sábado, 19 de mayo de 2007

Condena al atraso: los excluidos tecnológicos

Por Héctor Farina (*)

“Nunca se había desarrollado tanto la tecnología de la comunicación; pero este mundo comunicadísimo se parece cada vez más a un reino de mudos”. Así explica el escritor uruguayo Eduardo Galeano la cruel paradoja que nos depara la nueva sociedad de la información: por un lado está la comunicación global, y por el otro están los incomunicados, los excluidos, los condenados al atraso.

En un artículo denominado “Sobre los medios de la incomunicación”, publicado en el libro Internet, el mundo que viene (editado por Ramonet), Eduardo Galeano menciona que el mundo nunca ha sido tan desigual en las oportunidades que brinda, que nunca el mundo había sido tan escandalosamente injusto y que nunca habíamos sido tan incomunicados por tan pocos…

En plena sociedad de la información, donde se supone que la preponderancia está en los flujos de información, en el conocimiento, en la capacitación permanente y el desarrollo de nuevas tecnologías, las palabras de Galeano reflejan la situación de incomunicación e injusticia que enfrenta el Paraguay. Con un escaso acceso a Internet (3%), con poca innovación, con más limitaciones que oportunidades para la educación y el desarrollo, el país no sólo está siendo excluido ahora, sino que increíblemente el atraso se convierte en condena.

La reciente decisión del presidente de la República de mantener el monopolio de la conexión a Internet, para preservar el negocio de las llamadas internacionales de Copaco (Compañía Paraguaya de Telecomunicaciones), significa que el Paraguay seguirá teniendo la conexión más precaria, lenta y cara para acceder a la red de redes en toda la región.

Mientras que el presidente Duarte Frutos dice que “no es momento oportuno” para liberar el mercado y sigue manteniendo una conexión arcaica, los países desarrollados apuestan cada vez más fuerte a la tecnología, a las conexiones de mayor rapidez y calidad, y a un pleno ingreso de sus ciudadanos a la sociedad de la información, y por ende, a la sociedad del conocimiento.

El presidente prefiere preservar el negocio de las llamadas de Copaco –que cuestan 64 veces más que las llamadas por Internet- antes que optar por darles a los paraguayos mejores condiciones de acceso a la información mundial, al conocimiento y a la capacitación que tanto se necesita. Se mantiene así la capacidad de tan sólo 64 Kb de Copaco, mientras que en Bolivia, un país también atrasado, la velocidad es de 128 Kb. Y todavía hay más: el Paraguay es uno de los países menos competitivos del mundo en cuanto a tecnologías de la información, y el último en toda América Latina, según el último Informe Global de Tecnología de la Información.

Un país empobrecido, con graves carencias de educación, con docentes poco capacitados, con bibliotecas obsoletas, con escasas oportunidades y con enormes necesidades económicas, no puede darse el lujo de quedarse condenado al atraso tecnológico y excluido de la sociedad de la información, sólo por preservar un negocio a costa de la gente y no a favor de ella.

En la medida en que se siga tolerando el atraso de todo un país por culpa de la mediocridad o las prioridades particulares de los gobernantes de turno, seguirá creciendo la brecha entre los ricos y pobres, entre poderosos y excluidos, entre un país preparado y un país mediocre que se condena por su propia necedad. Si no gritamos ahora es señal de que ya pasamos al reino de los mudos.

(*) Periodista.
http://www.vivaparaguay.com/

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