domingo, 27 de mayo de 2012

Holanda, por donde pasa la economía



Por Héctor Farina Ojeda (*)

Conocido como Holanda, aunque en términos estrictos esta palabra hace alusión a una de las regiones de Países Bajos, que es el nombre oficial del país. Se trata de una nación europea con una de las economías más competitivas del mundo, con elevados niveles de desarrollo humano y con estándares de calidad de vida envidiables. Economía abierta, dinámica, con un notable enfoque hacia el comercio exterior y con un aprovechamiento estratégico de su ubicación en el viejo continente, se ha posicionado como uno de los principales motores de la región.

Aunque actualmente se encuentra bajo la amenaza de una incipiente recesión, Holanda tiene recursos sobrados para hacerle frente a los efectos de contagio en la región. Las dos terceras partes de sus ingresos provienen del comercio exterior, por lo que se ve afectado por una reducción de las exportaciones en el contexto de una Europa que se debate entre la crisis y la emergencia. Sin embargo, las bases sólidas de la competitividad del país, su constante inversión en la innovación tecnológica y su gran capacidad exportadora son argumentos que seguramente harán que la coyuntura desfavorable quede atrás en poco tiempo.

El comercio internacional, el movimiento de mercancías y de personas tienen en Holanda a uno de los grandes modelos a nivel mundial. Rotterdam es uno de los mayores puertos marítimos del mundo, en tanto Amsterdam posee uno de los aeropuertos con mayor tráfico del planeta. A esto hay que sumarle todo un sistema de comunicaciones y transporte altamente eficiente: con trenes modernos y bien cuidados, y con compañías especializadas en logística, las empresas están en condiciones de responder en forma rápida y segura a la necesidad de transportar productos o personas. Así, no debe extrañar que Holanda sea un centro estratégico de distribución para el viejo continente y para todo el mundo o que aparezca siempre entre los diez mayores exportadores a nivel mundial.

Si bien el 70% de la riqueza que producen los holandeses proviene del sector de servicios, fundamentalmente del comercio, también poseen producción primaria y una industria desarrollada y moderna. Son buenos productores de carne y leche, que son cotizados en otros mercados, en tanto en el sector manufacturero hay un fuerte desarrollo de la fabricación de autos, en química y petroquímica, electrónica y, en general, hay un impulso a diversos sectores gracias a la incorporación de tecnología.

Algo notable de los holandeses es el compromiso que asumen con miras a mejorar las condiciones de vida de todos: desde la responsabilidad de las empresas que trabajan todos los días para mejorar sus niveles de competitividad hasta la eficiencia de los trabajadores, que son conscientes de que su trabajo permitirá mejorar la economía del país. Hoy Holanda mantiene muchos beneficios heredados del sistema de bienestar social, con un ingreso per cápita elevado, buenos salarios y tasas de desempleo bajas. Hay un compromiso firme con hacer crecer la economía y mantener beneficios sociales.

El caso holandés nos invita a pensar en por qué tenemos tantos elementos comunes pero los resultados económicos son dispares. Paraguay tiene las condiciones geográficas ideales para convertirse en un centro de distribución de mercancías y en un punto central para el tránsito de las personas, pero no hemos sabido pasar de los diagnósticos y los proyectos. Se hicieron estudios, se hicieron proyectos pero, a la hora de la concreción prevalecieron la ineptitud, la falta de compromiso y se impuso el deporte nacional del "palo en la rueda" para trabar cualquier avance.

Si tenemos la mayor cantidad de energía eléctrica per cápita del mundo, resulta casi increíble que no tengamos un moderno sistema de trenes eléctricos que conecten al país con los mercados de Brasil y Argentina, y que sean un paso obligado para las mercancías y el turismo. En lugar de hacer de la mediterraneidad una excusa para el progreso, se debería aprovechar la ubicación en el centro de Sudamérica para que los movimientos comerciales pasen por nuestro territorio.

Recuperar la soberanía aérea por medio de compañías nacionales y desarrollar un sistema de transporte eléctrico para minimizar las distancias terrestres son dos necesidades que deberían atenderse en forma urgente. Todo esto a la par de trabajar en la competitividad del país, lo cual sólo será posible con el incremento de la inversión en dos sectores vitales: educación y tecnología.

Es posible hacerlo y rápido. Sólo necesitamos compromiso e inteligencia.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México.

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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