domingo, 2 de septiembre de 2012

Colombia: café, flores e incertidumbres

Por Héctor Farina Ojeda (*)

Las economía colombiana, marcada por el aroma del café y de las flores, presenta rasgos característicos de los países latinoamericanos: dependencia del sector agrícola y de la exportación de materia prima y productos básicos, mucha riqueza en cuanto a recursos naturales, un enorme potencial de crecimiento y todavía mucho por hacer para consolidar una economía que permita revertir los niveles elevados de desigualdad que se evidencian con más del 35% de su gente en situación de pobreza. Además de las exportaciones del petróleo, del café, los minerales, las flores y otros rubros, los colombianos ahora tienen en las remesas a una de sus principales fuentes de ingreso.

Al igual que la mayoría de las economías de la región, Colombia se encuentra en un proceso de recuperación lenta pero sostenida, tras la crisis global que tuvo su punto más agudo en 2009. En este contexto, aparecen dos urgencias: generar empleos y disminuir la pobreza. Por el lado del empleo, el presidente Juan Manuel Santos informó hace unos días que se habían creado más de dos millones de puestos de trabajo en los dos últimos años -a contracorriente de lo que ocurre en los países europeos-, en tanto por el lado de las necesidades sociales tuvo que admitir que la pobreza sigue afectando a uno de cada tres colombianos, es decir, 14 millones de personas.

Los pronósticos del gobierno del país cafetero indican que este año la economía tendrá un crecimiento de 4,7%, en tanto para 2013 se continuará la tendencia con un repunte de alrededor de 4,4%. Sin embargo, estos indicadores se presentan en un contexto de advertencias: la caída del precio internacional del petróleo, las oscilaciones de la cotización de los rubros agrícolas y materia prima, la disminución de las remesas (sobre todo por la crisis de Europa y Estados Unidos) y la pérdida de la confianza de consumidores e inversionistas podrían afectar las proyecciones para los siguientes años. En un escenario de mucha dependencia de factores externos, la incertidumbre forma parte de cada proyección.

A pesar de que siempre se identifica a Colombia como el país del café, este rubro hoy no se encuentra en su mejor momento, en tanto la mayor fuente de ingresos la constituye el petróleo. La producción de café está a la baja desde hace cuatro años, además de que los productores han mermado sus ingresos debido a los menores precios y la revaluación de la moneda colombiana. Sólo el año pasado la producción de café disminuyó 12%: se produjeron 7,8 millones de sacos de 60 kilos, mientras que en 2010 la cifra fue de 8,9 millones de sacos. No obstante, el país sigue siendo referente en calidad de café y está trabajando para incrementar su volumen de producción.

Pero si hablamos de rubros no tradicionales para los latinoamericanos, un caso emblemático es el de las flores. Colombia es el segundo exportador de flores a nivel mundial -sólo superado por Holanda- y el año pasado esto representó ingresos superiores a los 1.260 millones de dólares. Unas 1.600 especies de flores se envían a 88 países, haciendo de este rubro una fuente de empleos para mucha gente.

En contexto, el caso de este país refleja muchos de los problemas de las economías latinoamericanas: la dependencia de la exportación de recursos naturales como materia prima o como productos con poco valor agregado, la falta de dinamismo propio para hacerle frente a las coyunturas del mercado global y todavía muchos resultados pendientes en materia de disminución de la pobreza, de equidad en la distribución de ingresos y en la construcción de modelos económicos que garanticen más y mejores empleos. Todavía hace falta trabajar mucho en la competitividad, en la calidad educativa y en el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Los latinoamericanos sabemos -desde hace mucho tiempo- que con economías dependientes de la exportación de materia prima o con la simple explotación de recursos naturales no lograremos revertir los niveles de pobreza y desigualdad. Sin embargo, seguimos retrasados en un mundo que exige que ingresemos a la economía del conocimiento. Seguir apostando por ingresos coyunturales y por recursos que alguna vez se acabarán no es suficiente para países que tienen la urgencia del progreso y la justicia social.

Al igual que Colombia, los países latinoamericanos tienen un enorme potencial por desarrollar. Pero necesitamos dar pasos fundamentales que siempre postergamos: más educación, más visión de futuro y menos corrupción.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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