lunes, 29 de diciembre de 2008

La prensa y las funciones sociales


Por Héctor Farina

Un buen ejemplo de cómo la prensa se desvía de sus funciones sociales y cómo la sociedad lo tolera, lo podemos encontrar en la novela El honor perdido de Katharina Blum (1974), del escritor alemán Heinrich Böll –Premio Nobel de Literatura en 1972-. Aquí se presenta la historia de Katharina, una joven honesta y trabajadora que ha logrado salir adelante trabajando como empleada doméstica en varias casas de personas pudientes. Pero en una fiesta, por pura casualidad, conoce a un hombre con el que pasa la noche: ese sería el principio del calvario, ya que al día siguiente descubriría –cuando la policía llama a su puerta- que su amante era buscado por robo y homicidio y que había escapado de la justicia.

Katharina se convierte en sospechosa, ya que la policía cree que ella es cómplice de su amante y que lo está ocultando. En este contexto, aparece El Periódico, que empieza a realizar publicaciones sobre el caso tergiversando declaraciones y deformando los hechos, para vender una historia sensacionalista que llame la atención de los lectores. Cada publicación está llena de mentiras, medias verdades, acusaciones infundadas, hechos malinterpretados adrede y discursos distorsionados. Mientras cada día se van difundiendo las historias sensacionalistas, la vida de Katharina está siendo destruida, pues es presentada ante la sociedad como una mujer de vida fácil, sin escrúpulos, sin honor y sin moral. Finalmente, Katharina se convierte en culpable cuando –acosada por la prensa y por la sociedad que la consideran una delincuente- termina por asesinar al periodista que le había robado el honor por medio de las publicaciones mentirosas.

Böll se basó en hechos verídicos para escribir esta novela en la que critica la forma grosera en la que cierta prensa no respeta ni la verdad ni el honor de las personas, ya que el único objetivo que persigue es satisfacer la morbosidad de los lectores. Igualmente, la crítica apunta a la sociedad, que no solo tolera sino que convierte a la mentira en una fuente de ingresos para los medios. Esto pasa cuando no hay conciencia de parte de la gente, que con tal de consumir historias sensacionalistas no repara en el daño que se genera a la misma sociedad. Así caemos en un abismo en donde puede más la mentira, lo frívolo, lo insulso y lo fantasioso. Así llegamos a desviarnos de los temas importantes y nos conformamos con consumir y difundir las miserias que corrompen el tejido social.

Si bien el ejemplo de la novela es propio de una época y un espacio, sirve como punto de partida para reflexionar sobre qué tanto se ha desviado la prensa de sus funciones sociales: informar, educar y entretener. Al mirar a los medios en Paraguay veremos que las dos primeras funciones han sido relegadas, en tanto se sobredimensiona a la tercera. Aunque seguimos informando, se nota una clara tendencia hacia la información ligera, informal, sin mucha relevancia. En tanto la función de educar prácticamente ha sido olvidada y reemplazada por el entretenimiento: son las historias de chismes, las anécdotas sin contenido y las informaciones que sólo sirven para distraer las que llenan los espacios mediáticos. Los mismos presentadores de noticias han dejado de ser las figuras serias de antaño para dar paso al humorista, al farandulero, al que más bien quiere llamar la atención por su capacidad histriónica y no por su preparación intelectual.

La prensa debe acompañar el proceso de renovación social que necesita el país y para ello debe ser contralora, cuestionadora y molestosa con el poder. Debe ser indagadora y apuntar a los temas importantes, para luego dar a conocer las realidades que la gente necesita saber. Pero si se deja llevar por lo frívolo, por el chisme, lo intrascendente o lo anecdótico, no contribuye más que para enajenar a una sociedad que necesita educación y no informaciones vacías de contenido y llenas de mediocridad. Los mismos ciudadanos deberíamos ser más cuestionadores con los medios de prensa y exigir respeto, veracidad y profesionalismo. No debemos olvidar que no existe prensa diferente de la sociedad que la consume, por lo que si queremos recuperar funciones sociales como la información y la educación tenemos que ser más exigentes con nosotros mismos y con los medios de información.

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