lunes, 9 de febrero de 2009

Veinte años después

Por Héctor C. Farina (*)

Hace veinte años, en 1989, se vislumbraba un amanecer diferente para el Paraguay. Con la caída de la dictadura del tiranosaurio Stroessner, tras interminables 35 años de opresión, creímos que el cambio estaba dado y empezamos a transitar por una democracia que, de tan transitoria, por momentos se volvió confusa y distante. Y el camino fue confuso porque en realidad no nos enseñaron hacia dónde ir ni de qué manera construir algo diferente a lo que conocíamos: nuestra libertad nos sorprendió gratamente y nos confiamos con sus bondades, sin reparar demasiado en que tener la libertad de hacer implica el saber hacer y el ser responsable de lo que se hace.

Veinte años después, hemos consolidado muchas de las libertades que ganamos, como la libertad de expresión, pero también seguimos arrastrando vicios y defectos que debimos haber desterrado de nuestras vidas junto con el tirano y su sistema del terror. Todavía no hemos terminado de entender que somos nosotros, los ciudadanos, los que debemos tomar el timón del país y hacer que nuestro esfuerzo se refleje en una sociedad más justa y desarrollada. Aun no hemos convertido nuestra democracia en un auténtico sistema de oportunidades, en donde cada uno de nosotros tenga la posibilidad de aprender, construir y crecer, al mismo tiempo que los beneficios se perciban como sociales y no como exclusivos. Todavía es una democracia sesgada, en donde perviven los ladrones de oportunidades, los avivados y torcidos, en tanto la ciudadanía sigue sin terminar de romper con los males que nos atan al atraso.

Han pasado dos décadas y tenemos muchas deudas con nosotros mismos, con nuestra gente, con nuestro presente y nuestro futuro como país. Todavía no tenemos un destino claro como nación y no hemos formado como se debe a los ciudadanos para que nos indiquen cómo se construye un Paraguay mejor. Hoy un joven de 20 años apenas tiene conciencia de lo que fue la dictadura, pero tampoco tiene muy claro cuál es su rol dentro del sistema democrático en el que vive. Y la razón es sencilla: tenemos una educación negligente que no es capaz de formar a los jóvenes con la calidad que requiere un país que fue víctima del oscurantismo durante décadas.

Las sombras de la dictadura impidieron que miles de jóvenes accedan a la educación, pues formar ciudadanos preparados no era un buen negocio para un sistema que se aprovechaba de la ignorancia para seguir oprimiendo. Pero cuando las sombras se fueron y vimos el amanecer, nuestros jóvenes se formaron en la confusión, en un sistema en el que ya había libertades pero sin límites claros. Se formaron viendo que aunque no había un dictador en el poder, todavía tenía más peso el padrino que la universidad; todavía valía más un pañuelo colorado en el cuello que un título profesional conseguido con esfuerzo. Imagínense que tuvieron que pasar más de 19 años para que los paraguayos efectivamente cambiemos de gobierno e intentemos tomar un camino diferente con autoridades diferentes. Eso es un indicador claro de cuánto más tuvimos que consumir y soportar de lo mismo.

Una de las grandes deudas que hoy tenemos –veinte años después- es la formación de personas más preparadas, con una visión crítica y constructiva, con una mayor capacidad de creación de oportunidades. Tenemos que aprender a invertir más en la gente, en su capacitación como ciudadanos, y para ello necesitamos convencernos y convencer a las autoridades de que la educación debe ser mucho más eficiente y abarcante. Debemos dejar de creer que los cambios son una cuestión política: el cambio que el Paraguay necesita tiene un rostro humano. Es una transformación que empieza con nuestra forma de pensar y se consolida con nuestra actitud, con aquello que hacemos para marcar la diferencia.

Veinte años después tenemos que hacer que los niños y jóvenes encuentren esa orientación que no tuvieron generaciones anteriores. Si no trabajamos pensando en formar mejores ciudadanos, el pasado jamás dejará de estar en nuestro presente.

(*) Periodista. Master en Ciencias Sociales
www.vivaparaguay.com

No hay comentarios: