lunes, 2 de noviembre de 2009

Aprovechar la oleada económica

Por Héctor Farina Ojeda (*)

El anuncio de que en el año 2010 la economía mexicana se recuperará y crecerá alrededor del 3%, impulsada por la recuperación de Estados Unidos que proyecta un crecimiento cercano al 2%, nos ubica frente a un escenario de bonanza que, sin embargo, no deja de presentar incertidumbres. Por un lado, tenemos que tras una fuerte caída de la economía, de los empleos y de las proyecciones a nivel país, debido a la crisis iniciada en el vecino del norte, hoy se anuncian signos alentadores en el principal motor económico mundial, lo que repercutiría de manera positiva en todo el mundo, especialmente en México, cuyo principal socio comercial es, precisamente, Estados Unidos.

Igualmente, la recuperación de los países asiáticos, sobre todo China, abre un camino interesante para América Latina, debido a que son grandes compradores de lo que producimos, como los productos agrícolas y mucha materia prima.

Sin embargo, el problema que debemos plantearnos es cómo aprovechar la coyuntura económica favorable para construir un modelo de desarrollo dinámico y estable, que no dependa solo de la situación de otros países o de las oleadas de la economía mundial. Algo que debemos aprender es que con un crecimiento moderado que se debe a factores externos no podremos asegurar más que una mejoría transitoria, que así como vino se irá.

El desafío que existe es aprovechar en lo posible el empuje de las grandes economías para construir mejores oportunidades internas. Esto implica aprender a invertir mejor los recursos del Estado y los recursos de cada uno. Por ejemplo, invertir en infraestructura, en carreteras, en tecnología y en educación es una buena forma de asegurar que las ganancias momentáneas de hoy se transformen en riqueza para las siguientes generaciones. Invertir en el conocimiento, para que podamos transformar nuestra forma de producir, así como la calidad de aquello que producimos, es fundamental para pasar de una economía que vende materia prima a una que puede procesar y vender productos ya elaborados.

Esto mismo deberíamos pensarlo en pequeña escala en nuestra economía familiar: invertir mejor lo que ganamos o lo que ahorramos, para poder sacarle el mayor provecho. Un ejemplo de esto lo podríamos ver en el caso de las remesas, que constituyen ingresos venidos desde fuera, y que si se aprovechan para mejorar la educación, para hacer nuevos proyectos o para impulsar una microempresa, pueden servir no solo para un momento sino para una proyección al futuro.

Si no aprendemos a invertir más en nosotros mismos, a construir proyectos con miras a la siguiente generación, y a buscar transformar una oportunidad en un sistema de oportunidades, seguiremos dependiendo de las mejorías ajenas para poder mejorar nosotros. Tenemos que construir sistemas económicos propios y dinámicos, sobre la base de invertir más en la capacitación de nuestra gente.

(*) Periodista. Master en Ciencias Sociales
Comentario editorial del Noticiero de Radio UDG Ocotlán, Jalisco, México.

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