martes, 18 de marzo de 2014

Deserción escolar y falta de vocación profesional

Por Héctor Farina Ojeda (*)

La formación de recursos humanos con miras al mercado laboral y a enfrentar los desafíos que implica vivir en sociedades modernas es una necesidad imperiosa en un mundo globalizado en el que la economía depende del conocimiento de la gente más que de los productos tangibles o los recursos naturales. Hay una relación directa entre la calidad de los recursos humanos y la calidad de la economía, pues esta se construye a partir de lo que lo sabe hacer la gente. 

En este contexto, una mirada a la situación de la deserción, de los problemas de los estudiantes a la hora de elegir carrera y de la calidad de la formación seguramente nos permitirá comprender algunas de las características de la economía. Tomando como  referencia a México, este país no se encuentra bien en cuanto a deserción escolar: ocupa el primer lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico  (OCDE) en cuanto al nivel de deserción de jóvenes de entre 15 y 19 años, así como sus jóvenes tienen muy baja expectativa de terminar el bachillerato y la universidad, según los informes de la OCDE. Los datos de este organismo internacional dicen que se pierde el 40% de los jóvenes en la transición desde la educación media superior a la superior. Es decir, cuatro de cada seis mexicanos que están en el bachillerato no llegan a la universidad. Y de esta cantidad, sólo 12 de cada 100 mexicanos de entre 20 a 29 años se dedican a estudiar.

En cambio, los ninis -los que no estudian ni trabajan- alcanzan el 24% de los jóvenes de entre 15 y 29 años, es decir que hay más de 7 millones de ninis. Esto representa una verdadera tragedia para la economía mexicana, pues se trata de un desperdicio del bono demográfico, de la pérdida de oportunidades en el mercado laboral y seguramente de un porcentaje de gente condenada al desempleo o a los malos empleos, con salarios bajos y con mucha precariedad, lo que no ayuda en lo más mínimo a mejorar la economía del país y las condiciones de vida de la gente. 

Un hecho que me ha llamado la atención es que la deserción en la universidad se da no sólo por motivos económicos como podría pensarse, sino mayormente por falta de vocación y entusiasmo: muchos jóvenes no saben lo que quieren. Como coordinador de la carrera de Periodismo en la Universidad de Guadalajara recibo solicitudes de estudiantes que quieren darse de baja de la carrera. Y cuando les pregunto el motivo, las respuestas son diversas y sorprendentes: "Porque la carrera no es lo mío", "porque como que no me gustó", "no sé...no era lo que esperaba...", o "voy a probar en otra carrera a ver qué hay". Y cuando les pregunto qué esperan de una carrera o de una formación profesional, no alcanzan a atinar respuestas coherentes, por lo que parece que sólo están experimentando para ver si alguna carrera u oficio les gusta. Se nota la falta de vocación y de planificación a largo plazo, tal como dice el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

Lo grave es que la deserción, la falta de vocación y la mala formación afectan directamente a la economía mexicana y a las expectativas de calidad de vida de la gente: se tiene un país menos competitivo, con poca capacidad de innovación, con una productividad baja (los mexicanos trabajan más que los europeos pero producen menos y ganan menos), y con empleos precarios y mal pagados. No se puede construir una economía sólida sobre la base de recursos humanos no preparados ni muchos menos de ninis.

El ejemplo mexicano debería llevarnos a pensar si en Paraguay estamos haciendo bien los deberes para disminuir la deserción escolar, para trabajar en la orientación vocacional de los jóvenes y para que la educación sea de calidad. Por los efectos en la economía lo sabremos. 

(*) Periodista y profesor universitario 
Desde Guadalajara, Jalisco, México
@hfarinaojeda 

Publicado en el diario 5 días, de Paraguay. 

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