domingo, 1 de junio de 2008

La inversión y el empleo

Por Héctor C. Farina (*)

La radicación de inversiones que promuevan la generación de empleos es una necesidad ya impostergable para el país, afectado por años de recesión, pobreza e injusticia. No cabe duda de que se necesita establecer una política que priorice el crecimiento sostenido de la economía, de manera tal que se puedan generar los empleos y las oportunidades que permitan atacar con fuerza a la pobreza y la marginación. Sin embargo, los intentos realizados por los distintos gobiernos colorados que se sucedieron no pudieron culminar en una efectiva estrategia que garantice el mencionado crecimiento.

¿Por qué no hay inversiones suficientes para generar los empleos que el país necesita? Esta es una de las eternas interrogantes que hasta ahora no han sabido responder concretamente las autoridades, más allá del discurso político y la expresión de deseo. Se habló mucho de mejorar el clima de negocios, de favorecer la radicación de empresas, de establecer lazos comerciales con países poderosos o exóticos, y de las mil bondades que tiene el país, pero como resultado se tiene que las inversiones que llegan son insuficientes. Lo que quizá nunca entendieron las autoridades es que se debe tener un plan económico serio e integral, con metas y estrategias específicas, y que no se puede supeditar la economía a los esfuerzos aislados de sectores que operan a la deriva, con cada quien tirando para su lado o remendando con parches situaciones que urgen soluciones estructurales.

Para atraer inversiones debemos tener un país serio y previsible, en donde exista seguridad jurídica y se garantice el respeto de la ley. No se conseguirán inversiones en un ambiente de inseguridad, en medio de violaciones a la propiedad privada, de invasiones, xenofobia y la indiferencia de las autoridades a la hora de hacer cumplir la ley. No habrá clima propicio para invertir y generar empleos si no se erradican las prácticas corruptas que desde hace años se han enquistado en la función pública, las mismas que son culpables de haber ahuyentado a empresas y desmotivado a emprendedores. No es tolerable que mientras unos se esfuerzan por presentar ante el mundo las oportunidades de negocios en el país, otros tiren a la basura el trabajo ajeno mediante un pedido de coima.

El gobierno que se apresta a asumir debe destinar recursos a la construcción de obras públicas que faciliten las comunicaciones y disminuyan el costo país, como por ejemplo el corredor bioceánico, que podría convertir al Paraguay en un punto de paso obligado de los productos que buscan una salida al Pacífico por medio de los puertos chilenos, como Antofagasta y Mejillones. Se requiere de una fuerte inversión en una infraestructura vial que facilite la salida de nuestros productos y disminuya el ya de por sí elevado costo de la mediterraneidad. Si se invierte en la construcción de rutas y en infraestructura, se generarán miles de empleos, al tiempo de facilitar el transporte y mejorar la competitividad de la producción nacional.

Generar empleos debe ser una política nacional. Y en ese sentido, la maquila y el ensamblaje de motos son dos ejemplos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de pensar cómo incentivar inversiones: se crearon regímenes especiales, se bajaron los impuestos, se minimizó la burocracia y se facilitó la operación de las empresas. Hoy se trata de dos sectores en constante crecimiento y que van dando puestos de trabajo a la gente, aunque no alcanzan para satisfacer la demanda de empleo. Igualmente, debe pensarse más seriamente en ofrecer energía eléctrica a bajo costo a las industrias que decidan instalarse en el país, lo que podría hacerse utilizando los excedentes de Itaipú que le corresponden al Paraguay.

El reto del nuevo gobierno es establecer mecanismos que faciliten la radicación de inversiones y que generen puestos de trabajo para los paraguayos. Y esos mecanismos deben apuntar a reducir el costo país, mejorar la competitividad de la producción local, dar seguridad para las inversiones y asegurar el acceso a los mercados internacionales.

(*) Periodista

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