domingo, 23 de junio de 2013

Lejos de la ciencia


Por Héctor Farina Ojeda (*)
No es una sorpresa que la investigación científica sea una materia reprobada y pendiente en América Latina. Por ello no debe sorprendernos -aunque sí escandalizarnos- el hecho de que ninguna ciudad latinoamericana aparezca entre las 100 primeras ciudades productoras de conocimiento a nivel mundial, según los datos de un estudio publicado en la revista Nature Scientific Reports. A partir de un análisis de más de 450 mil artículos científicos publicados en los últimos 50 años, se concluye que la mayoría de las ciudades científicas se encuentran en Estados Unidos (56%), Europa (33%) y Asia (11%). Y a la luz del nivel de nuestras universidades, de la escasa inversión en investigación y de la despreocupación generalizada de los gobiernos latinoamericanos en cuanto a la producción del conocimiento, no podemos aspirar a algo diferente a lo que tenemos.

Así como ocurre con las ciudades científicas, periódicamente nos informan que las universidades latinoamericanas no figuran entre las 100 mejores a nivel mundial. Ni tenemos preponderancia en el registro de patentes ni en las invenciones, y mucho menos aparecemos como los lugares en donde se generan más conocimientos o innovaciones. Lejos de la vanguardia en ciencia y tecnología, con presupuestos todavía anclados en estructuras burocráticas obsoletas y prebendarias, los resultados del atraso se traducen en una América Latina que sigue rehuyendo a la economía del conocimiento. Como dice el ex rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, en su libro “La tragedia educativa”, parece que estamos formando una “sociedad contra el conocimiento”.

La señal que nos da el estudio sobre las ciudades científicas es una más de tantas que ya hemos recibido e ignorado. Nos lo dicen siempre los indicadores de pobreza, de exclusión, marginalidad, violencia e inseguridad que golpean a nuestras ciudades. Hay una relación directa entre lo que dejamos de hacer por la ciencia y por el conocimiento, y lo que padecemos como consecuencia. Basta con ver los números en el presupuesto de los gobiernos latinoamericanos para ver cómo la educación no ocupa un sitio de preponderancia ni alcanza los niveles mínimos de inversión que se requieren para formar sociedades preparadas. Y, en contrapartida, se destacan logros de países asiáticos o europeos en cuanto a su calidad de vida, sin alcanzar a entender que lo único que han hecho bien es lo que nosotros no hacemos: invertir en el conocimiento.

Tanto los informes de competitividad global, de inversión social, de desarrollo tecnológico o de producción científica nos han venido enrostrando la dura realidad de que estamos haciendo mal los deberes al formar sociedades. Y por eso hay educación precaria, por eso recursos humanos no aptos para la competencia, y por eso tan poca innovación y visión de futuro. En América Latina sólo Brasil y Chile invierten por lo menos 1% de su PIB en ciencia y tecnología, mientras los demás países latinoamericanos aún siguen ajenos a la necesidad de invertir en conocimiento. Pero todavía las cifras son muy lejanas a los países de primer mundo que invierten 4 o 5 veces más.

El hecho de que las ciudades latinoamericanas no figuren en el mapa de la producción científica debería obligarnos a replantear nuestra estrategia con miras a la educación: desde cuánto invertimos hasta cómo concebimos nuestras universidades. Porque si algo nos debe quedar claro en la economía del conocimiento es que menos conocimiento equivale a más pobreza.

Recuperar la calidad de las universidades, la buena enseñanza, y potenciar la investigación en ciencia y tecnología deberían ser prioridades de los gobiernos. De no hacerlo, se seguirá incrementando la brecha entre los países ricos –que generan conocimiento- y los países pobres –que viven contra el conocimiento-. Vivir lejos de la educación, la investigación y la ciencia hoy en día es sinónimo de vivir cerca de la pobreza, la corrupción y los males propios del atraso.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en "Estrategia", suplemento especializado en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.  

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