sábado, 18 de julio de 2015

De la escuela primaria a los talentos del futuro

Por Héctor Farina Ojeda (*)

El sociólogo Neil Postman decía que los niños son mensajes vivientes que enviamos a un tiempo que no habremos de ver. A la luz de esta idea, deberíamos reflexionar profundamente sobre qué tipo de futuro nos espera si los niños están en un sistema educativo de poca calidad que no incentiva la formación de talentos ni sienta las bases suficientes para ingresar a la economía del conocimiento. Los datos son contundentes y alarmantes: la educación primaria en México se ubica en el lugar 102 de un total de 124 países estudiados, lo que representa que su calidad no sólo es muy baja sino que está muy alejada de los países de vanguardia, de acuerdo al Reporte de Capital Humano 2015, realizado por el Foro Económico Mundial.

En el estudio se hace referencia a que México ocupa el lugar 58 en cuanto a la capacidad de fomentar el talento, las habilidades y las capacidades de los estudiantes. Y aunque este resultado parece mejor al de la calidad educativa de la primaria, lo cierto es que nos encontramos ante un problema cuyo impacto puede tener magnitudes tremendas: muy lejos de las economías que basan su potencial en la formación de sus talentos, como Finlandia, Noruega, Suiza, Canadá, Japón, Suecia o Dinamarca -que ocupan los primeros lugares en promoción de talentos-, México está rezagado y hasta incubando el atraso al no resolver el problema de la calidad educativa desde sus orígenes. 

Cómo formar y retener talentos, cómo incentivar la innovación, cómo formar cuadros de élite que orienten y construyan economías competitivas basadas en el conocimiento: estas son las preocupaciones que concentran la atención de las naciones desarrolladas. Los recursos humanos se encuentran en el punto clave de la discusión, pues son el fundamento de las economías exitosas. En la era del conocimiento, la construcción de oportunidades se basa en los sistemas educativos, en la formación de la gente y en la capacidad de inventar y reinventar en forma permanente para ajustarse a un mundo en constante cambio. 

Con esta perspectiva, descuidar la calidad de la educación primaria equivale casi a un sabotaje del futuro. Con instrucción precaria, la debilidad puede transformarse en una juventud desorientada, sin vocación y sin la preparación suficiente para acceder a buenos empleos, para emprender o innovar. No debería sorprendernos que en una década haya una proliferación de ninis y que nos encontremos ante una generación que nos reclame por el descuido con el que fueron educados cuando más lo necesitaban. El riesgo no es pequeño: el mensaje que enviamos al futuro puede ser el de una generación perdida y de un bono demográfico desperdiciado. 

Si los países desarrollados promueven y cuidan a sus talentos, México no puede darse el lujo de descuidarlos desde la primaria. Este es un país de talentos, de gente creativa y gran potencial en recursos humanos. Lo que falta es mejorar la calidad de la educación e incentivar el desarrollo de iniciativas, ideas y capacidades.


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