convierten en sorpresivo lo previsible y en llamativo solo aquello con lo que chocamos.

Como país seguimos sin prever las consecuencias de nuestros actos, de nuestras decisiones y de las políticas que adoptamos. Pero nos seguimos escandalizando cuando nos tropezamos con los problemas de siempre, cuando finalmente los golpes que pudimos haber evitado nos dan vuelta la cara. Seguimos reaccionando sólo ante los golpes, cuando ya el daño es palpable, cuando la gente llora y se huelen las tragedias después de consumadas. Y lo peor es que esas reacciones vuelven a caer en lo mismo: en poner parches a los problemas y mantener la imprevisión, a la espera de que se presente nuevamente algo “sorpresivo” y le apliquemos un nuevo parche.

Deberíamos aprender a pensar mirando hacia el frente, planificando y previendo lo que pudiera ocurrir. Es urgente romper el viejo vicio de lo imprevisto y ya no quedarnos a esperar los golpes para darnos cuenta de que estamos mal.

Si mantenemos la misma actitud cansina del “así nomás” o del “no pasa nada”, seguiremos soportando calles carcomidas por los baches, hospitales sin medicamentos, niños mendigando, y una sociedad cada vez más pobre. Y en realidad sería tan fácil prever que la pavimentación de las calles debe ser a prueba de fenómenos cíclicos como la lluvia, que los hospitales deben tener presupuesto para medicamentos de reserva, que los niños deben ser capacitados y no mantenidos con limosnas, y que se debe invertir en educación para no seguir limitando las posibilidades de crecimiento del país.

Si seguimos creyendo que las cosas van a cambiar haciendo siempre lo mismo, estamos condenados a la misma miseria de siempre. No esperemos un país mejor si se vota a los corruptos, porque ellos sólo nos darán más corrupción. No esperemos a que nos roben para darnos cuenta de que tenemos que hacer algo contra los ladrones. No dejemos que el país se muera, para luego darnos cuenta de que pudimos hacer algo mejor y de que debimos haber planificado una sociedad mejor si es que en realidad queríamos tenerla.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

No hay comentarios: