domingo, 13 de julio de 2008

Energía, negligencia y consecuencias

Por Héctor Farina (*)

La calamitosa situación que se vive en el país por la insuficiente provisión de diésel es el resultado de la negligencia, la imprevisión y la corrupción de las autoridades en el manejo de la cuestión energética. No hay un plan energético ni una política de combustibles, por lo que se suceden las administraciones, se repiten las promesas y los escándalos, y, como consecuencia, se termina en el caos. El intento de atender los problemas del sector de combustibles siempre pasó por la aplicación de medidas transitorias, de parches temporales que nunca vislumbraron una solución de fondo. Hoy, los resultados están a la vista: el país sufre por el desabastecimiento, el transporte público está al borde del paro, los sectores productivos tienen dificultades para transportar sus productos, y todo esto desata una cadena de consecuencias perjudiciales para todos.

Cuando se decidió comprar diésel directamente de PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.), el único beneficio era el financiamiento, que permitiría “patear hacia delante” la deuda de Petropar (Petróleos Paraguayos). Es decir, ganar tiempo y pagar después. Se supone que esto serviría para estabilizar las finanzas de Petropar e invertir los recursos en la producción de combustibles alternativos, como el biodiesel y el alcohol. Los resultados indican hoy que la deuda de la petrolera estatal se ha incrementado en forma notable -superando los 320 millones de dólares-, mientras que no se ven los resultados beneficiosos que se esperaban. Los problemas siguen en la planta alcoholera de Troche, se mantienen las quejas de los cañicultores y no se ven las mejorías en la producción.

La falta de una planificación seria se nota en los resultados. Por ejemplo, en la desfachatez con la que se maneja la Industria Nacional del Cemento (INC). Cerca de 10 presidentes de la entidad en los últimos 10 años prometieron que cambiarían la matriz energética de la cementera, de manera que reemplazarían el fuel oil por coque, y con eso se tendría un ahorro importante. Enarbolaron ante los medios la promesa de cambio y se jactaron de los beneficios que obtendrían, pero hasta hoy se sigue dependiendo del fuel oil y de las elevadas cotizaciones en el mercado internacional. Con cada aumento del combustible, a la vieja cementera le cuesta más producir y tiene que reajustar los precios de sus productos, con lo que pierde competitividad y no puede satisfacer las necesidades del mercado. Todo esto repercute en sectores estratégicos como el de la construcción, y con ello se frenan el desarrollo y la posibilidad de generar empleos.

Mientras el país sufre por el aumento constante de los combustibles derivados del petróleo, no aprovecha como debería sus recursos energéticos como la electricidad. En vez de usar sus recursos propios para el desarrollo, depende en exceso de los que no tiene.

El Paraguay tiene energía eléctrica suficiente para impulsar numerosos proyectos que pueden contribuir al desarrollo del país y a reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Una buena planificación del gobierno podría llevar a la construcción de un sistema de trenes eléctricos, que podrían solucionar en parte el problema del caos vehicular en Asunción y el área metropolitana, así como disminuir la dependencia del gasoil. Utilizando la energía eléctrica paraguaya de Itaipú se podría alimentar un sistema de trenes para unir puntos estratégicos del país, con lo que se mejoraría la comunicación y se facilitaría el traslado de los productos.

Hace falta una planificación seria para atender las necesidades energéticas con miras al desarrollo. La producción de combustibles alternativos, como el alcohol y el biodiesel, debe ser impulsada con fuerza, así como el aprovechamiento de la energía eléctrica para incentivar la radicación de industrias. La construcción de un sistema de trenes debería ser analizada pensando en los beneficios que traería en cuanto al transporte, los costos, los empleos y el mejor uso de la electricidad excedente. Si no se planifica como se debe, es un hecho que seguiremos a expensas de la negligencia y sus nefastas consecuencias para el progreso.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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