lunes, 4 de febrero de 2013

Iniciativas y capacidad de gestión


Por Héctor Farina Ojeda (*)

La situación de precariedad en medio de la riqueza que caracteriza a América Latina nos enfrenta ante la incertidumbre de saber qué tantas buenas iniciativas podemos emprender y cuál es la verdadera capacidad de gestión que tienen los gobernantes para administrar mejor los recursos y lograr que las iniciativas se concreten en forma beneficiosa para la sociedad. Como una forma ritual de prometer sin comprometerse, de comenzar sin la certeza del final, muchos de los proyectos que se emprenden en forma pomposa son condenados al limbo, el congelador, el estanque a algún lugar en donde no deje de ser proyecto pero tampoco se logre ponerle el adjetivo de "concretado".

Desde las iniciativas de integración regional y continental, los proyectos de combate a la pobreza, el mejoramiento de la calidad educativa, el fortalecimiento de los sistemas de infraestructura, la competitividad, la capacitación y tantos emprendimientos, nos acostumbramos a caminar sin llegar al destino, a deshacer el camino y a creer que hacer el cambio implica volver a empezar sin la seguridad de que se llegará a un buen fin. De iniciativas perpetuas, los gobiernos viven engolosinados sólo en aquellos proyectos de corto plazo que pueden ser exhibidos como logros, en tanto con los fundamentales se apela al simulacro, a "hacer como que hacen" y a reinventar los procedimientos y repetir los pasos, cada vez que haya un cambio de gobierno o una necesidad de demostrar renovación.

Con todas las riquezas naturales que posee Latinoamérica, con el bono demográfico que nos convierte en un continente joven, y con las bonanzas coyunturales por el precio de los energéticos y los productos agrícolas, deberíamos estar administrando países ricos y prósperos. Pero seguimos viviendo en la precariedad de naciones emergentes que viven apagando incendios y saltando de urgencia en urgencia. La falta de capacidad de gestión que subyace a esta situación es notable, a tal punto que no somos capaces de administrar la riqueza y volcar los recursos hacia aquellas obras e inversiones que generen estabilidad y crecimiento con equidad.

La capacidad gestión es la que tienen los noruegos, que a partir de los ingresos petroleros invirtieron en un sistema educativo y de bienestar social que hoy son las más eficientes del mundo y que han posicionado a la gente en los estándares de calidad de vida más altos. En cambio, la capacidad de gestión de los latinoamericanos parece no apuntar al resultado de los proyectos sino al manejo de los recursos, a la administración circunstancial del dinero para tener poder, beneficiar a los amigos y alimentar esquemas de corrupción. No es la iniciativa y no es el proyecto, sino el control de los recursos lo que interesa a los gobernantes de turno. Por eso hay muchos proyectos, se roba siempre, se pelean por el control, pero no se ven resultados que valgan la pena.

En países en donde la gestión está estrangulada por compromisos políticos, por favores electorales o por deudas o lealtades partidarias, difícilmente se pueda avanzar en forma limpia hacia aquellos proyectos que tanta falta nos hacen. Son demasiados los lastres que empantanan cualquier gestión, pues antes que hacer algo como invertir en la educación, los gobernantes pagan cuotas, conceden cargos como favores y dividen los "pasteles" para que los cómplices quiten tajadas. En América Latina cuesta demasiado caro llegar al poder, por lo que el precio que se paga una vez adquirido va en directo beneficio de unos pocos y en total detrimento de la gran mayoría de la gente.

Mejorar la capacidad de gestión es uno de los grandes retos de hoy, sobre todo en países con mucha riqueza y elevados niveles de pobreza. El Paraguay es un ejemplo de la mala calidad de la gestión, de la administración y de la ejecución de proyectos. Más que el "cementerio de todas las teorías" debería ser "el país de las iniciativas en terapia intensiva". Iniciativas que siguen vivas a duras penas, pero que cuestan demasiado. Y sin muchas esperanzas de recuperación.

Hay mucho por hacer en materia de gestión, pero primero hay que deshacernos de los lastres, los oportunistas y los parásitos que viven del sistema y que no dejan que haya libertad para hacer proyectos. Por sus grupos, sus entornos y sus nombres los conoceréis.

(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México

Publicado en el suplemento "Estrategia", una publicación especializada en economía y negocios, del Diario La Nación, de Paraguay.

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