Por Héctor Farina (*)
El manejo hermético y oscuro de los temas públicos, así como la desinformación desde las esferas del Gobierno, constituyen uno de los problemas graves que enfrentan los ciudadanos paraguayos. Sin informaciones claras, con declaraciones contradictorias y “cantinflescas”, jugando a las escondidas, desmintiendo con mentiras o alardeando de supuestos, las autoridades se burlan de uno de los derechos sagrados del ciudadano: el derecho a la información veraz.
Como caso representativo, podemos tomar el tema de los combustibles en el Paraguay. Este sector, manejado en gran parte por el Gobierno por medio de Petróleos Paraguayos (Petropar), que concentra la importación y distribución de diesel (combustible que representa el 85% del consumo total del país), es un ejemplo del manejo poco claro y antitransparente de los temas de interés general.
Desde siempre el negocio de los combustibles realizado por esta petrolera fue uno de los temas más herméticos y de más difícil acceso para los periodistas, y por ende, para la ciudadanía. Se ocultan datos, se esconden informes, se niega información, se miente, se tergiversa y se engaña a la prensa y a la gente, en tanto continúan los negociados, las pérdidas estatales (no las personales de los jerarcas de turno), y los “proyectos” que no se concretan o terminan siendo inútiles, como el caso de las esferas de gas que costaron 8 millones de dólares y no se utilizan, mientras la gente paga cada día un mayor precio por el gas importado por el sector privado.
Ahora aparece en la palestra el tema de una megainversión de unos 600 millones de dólares para potenciar la vieja refinería de Petropar con fondos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). El proyecto, para el cual ya existe un acuerdo firmado entre el gobierno paraguayo y el venezolano, a primera vista parece importante y beneficioso, pero el mal manejo de la información hace que surjan dudas y que todo apunte hacia un nuevo negociado, en el que se beneficiarían sólo algunos privilegiados, en tanto los ciudadanos deben atenerse a lo que resulte de la aventura.
Se desconoce la factibilidad del proyecto, no se sabe si una inversión de semejante monto se justifica para producir 35.000 barriles por día, ya que los entendidos dicen que cómo mínimo se requiere producir de 75.000 a 100.000 barriles por día para mantener la rentabilidad, no se tiene certeza de por qué importar cierto tipo de crudo de un solo mercado, ni de qué condiciones técnicas tendrá la nueva refinería, ni si podrá procesar otro tipo de productos. No hay respuestas claras sobre si quedaremos atados a un sólo proveedor, si los ciudadanos tendrán beneficios, ni sobre las condiciones bajo las cuales se hará la inversión venezolana.
El mismo ministro de Industria y Comercio, José María Ibáñez, se muestra ignorante o cómplice del ocultamiento de información al “desconocer” los detalles del acuerdo para la inversión. En tanto el presidente de Petropar, Alejandro Takahashi, habla de que la inversión servirá para estar preparados “si encontramos petróleo en el Chaco”. Esto representa una burla para los ciudadanos, que merecen conocer a ciencia cierta los detalles y las justificaciones de una operación de semejante impacto en la economía.
Si las autoridades saben los detalles, si tienen pruebas de los beneficios de la nueva refinería, si saben certeramente que hay petróleo en el Chaco, ¿por qué esconden información, mienten, confunden y dan respuestas disparatadas?
Los ciudadanos honestos no podemos tolerar este manejo grosero y corrupto de la información: tenemos que exigir respuestas concretas e información certera sobre lo que hacen las autoridades con el dinero y el futuro de la gente.
(*) Periodista
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