sábado, 27 de abril de 2013

Lo estructural y lo electoral


Por Héctor Farina Ojeda (*)

Las discusiones y propuestas recurrentes en tiempos electorales siempre apuntan a los temas importantes para el mejoramiento de la sociedad, pero generalmente sólo los abordan desde el punto de vista discursivo mediante el cual se exacerba la ya devaluada palabra, con miras a cautivar sin comprometerse. De esta manera, abundan temas como la educación, el empleo, el combate a la pobreza, los sistemas de salud pública, la infraestructura, entre otros, en un contexto en donde las declaraciones tienen un fuerte tinte electoral y poco de estructural. La recurrencia en la vaciedad de las propuestas no es una novedad en sociedades que se han acostumbrado a lo efímero y no a lo generacional, lo que realmente constituye el fondo para la solución de los problemas.

Al pensar en el futuro económico de una nación no podemos dejar que los espejismos e ideas sin sustento se posicionen como elementos decisivos para el establecimiento de un gobierno. Son los proyectos estructurales y no los superficiales, de parche o fachada, los que deben concentrar la atención de un electorado urgido por una mejoría constante de sus condiciones de vida. Paraguay es un ejemplo claro de la preocupación de los gobernantes por la siguiente elección y no por la siguiente generación: los discursos sobre el trabajo, sobre alguna obra de infraestructura, alguna nueva escuela o la eterna reforma agraria siempre cubren los espacios mediáticos, pero la falta de planificación a mediano y largo plazo hace que todo quede en utopía.

Una de las grandes diferencias entre los estadistas y los improvisados en el poder es el pensamiento estratégico en cuanto al mediano y largo plazo: mientras los primeros invierten en cuestiones estructurales aunque saben que los resultados se verán dentro de varios años y no en sus administraciones, los segundos prefieren el efecto conmovedor rápido, mediante una obra o un parche económico, sin que importe que lo efímero es apenas un placebo que se pierde en el tiempo y no soluciona los verdaderos problemas.

La cuestión urgente en Paraguay pasa por cuestiones estructurales, como el incremento en la inversión en materia educativa, así como la construcción de un modelo económico que nos lleve a mejorar la competitividad y a aprovechar los recursos que tenemos en abundancia. Los discursos a favor de la educación no sirven si no vienen acompañados de una planificación detallada sobre la base de invertir por lo menos el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) en este rubro. Sin un plan y sin destinar los recursos suficientes, todo es mera ilusión que nos llevará a tener alguna escuela más o algún proyecto rimbombante, para que al final todo quede igual.

Los discursos sobre empleo, disminución de pobreza y generación de riqueza no pueden ser creíbles si no se atacan los problemas de fondo de la economía paraguaya, como la falta de competitividad y la falta de educación que hace que existan grandes injusticias en cuanto a la distribución de los ingresos. Con una economía precaria, agropastoril, dependiente de factores externos y con una mano de obra poco calificada, es imposible que exista una mejoría en la calidad de vida. Por eso las dádivas o los beneficios circunstanciales nunca serán suficientes para atender las carencias de la gente. Mejorar la competitividad es urgente y ello implica invertir mucho en infraestructura, en telecomunicaciones, capacitación de los recursos humanos, y sobre todo en ciencia y tecnología.

Pero el problema de las medidas estructurales desde la óptica del poder es que los logros son a largo plazo y no generan los réditos políticos que tanto necesitan para posicionarse en la siguiente elección. Por eso Paraguay es un país atrasado en cuestiones tan sensibles como las carreteras o la conexión a Internet. Por eso se hacen reformas educativas para que nada cambie y por eso seguimos sosteniendo la producción del país en condiciones precarias, con mano de obra barata y poco calificada.

Deberíamos rechazar la ilusión de lo momentáneo para centrarnos en lo estructural, lo que realmente puede cambiar a la sociedad paraguaya. Que nos digan qué van a hacer, cómo lo van a hacer, en qué tiempos y con qué recursos. Y que podamos ver los beneficios en forma permanente y no sólo en forma ocasional.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializa en economía y negocios, del diario La Nación, de Paraguay.

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