sábado, 5 de mayo de 2007

¿Superación o conformismo?

Por Héctor Farina (*)

“El hombre es una cuerda tendida entre el mono y el superhombre, una cuerda tendida sobre un abismo (…) El hombre es algo que debe ser superado”. Así se expresaba Zaratustra, el personaje por medio del cual el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) nos dio a conocer sus teorías sobre el superhombre y la evolución. En el libro Así hablaba Zaratustra (1883) se hace énfasis en la superación, en la transmutación de valores y en una filosofía vitalista que pone a la vida del hombre por sobre todas las cosas.

Si intentásemos ubicar a los paraguayos dentro de estos conceptos de superación, ¿dónde nos ubicaríamos? ¿Será que los paraguayos tendemos a la evolución o vivimos resignados al conformismo? ¿Qué hemos hecho y qué estamos haciendo para salvar el abismo del que nos habla Zaratustra?

Haciendo una radiografía del comportamiento del paraguayo, nos encontramos con expresiones populares que definen su posición: “Así nomás”, “ya da ya”, “vai vainte”, entre otras muchas que sintetizan una forma de conformismo. No se trata sólo del uso de frases, sino de una forma de comportamiento que se ha institucionalizado en la mentalidad del paraguayo y que hace que se vea como normal a las cosas mal hechas, a la mediocridad, la holgazanería y la falta de planificación y superación.

Deberíamos preguntarnos cómo podemos superarnos si siempre seguimos pensando y haciendo lo mismo, si antes de superar la corrupción se prefiere solucionar todo con una “coima”, con hacer la vista gorda y creer que así nomás luego tiene que ser…

¿Será que debemos conformarnos con tener siempre a los mismos políticos, repetir los mismos vicios y mantener las mismas carencias? ¿Saldremos adelante como sociedad y como país si nos conformamos con docentes poco preparados, con bibliotecas obsoletas, con la falta de educación y el desprecio a la lectura?

El principio de evolución o superación está en una decisión individual, en una actitud personal que nos diferencie de lo ordinario, de lo conformista y resignado, y de los vicios que corrompen a la sociedad. Si no asumimos -como personas primero y como sociedad después- el desafío de superarnos, de estar más capacitados, de ser más críticos, más honestos y trabajadores, de romper con las malas tradiciones como la corrupción, de aprender a sobrevivir por nuestros méritos y no de las limosnas públicas o el clientelismo, es evidente que no habrá mejorías.

Tenemos que tomar el timón de nuestras vidas y de la sociedad, para definir nuestro nuevo rumbo, en busca de mejores horizontes. El camino será largo y difícil, y lo tendremos que construir día a día, en un trabajo constante que permita superar nuestras limitaciones y vivir en una sociedad con mayores oportunidades de vida digna.

(*) Periodista
http://www.vivaparaguay.com/

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