domingo, 6 de julio de 2008

Conectarnos al mundo

Por Héctor Farina (*)

Una necesidad imperiosa para el Paraguay es dejar de ser una “isla rodeada de tierra”, como la definiera en alguna ocasión Augusto Roa Bastos. El aislamiento al que fue sometido el país durante la dictadura, tanto en lo cultural como en lo económico, todavía mantiene algunos hilos que nos ligan al atraso y nos impiden despegar hacia el desarrollo. Todavía no se ha decidido en forma seria tomar el camino del progreso y dejar atrás los modelos que no han funcionado. No se ha optado por convertir a la educación en el vehículo que nos lleve a mejores niveles de competitividad, desarrollo y calidad de vida, ni se ha establecido una política de construcción de obras que faciliten las comunicaciones en el país.

El aislamiento es uno de los peores males en un mundo globalizado, en el que las economías se entrelazan y negocian en tiempo real, formando redes de intercambio de mercancías e información. El costo que pagan los países por no poder conectarse a los circuitos internacionales es cada día mayor, de manera tal que en la medida en que más difícil resulte conectarse al mundo, habrá más probabilidades de quedar rezagados.

En este contexto, el Paraguay se enfrenta a numerosos desafíos para subirse al tren del progreso: necesita hacer crecer la economía y para ello requiere de la competitividad de su producción y de su acceso a los mercados internacionales. Con un mercado local demasiado limitado, se necesita exportar y crecer hacia fuera. Pero, en contrapartida, la mediterraneidad le cuesta al país 43% más que a cualquier país con salida al mar. Y además del sobrecosto por ser mediterráneos, se debe pagar por la falta de rutas en buen estado, por los malos caminos, la falta de puertos y aeropuertos, y por la negligencia de nuestros gobernantes que no han entendido que la infraestructura para la comunicación es fundamental si queremos progresar.

Con una ubicación estratégica en el corazón de Sudamérica, Paraguay debería ser el centro del tránsito de la región. Con la construcción de una ruta buena en el Chaco, el corredor bioceánico podría convertirse en el camino más corto para los productos que buscan los puertos chilenos, con rumbo al Pacífico. Y con una infraestructura aeroportuaria buena, el país podría convertirse en nexo de los vuelos de la región, facilitando el tránsito de cargas y pasajeros. Pero la falta de planificación, la negligencia y la corrupción tuvieron como resultado que durante años se gastaran fondos millonarios en mantener esquemas de clientelismo, en vez de construir las obras de infraestructura que reduzcan el costo país y mejoren así la competitividad.

A los problemas de aislamiento físico que se arrastran desde hace años, ahora hay que sumarle los inconvenientes que existen para conectarse al mundo digital. Vivimos en un tiempo en el que la preponderancia está en los flujos de información, en donde es una necesidad imperiosa acceder a la información y, por ende, al conocimiento, pero nuevamente los hilos del atraso nos limitan y hacen que se priorice a los monopolios antes que a los ciudadanos. La conexión a Internet en el país es no sólo la más cara de la región, sino la menos rápida y eficiente. Y el precio que se paga por esta situación puede traducirse como más atraso para todos.

La necesidad de conectarse al mundo que tiene el país ya no puede ser postergada. El gobierno que se apresta a asumir debe cambiar la política de tapar baches y hacer negociados que solo favorecen a los amigos, y en su lugar debe establecer una política en la que se fomente la construcción de obras de infraestructura que faciliten las comunicaciones y reduzcan el costo país, con lo que la producción nacional ganará competitividad para acceder a los mercados internacionales. Se necesita mejorar la conectividad a Internet, reducir los costos y disminuir la brecha digital.

Cuando veamos los planes y las obras del nuevo gobierno, sabremos si se apunta al crecimiento y al progreso, o si sólo se seguirá con el esquema de tapar baches y seguir atados al atraso.

(*) Periodista
www.vivaparaguay.com

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