viernes, 13 de abril de 2007

El ciudadano interactivo

Por Héctor Farina (*)

Como decíamos ayer, con el establecimiento de Internet y la prensa en línea el ciudadano ha ganado un espacio, aunque limitado por la brecha digital, para la expresión de sus ideas y para una mayor participación en el escenario del debate de los temas importantes para la sociedad. Hablamos de que ahora los lectores tienen herramientas que le dan mayor protagonismo al facilitar su interacción con los productores de noticias e informaciones.

En este caso, por interactividad entendemos la capacidad que tiene el lector o usuario de “preguntarle” al sistema y sentar así las bases para recuperar la información de la forma deseada. Se trata de que el emisor no envíe un mensaje unidireccional, sin capacidad de respuesta, que el receptor no sólo puede aceptar o no, sino que reciba una contestación efectiva. El receptor tiene así la posibilidad de tomar decisiones, y configurar, dentro de unos límites amplios, su propio mensaje, así como dialogar de una forma u otra con el emisor. Así lo explica el catedrático español Javier Díaz Noci al analizar los cambios que introdujo la prensa en línea.

Con la nueva interacción se deja (o debería dejarse) atrás la actitud pasiva del lector, que antes se limitaba a ser un receptor de las informaciones. Ahora, con herramientas tales como el correo electrónico -que facilita el acceso a los medios-, los blogs, encuestas y sondeos en línea, los foros de discusión y otros espacios destinados a la expresión ciudadana, el lector se ha convertido en un productor de sentido, porque tiene la capacidad de generar informaciones para la construcción social de la realidad que se trasmite por los medios de comunicación.

Los ciudadanos ya no dependen solo de la agenda de temas que proponen los medios o de los informes que la prensa o las autoridades consideran importantes. Ahora pueden generar los informes que consideren necesarios, proponer discusiones y hacer públicos los casos que crean relevantes y que antes eran limitados a criterios periodísticos o mediáticos. Muchas noticias hoy surgen de las cartas a periodistas, de las encuestas en línea y de los temas debatidos en los foros.

Pero esta posibilidad de que todos, de alguna manera, nos convirtamos en productores de sentido requiere de un componente fundamental sin el cual echaremos a perder esta oportunidad: la educación. El mayor problema que se presenta ya no es recibir o producir información, sino estar preparado para hacer frente al caos del flujo de mensajes. Cada quien puede decir lo que quiera, consumir la información que se le antoje e interactuar con cierta libertad. Pero sólo con criterios sólidos saldremos con ganancias del río revuelto de la red de redes.

José Ortega y Gasset, el filósofo español, decía que el problema de la opinión pública radica en que si bien todos tienen la libertad de opinar, muy pocos se toman la molestia de educarse y “saber” antes de hacerlo. Los ciudadanos tienen que hacerse protagonistas, volverse más participativos e interactivos, pero deben asumir la responsabilidad de educarse y generar temas de real importancia para la sociedad. Se debe contribuir a la construcción de una realidad mejor y no al caos y la desinformación. Esa es la tarea.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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