domingo, 14 de agosto de 2011

La atracción de inversiones en una coyuntura favorable

Por Héctor Farina Ojeda (*)

La crisis económica que golpea a los Estados Unidos, en medio del problema del endeudamiento y de la disminución de la calificación de su deuda, abre una puerta enorme para América Latina en cuanto a la posible radicación de inversiones. Con mucho nerviosismo en el mercado, los capitales inquietos no están conformes con la situación norteamericana, por lo que es normal que busquen nuevos destinos para radicarse y producir ganancias. Ante este panorama de inestabilidad, las economías de América Latina aparecen como atractivas para los inversionistas y deberían ser el destino natural para que los recursos se destinen a la generación de riqueza.

En Latinoamérica tenemos suficientes atractivos para hacer que los inversionistas del mercado norteamericano vuelquen sus inversiones en proyectos de desarrollo: desde la necesidad de construir carreteras y fortalecer los sistemas de aprovechamiento de los recursos naturales, hasta el desarrollo de la tecnología como elemento dinamizador de las sociedades. Tenemos países por construir, riquezas que explotar y necesidades que satisfacer. La pregunta es cómo hacer para que converjan estos elementos y se logre un mejoramiento de las condiciones económicas en beneficio de las sociedades.

Si ubicamos nuestras reflexiones en el Paraguay, veremos que tenemos niveles muy bajos de captación de inversiones extranjeras en América Latina, muy lejos de países como Brasil, México, Perú o Chile. Pese a que tenemos la mayor producción per cápita de energía eléctrica a nivel mundial, que contamos con la mayor cuenta cementera de la región, así como notables recursos naturales que favorecen la agricultura y la ganadería, no hemos podido consolidarnos como un destino atractivo para que los inversionistas financien los emprendimientos que necesitamos. Hasta el descubrimiento de titanio en nuestro territorio suena a ironía si pensamos en la poca captación de inversión y en los malos resultados que hemos tenido a la hora de explotar las riquezas naturales con las que fuimos privilegiados.

Lo concreto es que necesitamos atraer inversiones estratégicas para dinamizar la economía mediante el desarrollo de emprendimientos, con el consecuente beneficio en cuanto a la generación de empleos y el combate a la pobreza. Y para atraer inversiones, no basta el discurso de que contamos con recursos naturales explotables, sino que necesitamos garantizar a los inversionistas que colocarán su dinero en una economía sólida, seria y con proyección en el tiempo. Para esto necesitamos con urgencia dos cosas: la planificación económica a mediano y largo plazo, y la construcción de una marca país que nos identifique ante el mundo.

La oportunidad que tenemos -coyunturalmente- para conseguir atraer inversiones no puede ser desaprovechada. Las grandes crisis son las que han detonado las grandes revoluciones, por lo que deberíamos establecer una línea de acción agresiva para aprovechar hasta las más mínimas ventajas que nos concede un mundo financiero inestable y temeroso.

Paraguay debería realizar una campaña internacional de posicionamiento del país como destino de inversiones: el sector energético, la construcción, las telecomunicaciones y muchos otros sectores deben ser puntos de referencia a los que hay que apuntar. Captar inversiones estratégicas para el desarrollo de un sistema de trenes eléctricos, aprovechando el excedente energético, podría llevarnos a solucionar en gran medida el problema del transporte, al mismo tiempo que se genera empleo y se detona el comercio. Lo que nos falta es estrategia, pues para la gran cantidad de capitales norteamericanos que buscan dónde radicarse, la inversión hasta sería una minucia.

Es hora de promover con fuerza la radicación de empresas electrointensivas, maquiladoras y de desarrollo tecnológico. Bastaría con un buen plan que garantice seguridad jurídica, facilidades burocráticas, bajos impuestos y la certeza de que habrá una planificación de la economía que garantizará un rumbo. Hasta podríamos aprovechar para hacer que las inversiones nos ayuden a superar el rezago educativo, haciendo que las empresas que invierten en la educación puedan exonerar impuestos.

Tenemos la coyuntura favorable para atraer inversiones, pero falta ver si tenemos la visión estratégica, la planificación y la seriedad que requiere un país para lograr que los capitales, cobardes por naturaleza, decidan radicarse en nuestro territorio. Si no aprendemos a aprovechar las coyunturas, posiblemente nos encontremos ante un resultado muy conocido: arrastrados por caídas ajenas, dependientes de contextos momentáneos, terminamos sin obtener recursos, sin promover el desarrollo y sin generar empleo.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Asunción, Paraguay.

Publicado en el suplemento especializado en economía y negocios "Estrategia", del Diario La Nación, de Paraguay.

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