domingo, 23 de septiembre de 2007

La maquila y el desarrollo

Por Héctor Farina (*)

El crecimiento de las exportaciones realizadas bajo el régimen de maquila mantiene una tendencia constante desde hace por lo menos tres años, por lo que se ha convertido en uno de los pocos signos alentadores enarbolados por el Gobierno para tratar de defender su gestión desde el punto de vista de la economía. El régimen de maquila empezó a operar a fines del año 2001 y fue recorriendo un camino lleno de obstáculos y sinsabores, hasta que finalmente empezó a consolidarse en el 2004 y tuvo su despegue en el 2005.

Los datos oficiales indican que de enero a agosto de este año, el monto de las exportaciones fue de 47 millones de dólares, con lo que se tiene un incremento del 31% frente al mismo periodo del año 2006. Con estos números se nota que el crecimiento sigue su tendencia y que las cantidades ya comienzan a ser importantes, sobre todo para una economía pequeña con grandes carencias como la del Paraguay.

Pero si bien se tienen cifras alentadoras en este caso concreto, se trata sólo de uno de los tantos elementos que debemos tomar en cuenta si queremos apuntar seriamente al desarrollo. En primer lugar recordemos que la maquila fue proyectada en el país para que se convierta en una poderosa herramienta de creación de empleos, de manera que aunque los datos de las exportaciones de las empresas sean halagadores, la generación de empleos no ha seguido hasta ahora la misma tendencia. Es decir, estamos aumentando el volumen y el monto de las exportaciones, pero ello no se refleja en la misma medida en la creación de empleos.

Desde luego que el proceso de crear empleos es lento y depende de los resultados de los negocios de las empresas, pero ello no significa que debamos quedarnos conformes cuando el Gobierno anuncia con bombos y platillos el monto de las exportaciones, pero omite pintar la otra realidad: la escasa creación de fuentes de trabajo para los paraguayos. Si la maquila fue creada para facilitar el funcionamiento de las empresas y crear puestos de trabajo, lo justo es que se logren resultados en ambos casos y no sólo se presenten a la gente los números que favorecen a las autoridades.

Además, se debe tener en cuenta algo fundamental: la maquila no es la salvación para el país ni la panacea para el problema del desempleo. Es sólo una herramienta que puede ayudar bastante pero que debe ser acompañada por otras políticas y medidas económicas que sirvan para generar un desarrollo verdadero en el país y no sólo una esperanza de mejoría en medio de una economía destrozada. Si el hecho de bajar los impuestos, agilizar los trámites burocráticos y favorecer la exportación de las empresas está funcionando, habría que buscar los mecanismos para que los beneficios sean extensivos a otros sectores empresariales e industriales.

Resulta inaudito y ofensivo que el Gobierno ahora se jacte de los resultados de la maquila, cuando este régimen siempre fue minimizado y poco apoyado, con presupuestos irrisorios y con escasa consideración. Pero ahora que el régimen está obteniendo resultados, las autoridades se suben “al carro de los ganadores” y se olvidan de que despilfarran cantidades muy superiores en proyectos que no funcionan, pagando millonarios salarios a gente inútil y vendiendo falsas ilusiones a un país que se está desangrando. Se olvidan de que en Rediex (Red de Inversiones y Exportaciones) se gastan dos millones de dólares al año, se presupuestan 50 mil dólares para los “bocaditos”, se pagan costosos viajes y estadías de lujo en el exterior, sin que ello se note en resultados concretos.

Mientras se obtengan sólo beneficios parciales por parte de un régimen y se siga despilfarrando dinero en proyectos que no funcionan, se mantendrán las elevadas tasas de desempleo, la falta de oportunidades y la pobreza. Si en verdad el Gobierno busca mejorías, debe invertir mejor los recursos, hacer políticas serias y no sólo vender logros parciales que favorecen a muy pocos.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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