lunes, 20 de abril de 2015

Apoyar iniciativas para fortalecer la economía


Por Héctor Farina Ojeda 

Una de las necesidades permanentemente invocadas en la economía mexicana es la consolidación de un mercado interno que pueda hacerle frente a los vaivenes externos. Para no ser tan vulnerables a los efectos de los precios internacionales, de la coyuntura o de las crisis ajenas, hace falta un dinamismo propio que incentive la generación de riqueza, empleos y oportunidades. Y en este sentido, las micro, pequeñas y medianas empresas representan un sector fundamental no solo para el crecimiento económico en general sino para la diversificación de las opciones de empleo y el fortalecimiento interno.

Mientras 7 de cada 10 empleos formales son generados por las pequeñas y medianas empresas, el 70 por ciento de estas empresas cierra antes de los 5 años y solo el 11% sobrevive durante un periodo de 20 años, según datos de Coparmex. Esto pone de manifiesto una situación curiosa y difícil: las empresas que generan la mayor cantidad de empleos no tienen certeza de mantenerse en el mercado, lo que nos hace pensar en una economía que necesita fortaleza y dinamismo pero que no puede hacer que sus emprendimientos sean sostenibles en el tiempo. Es decir, nacen y crean empleos pero no alcanzan la madurez suficiente para transformar la economía. 

La poca proyección en el tiempo de las pequeñas empresas se parece a la precariedad que se tiene con los grandes ingresos: con una buena coyuntura en el precio del petróleo o en las exportaciones se puede lograr un crecimiento importante, pero no deja de ser un efecto efímero que se agota cuando se acaba el buen momento. Si las iniciativas y emprendimientos traen beneficios, lo ideal es que se mantengan e incrementen y no que en poco tiempo desaparezcan y se pierdan las oportunidades que generaron. 

Hay muchos problemas por revisar para que los emprendimientos sean rentables y se consoliden más allá de periodos fugaces: desde trabajar en la planificación hasta revisar los sistemas de financiamiento y apoyo. Las complicaciones para crear empresas formales también son una limitación para el fortalecimiento del sector: en México la tasa de impuestos que debe pagar una empresa respecto a sus ganancias es de 51 por ciento, casi el doble que en el caso chileno. Si a esto le sumamos las complicaciones burocráticas para abrir un negocio, no debería sorprendernos que la informalidad y la precariedad sean el destino de muchas empresas. Y la informalidad es parte del problema a resolver.

La necesidad de hoy no pasa solo por atender los problemas tradicionales que limitan el desarrollo de pequeñas empresas sino aprender a pensar en forma visionaria, a mediano y largo plazo, sobre la base de la innovación tecnológica y los cambios necesarios para que las iniciativas puedan ser sostenibles en el tiempo y logren una transformación de la economía.  Así como hizo Finlandia con la telefonía celular, desde las universidades deberíamos incentivar el pensamiento estratégico e impulsar ideas innovadoras que se concreten en proyectos, empleos, riqueza y oportunidades. 


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