domingo, 15 de junio de 2008

La transición económica

Por Héctor Farina (*)

El inminente cambio de gobierno, que se concretará el próximo 15 de agosto, nos plantea la interrogante de cómo se realizará la transición de una administración a otra, en el sentido de establecer cuáles son los cambios que veremos y de qué manera se irá cambiando un modelo viejo para implementar uno nuevo. Y dentro de esta suerte de incertidumbre esperanzadora, la cuestión económica es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos que más le interesan a un país golpeado por la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades.

En ese sentido, la designación del gabinete que acompañará al presidente electo Fernando Lugo nos proporciona ciertos indicios, pero también deja dudas en cuanto a lo económico. El nombramiento de Dionisio Borda como titular de Hacienda nos habla de que seguirán la misma fórmula de austeridad y búsqueda de mayores recaudaciones que probó el gobierno saliente, en tanto la designación de Milda Rivarola como ministra de Relaciones Exteriores abre la esperanza de una defensa férrea de los intereses nacionales y de una representación más firme y digna ante el mundo. En tanto, nos queda la duda sobre qué tipo de políticas se establecerán en otras instancias, como las obras públicas, la agricultura y la ganadería, que estarán encabezadas por políticos y no por técnicos.

Ahora bien, una transición fundamental para la economía es la que se dará en el Ministerio de Industria y Comercio (MIC), una institución que debe fomentar la radicación de inversiones, la generación de empleos y la competitividad de los sectores industriales. El empresario Martín Heisecke, titular designado para la cartera, se encontrará con un ente en donde proliferaron los proyectos y las iniciativas, pero se mantienen muchos sectores en crisis y los problemas no han sido superados. Se encontrará, por ejemplo, con que pese a las promesas y la iniciativa de un “Plan Nacional de Combustibles”, el sector de combustibles en el país es un caos, con una petrolera estatal que no puede ni siquiera garantizar el abastecimiento local y mantiene al país en la incertidumbre. Pese a los acuerdos y los planes, la amenaza de escasez de gasoil mantiene en jaque a los sectores productivos, en tanto la deuda de la petrolera se sigue inflando sin que hasta ahora sepamos cómo se revertirá la difícil situación financiera.

Otro problema arrastrado desde hace mucho tiempo y varias administraciones es el de la Industria Nacional del Cemento (INC), una empresa estatal que funciona como refugio de politiqueros y que no ha podido volverse competitiva pese a tener un mercado cautivo y de enorme potencial. Hoy en día la falta de planificación y seriedad se traducen en la escasez de cemento que frena al sector de la construcción y con ello impide la generación de empleos. La INC requiere de una reforma radical, que la transforme en una empresa productiva y competitiva, y que no solo sea un monumento al clientelismo político.

En el MIC se impone una revisión minuciosa de todos los proyectos que maneja, pues luego de tantas promesas e iniciativas, no puede ser que sectores como la industria de la confección y los calzadistas sigan soportando los mismos males, que los metalúrgicos se sigan quejando de lo mismo y que los microempresarios sigan esperando apoyo verdadero. No es tolerable que haya redes de inversiones, con funcionarios que tienen sueldos millonarios, mientras los paraguayos siguen esperando que se radiquen empresas que generen empleos, y los resultados no llegan.

La transición debe dejarnos en claro cómo harán crecer la economía, cómo atraerán inversiones y generarán empleos, cómo asegurarán el abastecimiento de combustibles y cómo volverán competitiva a la obsoleta INC. Es hora de establecer, de una vez por todas, una política industrial que fomente la competitividad de las empresas paraguayas y que se deje de poner parches que no sirven más que para agasajar efímeramente a los eternos dolientes. Me gustaría conocer los planes que tienen para desarrollar la industria y el comercio, para saber si tomaremos el camino de la competitividad o si seguiremos dependiendo de consultores que cobran millones para vender fórmulas que jamás funcionaron.

(*) Periodista
www.vivaparaguay.com

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