sábado, 4 de mayo de 2013

Entrevista en el periódico mexicano El Informador: “Conservadores con aires de rebeldía”



Cuando Héctor Claudio Farina, periodista y profesor universitario de origen paraguayo llegó a México, gran parte de su imaginario mexicano se desmitificó. En Asunción —en donde trabajaba como reportero de la sección de Economía del diario La Nación—, escuchaba la voz de los mexicanos e imaginaba un tono golpeado, autoritario, machista, proveniente del típico personaje que tiene un sombrero grande y un bigote espeso; pero en realidad no era así.

De Guadalajara le llamó la atención el Centro Histórico. Pensó que se estaba mudando de casa, pues en Paraguay caminaba todos los días por el primer cuadro de Asunción, ciudad tranquila y nostálgica, por cuyas calles viaja el sonido de las arpas y las guitarras y pueden observarse construcciones con más de 300 años de antigüedad a un costado de un edificio ultramoderno: Guadalajara se parecía a Asunción en esa dicotomía.

Maestro y doctorante en Ciencias Sociales, Farina considera que por momentos la ciudad se muestra colonial pero sin dejar de lado su lado moderno, un jaloneo que no termina de definirse.

“Los tapatíos tienen como esa costumbre de conservar sus museos y decir ‘estos somos nosotros’, pero también ‘queremos decir que somos modernos’, entonces no importa que haya un museo de hace 300 años y que al lado pongan un estacionamiento o edificios ultramodernos”.

Durante sus primeros años en la ciudad se avecindó en las cercanías del Estadio Jalisco, en donde vivió experiencias culturales extraordinarias parecidas a las que tuvo en su país cuando asistía al Estadio Manuel Ferreira, que alberga los partidos del Olimpia, equipo del cual Farina es aficionado. Una de las experiencias que lo marcó en Guadalajara fue la culinaria. Los sábados, día en que se disputan los partidos del Atlas, Farina veía sorprendido a una señora preparando carnitas; un señor mojando en salsa una torta ahogada o sirviendo un plato de birria o menudo.

“Bibliófago”, Farina dice que los tapatíos son conservadores con visos de rebeldía pero no de revolución, “gente que tiene un pensamiento medio conservador y que por momentos se rebela, pero como decía Octavio Paz, la diferencia entre un rebelde y un revolucionario es que el rebelde es el que se separa de algo, se niega a acatar una orden, se manifiesta en contra y se separa; el revolucionario, además de eso, implanta una idea y logra cambiar un orden establecido de cosas, logra transgredir un sistema, una forma de pensar, una forma de actuar”.

Fuente: El Informador. Escrito por Gonzalo Jáuregui. Ver original aquí

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