domingo, 23 de junio de 2013

Crecimiento económico y distribución


Por Héctor Farina Ojeda (*)
Paraguay ha sido noticia a nivel internacional en los últimos meses debido a los excelentes pronósticos de crecimiento económico que se tienen para los siguientes años. Hace algunos días, el último informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ubicó a Paraguay como el país que más crecimiento lograría este año entre las economías latinoamericanas, con un 10%. En tanto, los informes del gobierno paraguayo indican que el repunte podría ser del 13% en 2013, cifra que no sólo representa una mejoría notable a nivel macro sino que es una esperanza de que los ingresos que se generen alcancen a sectores necesitados, sobre todo al pensar en que el 49% de la población se encuentra en situación de pobreza, según CEPAL.

Ante los buenos indicadores que nos hacen vislumbrar un panorama favorable para la economía en general, la gran pregunta que salta es cómo lograr que esta coyuntura sea aprovechada para atender las urgentes necesidades de un país que tiene a la mitad de su gente en la precariedad, la pobreza y la escasez de oportunidades para mejorar su condición de vida. En este sentido, el crecimiento previsto para los siguientes años se debe a los buenos precios de los productos agrícolas en el mercado internacional, así como al auge en las exportaciones de carne. Igualmente, se espera un movimiento interno importante gracias al sector de la construcción, en donde se espera que no solo se genere dinamismo sino puestos de empleo en diferentes puntos del país. Ergo, de fondo hay dos cuestiones importantes: el aprovechamiento del momento para lograr un crecimiento sostenido y a largo plazo, y la distribución de la riqueza hacia sectores necesitados, de manera que la bonanza no sea concentrada en pocas manos ni termine por ahondar diferencias ya muy profundas.

Lo primero que se impone es una inversión adecuada de los recursos en los sectores que realmente construyen futuro. Así como hicieron los noruegos cuando descubrieron petróleo y lo destinaron a la educación, los paraguayos ya deberíamos tener un proyecto a largo plazo para que la riqueza momentánea que tenemos se convierta en una fuente constante de generación de bienestar. Para ello hay que atender los aspectos sociales, fundamentalmente educación y salud. Con esto no solo se impulsa una economía, sino que se logra mejorar la capacidad de la gente para acceder a oportunidades y mejorar sus ingresos, por lo que el resultado es una disminución de la pobreza y de la brecha entre ricos y pobres. Con una sociedad mejor atendida en cuestiones sociales, seguramente habrá menos marginalidad, menos exclusión y menos desigualdad en ingresos.

Para lograr que el beneficio económico llegue a todos no basta con lograr repuntes de dos dígitos sobre la base de un par de sectores, sino que hay que impulsar proyectos en donde se tenga una mayor distribución de beneficios. Invertir en infraestructura podría generar empleos, pero sobre todo hay que buscar el desarrollo del turismo, que es una de las actividades de mayor equidad distributiva de la riqueza. Al incentivar el turismo, no sólo se podrían generar millones de dólares en ingresos al país, sino que podría lograrse que los beneficios alcancen a más ciudades, más familias, más sectores y más rubros. Con una riqueza mejor distribuida, seguramente mejorará el consumo y con ello podremos aspirar a un dinamismo económico propio, que no sea tan vulnerable a los vaivenes del contexto internacional.

Con buenos pronósticos de crecimiento económico, con el bono demográfico y con un augurio de bonanza en cuanto a los precios internacionales de los productos que exportamos, Paraguay debe dar el gran salto desde la pobreza y el atraso hacia la proyección a una economía sólida y futurista. Hay que fortalecer todo lo vinculado a la ciencia y la tecnología, para que el país se posicione en el sector de servicios y pueda desarrollar una economía del conocimiento acorde con los tiempos actuales.

La gran misión del siguiente gobierno será planificar estratégicamente en qué se invertirán los recursos obtenidos del buen momento económico para lograr que los resultados se reflejen en un crecimiento sostenido y en una distribución de oportunidades y riquezas que alcance a minimizar la pobreza, la marginalidad y la exclusión. Es tiempo de invertir estratégicamente, porque difícilmente se vuelva a repetir una convergencia tan bondadosa de condiciones ideales para dar el gran salto.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en "Estrategia", un suplemento especializado en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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