lunes, 16 de febrero de 2009

El empleo en tiempos de crisis

Por Héctor Farina (*)

El tema de la recesión económica global sigue llenando los espacios mediáticos de todo el mundo, en tanto las autoridades y empresarios de diversos países emiten declaraciones contradictorias, mezclando lo funesto con lo esperanzador, con lo que el público no acostumbrado a los entretelones de una economía globalizada termina más confundido que informado. Esta misma semana, el empresario mexicano Carlos Slim, considerado el segundo hombre más rico del mundo, auguró un funesto panorama para México, que podría enfrentar niveles históricos de desempleo y soportar el cierre de industrias y comercios, como consecuencia de la crisis de la economía mundial. Sin embargo, las respuestas de las autoridades no se hicieron esperar y en poco tiempo el Gobierno mexicano salió al paso de las declaraciones del magnate, condenando el pesimismo agorero del empresario y tratando de pintar un panorama más alentador.

Lo cierto en medio de esta incertidumbre generalizada sobre el futuro cercano que nos espera en cuanto a los efectos de la recesión, es que el sector del empleo ya está siendo afectado y ello genera una profunda preocupación que requiere de reacciones rápidas. En ese sentido, el anuncio oficial de que la Unión Europea ha entrado en recesión y que se están perdiendo miles de puestos de empleo, nos habla a las claras no sólo de los duros golpes que sufren los países del primer mundo, sino que los efectos también se sentirán en los países de América Latina, que exportan a los grandes mercados y que, sobre todo, tienen una gran cantidad de mano de obra dependiendo de la oferta laboral de esos mercados.

La caída del empleo en países como Estados Unidos y España, entre otros, tiene un impacto directo en los migrantes, entre los que se encuentran muchos paraguayos que se fueron a esos países en busca de oportunidades. Entonces debe entenderse que cada día será más difícil para un migrante conseguir un puesto de trabajo y con ello será más complicado sobrevivir en países lejanos y habrá que retornar al Paraguay. El problema con el que nos topamos en este contexto es que necesitamos tener un país que no sólo tenga el dinamismo económico propio para soportar la crisis global, sino que pueda generar puestos de empleo para los que hoy no tienen trabajo, para los jóvenes que se van sumando al mercado laboral (unos 80 mil al año) y para los repatriados que volverán con más deudas que recursos.

Pero mientras se habla mucho y se mantienen oídos sordos entre los sectores que deben impulsar el plan anticrisis, la situación de la pérdida de empleos va ganando espacios. Hacer del plan de contingencia una cuestión política dirimida entre políticos avorazados que anteponen sus intereses a los nacionales, ciertamente no es un buen indicador. Como tampoco lo es el hecho de que los empresarios y el Gobierno aun no se hayan puesto de acuerdo en las medidas que serán impulsadas para que el país no sea devorado por los coletazos de la recesión. Lo que se requiere ahora es una reacción rápida y coordinada, en donde se contemplen aspectos mucho más profundos que el acceso a los créditos internacionales o los aportes en forma de “ayuda social” para los sectores vulnerables.

Para fortalecer la economía del Paraguay debemos hacerla competitiva y pensar no sólo en salir del apuro gracias a un endeudamiento, que tarde o temprano tendremos que pagar. Y debemos pensar en capacitar a la gente para que pueda generar sus propias oportunidades de desarrollo. Esta es una urgencia que el país tiene desde hace años y que hasta ahora no ha sido atendida como corresponde. Hay un porcentaje grande la población que no saldrá de la pobreza aunque el país tenga un crecimiento económico sostenido durante años, debido a que estas personas no tienen las herramientas necesarias para dejar de ser pobres. No pueden aspirar a tener un trabajo mejor aunque el empleo abunde, porque sus límites educativos impiden su desarrollo. Y a ellos no les sirve que haya empleo en la industria o en los sectores de servicios, porque sencillamente no tienen capacidad para responder a la demanda de mano de obra calificada que hoy se tiene.

El Gobierno debe considerar este problema estructural y empezar a capacitar a la gente para que pueda salir de la pobreza y competir en el mercado laboral. Si no se toma en cuenta esto, aunque soportemos la crisis internacional seguiremos viviendo en crisis por la falta de capacidad local. Hay que generar empleos y capacitar a la gente para que pueda competir en un mercado que requiere más profesionales.

(*) Periodista. Master en Ciencias Sociales
www.vivaparaguay.com

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