sábado, 24 de marzo de 2007

Aprender a construir y exigir

Por Héctor Farina (*)

La construcción de una sociedad mejor es quizá el mayor de los desafíos que debe enfrentar el Paraguay, en una batalla permanente que involucra tratar de superar los problemas de la pobreza, de la falta de educación, del desempleo, y en general de las limitadas oportunidades. Se trata de una cuestión de esfuerzos individuales y colectivos que no podrá ser desarrollada jamás si los paraguayos no tomamos una decisión radical y revolucionaria: aprender a construir y exigir.

Es evidente que la sociedad paraguaya no mejorará si se sigue esperando que lluevan soluciones desde las esferas del Gobierno, mientras desde las trincheras de la ciudadanía no se asume la voluntad de poder y se apunta a la crítica estéril o al discurso vacío como mecanismos de protesta. Queda claro que las actitudes tibias no sirven de mucho, pues con ellas no construimos nada ni cambiamos nada. Es más, son las posturas pusilánimes y conformistas las que permiten que se siga robando, que los gobiernos se sucedan sin que se noten las mejoras y que la corrupción siga desangrando al país.

¿Cómo podemos empezar a construir y mejorar la sociedad nosotros mismos? ¿Cómo romper con el letargo y aprender a exigir lo que nos corresponde?

La voluntad de cambiar y de construir empieza necesariamente por una decisión individual, por una actitud firme que nos impulse a descartar todo aquello que forma parte de la decadencia, del conformismo y la simpleza. Cada uno de los paraguayos puede mejorar su entorno, y por ende la sociedad, por medio de actitudes como apostar a la educación, fomentar la lectura, ser eficiente en el trabajo, no ceder a la corrupción y tratar de generar oportunidades de superación.

Existen millones de cosas que podemos hacer, sin la necesidad de esperar limosnas del cielo. No se podrá cambiar nada mientras se siga viviendo de la coima, del padrinazgo, del clientelismo, de votar por los colores o de “acomodarse” siempre con los ladrones de turno.

Es hora de señalar con el dedo a los corruptos y sacarlos de la vida pública. Es momento de no volver a votar por sinvergüenzas y desfachatados. Tenemos que construir una ciudadanía firme por un lado, con personas más honestas y preparadas, mientras por el otro lado tenemos que exigir con firmeza que las autoridades cumplan con las obligaciones que le son encomendadas por el pueblo que paga sus salarios.

Sin actitud de cambio, sin voluntad de poder, sin esfuerzo por mejorar nuestra educación, sin exigencias firmes y sin una clara postura a favor del país y en contra de la corrupción, sencillamente seguiremos viviendo en la misma decadencia a la que nos condenaron o nos condenamos.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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