miércoles, 24 de julio de 2013

Menos clases, menos oportunidades


Por Héctor Farina Ojeda (*)

La decisión del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) de extender el periodo de vacaciones de invierno, por una semana, nos habla claramente del país que tenemos y del que estamos construyendo para las siguientes generaciones. Alegando el frío y la lluvia -aunque de fondo pesa más una amenaza de huelga docente-, se pospuso el regreso de los estudiantes a clases, como una metáfora de la eterna postergación de la educación en Paraguay. 

Con apenas 610 horas de clases al año, por debajo de las 800 horas recomendadas por la Unesco, con suspensiones periódicas que se deben a motivos tan variopintos como una lluvia, un festival, jornadas de capacitación docente no previstas, un asueto de último momento o hasta porque se prestaron las escuelas para alguna elección política, resulta muy complicado que se pueda mejorar la calidad educativa o tan siquiera cumplir metas mínimas para garantizar un buen nivel en la región. 

Al ver la despreocupación con la que se abordan los temas educativos, la politización de la formación de generaciones enteras, y el escaso compromiso de los gobiernos y la gente, no resulta raro que el país sea el de menor carga horaria en la región, que la calidad educativa esté por los suelos, que el país no destaque en ciencia y tecnología, o que la competitividad sea una materia reprobada y que esto limite el desarrollo económico. 

El tirano Stroessner solo invirtió el 1% del PIB en la educación, con lo que ancló al país en el atraso y la incompetencia, en tanto los gobiernos sucesivos ensalsaron lo educativo en sus discursos pero no han logrado un cambio que nos posicione como una nación educada y con visión de futuro. Se sigue jugando a la inversión miserable, al clientelismo, a las huelgas en perjuicio de estudiantes, y al simulacro como forma de hacer creer que todo está bien cuando en realidad se caen los cimientos de la sociedad. 

Todavía estamos lejos de entender que menos horas de clases y menos educación equivalen a menos oportunidades, más pobreza, más desigualdad y más precariedad. Estamos lejos de los resultados económicos de Japón, Noruega, Finlandia o Singapur, debido a que no tenemos el mismo compromiso con la educación. 

Me gustaría saber qué estrategias y planes aplicará el gobierno de Cartes para recuperar la educación y hacer de ella un trampolín para el desarrollo. Me gustaría ver si realmente habrá una apuesta nacional por lo educativo o si, nuevamente, volverá el juego de la mentira compartida, donde todos hacen creer que hacen, mientras todo se hunde. Quiero ver el presupuesto, la estrategia y la aplicación. De lo que hagan con la educación, depende nuestra economía.


(*) Periodista y profesor universitario 
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en "Estrategia", suplemento especializado en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

No hay comentarios: